/ lunes 17 de junio de 2019

Amat Cucapah

¿Quéee? ¿Eres hijo del Sol?


Dejando a 15 kilómetros del desemboque sus naves, el capitán Hernando de Alarcón entra al Río Colorado ascendiendo en dos bajeles aquel agosto 22 de 1540; navegan esa fuerte corriente sus 20 acompañantes jalando los barcos con sogas desde la orilla del río, avanzando ese día algunos 35 kilómetros.

Es viernes 23 de agosto, el primer encuentro con aborígenes cucapah. Éstos al verlos, con estruendoso griterío, hacían señas que se fueran y escondían sus mujeres y niños en un bosquecillo. Amenazadores les indicaron que no avanzaran, marcando línea con palos clavados entre el agua advirtiendo: “Si lo hacen, atacamos”.

A pesar, los españoles fueron acercándose. Alarcón manda a los suyos: “Nadie hable, ni se mueva”. Con señas ofreció regalos, arrojando y pisando sus armas e hizo que los cucapah también arrojaran las suyas, transformó actitud guerrera hacia manifestaciones pacíficas. Inesperadamente un indígena brincó al río llevando conchas sobre una larga rama. Alarcón le dijo: “Acércate”, dándole unos objetos brillantes; así inició el “trueque”, cambiándoles por pan de mezquite, mejorando diálogo con señas, logrando confianza.

Empezó Alarcón entrevista con gestos empleando mentiras a su favor, cambiando voluntad de los cucapah, así que cuando le preguntan: “¿De dónde vienes?”, él dijo: “Vengo del Sol” y agrega: “Yo soy hijo del Sol”. Maravillados ellos hacen entender al capitán que... es al Sol a quien ellos tienen en mayor estima y reverencia, ya que les da todo, poniéndolo como padre, los indígenas tornáronse colaborativos; pero la tarde del 28 de agosto un indio desde la orilla del río respondió al intérprete de los españoles. El indio empezó a hablar a los otros con gran furia, los demás se acercan. Él quería saber quiénes eran los españoles, de dónde venían, si habían nacido del agua, de la tierra o si cayeron del cielo.

“¿Quiénes son?”, el indio les preguntó.

Alarcón respondió: “somos cristianos, venimos de lejos”.

“¿Quién los manda?”, a la pregunta dijo Alarcón: “Soy enviado por el sol”, entonces el indio replicó:

“¿Cómo es posible que te envíe el Sol si está tan en lo alto y jamás se detiene? y ¿cómo es que el Sol nunca antes había mandado a nadie?”.

A lo que Alarcón respondió: “Es cierto, el Sol camina por lo alto y sin detenerse, pero al ponerse se acerca a la Tierra donde tiene su morada”.

Incrédulo, el indio torno a preguntar: “¿Por qué no te había enviado antes?”.

Alarcón respondió: “Porque era niño”.

El indio preguntó al propio intérprete: “¿A ti te llevan contra tu voluntad?”.

Respondió el intérprete: “Estoy por mi propia voluntad y muy satisfecho”.

Pregunta el indio: “¿Por qué siendo hijo del Sol tú no nos entiendes?”.

Responde Alarcón en voz del intérprete: “A éste le dio el Sol lenguaje para entenderlo a él y a los que viven aquí”.

Pregunta el indio: “¿Vienes para ser nuestro soberano?”.

Le respondió: “Como soberano no, pero sí como hermano”.

El indio lo interrogó: “¿Te engendró el Sol como a los otros? ¿Los otros también son hijos del Sol?”.

El capitán respondió: “Yo soy hijo del Sol y los demás no”.

Comenta Alarcón: “Oído esto, aquellos indios permanecieron boquiabiertos; pero se venían acercando para observarme”.

Con argucias y engaños Alarcón llevó a su barca al indio que se negaba, le acarició como si fuera niño o animal, le interrogó a través de su intérprete y dándole regalos le despachó muy contento.



Referencia: Libro Puerto Isabel
E-mail: federicoiglesias50@gmail.com

¿Quéee? ¿Eres hijo del Sol?


Dejando a 15 kilómetros del desemboque sus naves, el capitán Hernando de Alarcón entra al Río Colorado ascendiendo en dos bajeles aquel agosto 22 de 1540; navegan esa fuerte corriente sus 20 acompañantes jalando los barcos con sogas desde la orilla del río, avanzando ese día algunos 35 kilómetros.

Es viernes 23 de agosto, el primer encuentro con aborígenes cucapah. Éstos al verlos, con estruendoso griterío, hacían señas que se fueran y escondían sus mujeres y niños en un bosquecillo. Amenazadores les indicaron que no avanzaran, marcando línea con palos clavados entre el agua advirtiendo: “Si lo hacen, atacamos”.

A pesar, los españoles fueron acercándose. Alarcón manda a los suyos: “Nadie hable, ni se mueva”. Con señas ofreció regalos, arrojando y pisando sus armas e hizo que los cucapah también arrojaran las suyas, transformó actitud guerrera hacia manifestaciones pacíficas. Inesperadamente un indígena brincó al río llevando conchas sobre una larga rama. Alarcón le dijo: “Acércate”, dándole unos objetos brillantes; así inició el “trueque”, cambiándoles por pan de mezquite, mejorando diálogo con señas, logrando confianza.

Empezó Alarcón entrevista con gestos empleando mentiras a su favor, cambiando voluntad de los cucapah, así que cuando le preguntan: “¿De dónde vienes?”, él dijo: “Vengo del Sol” y agrega: “Yo soy hijo del Sol”. Maravillados ellos hacen entender al capitán que... es al Sol a quien ellos tienen en mayor estima y reverencia, ya que les da todo, poniéndolo como padre, los indígenas tornáronse colaborativos; pero la tarde del 28 de agosto un indio desde la orilla del río respondió al intérprete de los españoles. El indio empezó a hablar a los otros con gran furia, los demás se acercan. Él quería saber quiénes eran los españoles, de dónde venían, si habían nacido del agua, de la tierra o si cayeron del cielo.

“¿Quiénes son?”, el indio les preguntó.

Alarcón respondió: “somos cristianos, venimos de lejos”.

“¿Quién los manda?”, a la pregunta dijo Alarcón: “Soy enviado por el sol”, entonces el indio replicó:

“¿Cómo es posible que te envíe el Sol si está tan en lo alto y jamás se detiene? y ¿cómo es que el Sol nunca antes había mandado a nadie?”.

A lo que Alarcón respondió: “Es cierto, el Sol camina por lo alto y sin detenerse, pero al ponerse se acerca a la Tierra donde tiene su morada”.

Incrédulo, el indio torno a preguntar: “¿Por qué no te había enviado antes?”.

Alarcón respondió: “Porque era niño”.

El indio preguntó al propio intérprete: “¿A ti te llevan contra tu voluntad?”.

Respondió el intérprete: “Estoy por mi propia voluntad y muy satisfecho”.

Pregunta el indio: “¿Por qué siendo hijo del Sol tú no nos entiendes?”.

Responde Alarcón en voz del intérprete: “A éste le dio el Sol lenguaje para entenderlo a él y a los que viven aquí”.

Pregunta el indio: “¿Vienes para ser nuestro soberano?”.

Le respondió: “Como soberano no, pero sí como hermano”.

El indio lo interrogó: “¿Te engendró el Sol como a los otros? ¿Los otros también son hijos del Sol?”.

El capitán respondió: “Yo soy hijo del Sol y los demás no”.

Comenta Alarcón: “Oído esto, aquellos indios permanecieron boquiabiertos; pero se venían acercando para observarme”.

Con argucias y engaños Alarcón llevó a su barca al indio que se negaba, le acarició como si fuera niño o animal, le interrogó a través de su intérprete y dándole regalos le despachó muy contento.



Referencia: Libro Puerto Isabel
E-mail: federicoiglesias50@gmail.com