Hernando de Alarcón ancla a 15 kilómetros del desemboque sus naves, entra al río Colorado: agosto 22 de 1540; navega con 20 acompañeros jalando con sogas los lanchones desde la orilla, avanzan algunos 35 kilómetros.
Ese viernes 23 de agosto sucede primer encuentro con aborígenes Cucapah. Estos al verlos, con estruendoso griterío, señalan que se fueran, escondiendo sus mujeres y niños. Amenazadores, marcaron línea con palos clavados entre el agua advirtiendo: ¡Si avanzan, atacamos!.
A pesar, los españoles fueron acercándose. Alarcón manda:‘’! Nadie hable, nadie se mueva!”; con señas ofreció regalos, arrojando pisaba sus armas, haciendo que los Cucapah también arrojaran las suyas. Inesperadamente un indígena brincó al río llevando conchas, sobre una larga rama. Alarcón le dijo: acércate, dándole objetos brillantes; inició “trueque” por pan de mezquite; dialogando con señas, logra confianza.
Empezó Alarcón entrevista con gestos; empleando mentiras, cambió voluntad de Cucapah; cuando le preguntan:
_¿De dónde vienes?-. El dijo vengo del Sol, agregando: Yo soy hijo de Sol. Maravillados hacen entender a Alarcón que... es al Sol a quien ellos tienen reverencia, porque les da todo; los indígenas tornáronse colaborativos; pero la tarde del 28 de agosto, un indio desde orilla del río respondió en su idioma al intérprete de los españoles; con gran furia les decía ¿De dónde vienen? ¿Nacieron del agua, de la tierra, o cayeron del cielo?. ¿Quiénes son?.
Alarcón respondió: -somos cristianos, venimos de lejos.
_¿ Quién los manda?. Dijo Alarcón: _soy enviado por el sol; el indio replicó…
_¿Cómo te envía el sol, si está en lo alto y jamás se detiene? ¿ Cómo el sol nunca había mandado a nadie?.
Alarcón respondió: _ Cierto el sol camina en lo alto, pero al ponerse se acerca a la tierra en su morada. Incrédulo, el indio pregunta: _¿Porqué no te había enviado antes?. Alarcón, respondió:_ Porque era niño.
El indio preguntó al propio intérprete:_ ¿A ti te llevan contra tu voluntad? Respondió el intérprete _Estoy por mi propia voluntad.
Pregunta el indio _ ¿Vienes para ser nuestro soberano?
Le respondió Alarcón _ Como soberano no, pero si como hermano._Yo soy hijo del sol y los demás no.
Comenta Alarcón _“Oído esto, aquellos indios, permanecieron boquiabiertos; pero se venían acercando observándome”.
Con engaños Alarcón llevó a su barca al indio; le acarició como si fuera niño o animal; le interrogó a través de su intérprete y dándole regalos, le despachó muy contento.
Ref.: libro Puerto Isabel. E-mail:federicoiglesias50@gmail.com
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