/ viernes 25 de octubre de 2019

Amat Cucapah

Infierno ardiendo en Cerro Prieto


En 1540, siendo mitad de septiembre, vino a estas tierras, próximas al desemboque del Río Colorado, hasta nivel del paralelo 32º, un grupo de 25 soldados jefaturados por Melchor Díaz sobre el trayecto sonorense del Desierto de Altar.

Arriban desde San Gerónimo de los Corazones para contactar a Hernando de Alarcón, quien contracorriente navegó el Colorado hasta aldeas Quechan, siendo parte expedicionaria buscando las Siete Ciudades del Cíbola y la Gran Quivira.

Recorrieron alrededor de 650 kilómetros encontrando aquí a los Cucapá gente alta y fuerte, pareciendo gigantes viviendo en largas chozas como zahúrdas metidas debajo de la tierra, cuyo techo sobresalía del nivel a las veredas.

Ayudados por cucapás cruzaron el río hacia California, guiándolos caminan encima de la caliente carpeta azufrosa, plagada de elevados borbotones e inesperados chorros de agua hirviendo, lanzados por géiseres inmersos en sofocantes nubes blancas de vapor, originando “laguna de volcanes”.

Ésta es la zona de Cerro Prieto, Baja California, donde crecen las localidades Michoacán de Ocampo, Nuevo León con Estaciones Delta y Victoria. Su primer registro histórico es como la existencia del verdadero infierno ardiendo en la Tierra, donde los caballos de Melchor Díaz aterrorizados miraban con sus ojos los demonios y oían los “ayes” como alaridos lacerantes de infinito dolor, sufriendo las almas en pena.

Tal imaginada descripción corresponde a la extensa zona derredor a la montaña “Cerro Prieto”, que tiene dos estructuras prominentes volcánicas: Una es el cono (montículo) elevado a 260 msnm, en su interior se aprecia el cráter elíptico de 387 por 337 metros y la otra estructura son los tres domos volcánicos notables.

Coinciden académicos de Geociencias en su origen ligado al sistema Fallas de San Andrés, naciendo en la época del Pleistoceno, durante el período Cuaternario, en tiempo Hipotético de 80 mil años, pero creciendo durante 400 en dos eventos eruptivos.

Esta montaña está al Oriente separada de la cordillera del Cucapá, con su notorio negro, circundado por fértiles campos cultivados al Sur del ejido Hipólito Rentería, su distinguida elevación la vemos a 30 kilómetros desde la periferia de Mexicali y a unos 60 kilómetros de San Luís Río Colorado.

Es evidente la residencia de la nación Cucapá como gentes ancestrales en este territorio déltico; su espíritu étnico conserva intrínseca cosmogonía ligada con la formación de Cerro Prieto, transmitida en leyendas orales: Una “como la bruja que los diezma hasta dejar una sola familia, donde el varón quema a la bruja vengando a su tribu, emergiendo el volcán del humo y fuego”.

Otra leyenda habla que una mujer hiere a un animal, el cual en estertores de la agonía revolcándose acumula tierra con sus patas, formados el cono.

Una acción más contemporánea narra en su diario el mayor Samuel P. Heintzelman, jefe de la guarnición norteamericana, quien construyó el Fuerte Yuma sobre la recién nueva frontera en 1851. Él, guiado por cucapahs, visita The Black Mountain, pero fue urgido a retirarse del sitio por el manifiesto temor de los nativos a una supuesta desconocida ave gigante custodiando la montaña.

Por eso, cuando el lugar convertido en zona contaminada por trabajos geotérmicos de CFE y en basurero con deshechos de moradores, surgió en el 2015 la iniciativa motivante del profesor Juan Hernández, quien con el proyecto “Wi ñill: Wa’ Shayii”, con casi un centenar de voluntarios, rescataron Cerro Prieto, convirtiéndolo en Centro Ecoturístico.

Con arrojo entusiasta, el Prof. Hernández, siendo docente de Artes Plásticas, diseñó y los simpatizantes ayudaron trazando un ave gigantesca, sus alas de punta a punta miden 190 metros, quedando de cabeza a pies midiendo 200 metros, sobre el fondo del cráter desértico, donde la intersección de sus ejes elípticos sitúan el corazón externo, inactivo del volcán, como “Casa del Zopilote”.

Observable es la imagen satelitalmente, aunque es visible con nitidez por pasajeros, desde ventanillas de algunas aeronaves en vuelo bajo.

Pues sobre esta región volcánica transitó Melchor Díaz con nativos aliados bordeando el Colorado, buscando los barcos y señal convenida con Alarcón, llegaron hasta donde hallaron una gran cruz formada con el tronco de un árbol y vieron marcado el texto: “Alarcón, cartas al pie”, desde los yumas regresan a San Gerónimo.

Referencia: Libro “Puerto Isabel”

E-mail: federicoiglesias50@gmail.com

Infierno ardiendo en Cerro Prieto


En 1540, siendo mitad de septiembre, vino a estas tierras, próximas al desemboque del Río Colorado, hasta nivel del paralelo 32º, un grupo de 25 soldados jefaturados por Melchor Díaz sobre el trayecto sonorense del Desierto de Altar.

Arriban desde San Gerónimo de los Corazones para contactar a Hernando de Alarcón, quien contracorriente navegó el Colorado hasta aldeas Quechan, siendo parte expedicionaria buscando las Siete Ciudades del Cíbola y la Gran Quivira.

Recorrieron alrededor de 650 kilómetros encontrando aquí a los Cucapá gente alta y fuerte, pareciendo gigantes viviendo en largas chozas como zahúrdas metidas debajo de la tierra, cuyo techo sobresalía del nivel a las veredas.

Ayudados por cucapás cruzaron el río hacia California, guiándolos caminan encima de la caliente carpeta azufrosa, plagada de elevados borbotones e inesperados chorros de agua hirviendo, lanzados por géiseres inmersos en sofocantes nubes blancas de vapor, originando “laguna de volcanes”.

Ésta es la zona de Cerro Prieto, Baja California, donde crecen las localidades Michoacán de Ocampo, Nuevo León con Estaciones Delta y Victoria. Su primer registro histórico es como la existencia del verdadero infierno ardiendo en la Tierra, donde los caballos de Melchor Díaz aterrorizados miraban con sus ojos los demonios y oían los “ayes” como alaridos lacerantes de infinito dolor, sufriendo las almas en pena.

Tal imaginada descripción corresponde a la extensa zona derredor a la montaña “Cerro Prieto”, que tiene dos estructuras prominentes volcánicas: Una es el cono (montículo) elevado a 260 msnm, en su interior se aprecia el cráter elíptico de 387 por 337 metros y la otra estructura son los tres domos volcánicos notables.

Coinciden académicos de Geociencias en su origen ligado al sistema Fallas de San Andrés, naciendo en la época del Pleistoceno, durante el período Cuaternario, en tiempo Hipotético de 80 mil años, pero creciendo durante 400 en dos eventos eruptivos.

Esta montaña está al Oriente separada de la cordillera del Cucapá, con su notorio negro, circundado por fértiles campos cultivados al Sur del ejido Hipólito Rentería, su distinguida elevación la vemos a 30 kilómetros desde la periferia de Mexicali y a unos 60 kilómetros de San Luís Río Colorado.

Es evidente la residencia de la nación Cucapá como gentes ancestrales en este territorio déltico; su espíritu étnico conserva intrínseca cosmogonía ligada con la formación de Cerro Prieto, transmitida en leyendas orales: Una “como la bruja que los diezma hasta dejar una sola familia, donde el varón quema a la bruja vengando a su tribu, emergiendo el volcán del humo y fuego”.

Otra leyenda habla que una mujer hiere a un animal, el cual en estertores de la agonía revolcándose acumula tierra con sus patas, formados el cono.

Una acción más contemporánea narra en su diario el mayor Samuel P. Heintzelman, jefe de la guarnición norteamericana, quien construyó el Fuerte Yuma sobre la recién nueva frontera en 1851. Él, guiado por cucapahs, visita The Black Mountain, pero fue urgido a retirarse del sitio por el manifiesto temor de los nativos a una supuesta desconocida ave gigante custodiando la montaña.

Por eso, cuando el lugar convertido en zona contaminada por trabajos geotérmicos de CFE y en basurero con deshechos de moradores, surgió en el 2015 la iniciativa motivante del profesor Juan Hernández, quien con el proyecto “Wi ñill: Wa’ Shayii”, con casi un centenar de voluntarios, rescataron Cerro Prieto, convirtiéndolo en Centro Ecoturístico.

Con arrojo entusiasta, el Prof. Hernández, siendo docente de Artes Plásticas, diseñó y los simpatizantes ayudaron trazando un ave gigantesca, sus alas de punta a punta miden 190 metros, quedando de cabeza a pies midiendo 200 metros, sobre el fondo del cráter desértico, donde la intersección de sus ejes elípticos sitúan el corazón externo, inactivo del volcán, como “Casa del Zopilote”.

Observable es la imagen satelitalmente, aunque es visible con nitidez por pasajeros, desde ventanillas de algunas aeronaves en vuelo bajo.

Pues sobre esta región volcánica transitó Melchor Díaz con nativos aliados bordeando el Colorado, buscando los barcos y señal convenida con Alarcón, llegaron hasta donde hallaron una gran cruz formada con el tronco de un árbol y vieron marcado el texto: “Alarcón, cartas al pie”, desde los yumas regresan a San Gerónimo.

Referencia: Libro “Puerto Isabel”

E-mail: federicoiglesias50@gmail.com