/ viernes 15 de noviembre de 2019

Amat Cucapah

Chapey jakajuat koway


Cuando el dios (El Sol) Maljkoayek ñá envió dos grandes inundaciones en: 1905 y 1925 con abundante agua del río, la zona deltica quedó encharcada con lagunas, socavones y pozas, rodeando rancherías de “Gente Viviendo a Orillas del Río Colorado”.

Fueron los dioses gemelos Cipáh y Comáth, quienes resucitaron el “Paraiso Riano” para los oriundos Chapey en ambas riberas: Cucapah californio y Cucapah Joañak de Sonora y Arizona. Fue época prodigiosa con criaderos naturales de peces; exuberante pastura, abundantes hortalizas y gramíneas; abarrotado de animales silvestres: patos, gansos, águilas, venados, jabalíes, mapaches, tejónes, lince, cochis y castor.

Tal como platicó el papá del Tawanila Osuna Loroña: había tanto marrano que pagaban por cazarlos y hacerlos chicharrón, así no destruían las siembras y juraba besando la cruz, diciendo: “desde entonces engordé”.

Aquella veintena de años favoreció permanecer -en suelo del Amat Joañak- a familias Chapei conservando en original la lengua madre, hablada por Chumuls de la nación Cucapah.

En Amat Kwapá Chopa (Nación Cuapah)Durante 1915 y 1930, por la referida prodigalidad de agua y pastura, los hermanos José y Jesús Arvizu criaron ganado y caballos entre los socavones y lagunas donde los Joañak residían pescando; el tiempo llegó cumpliéndoles la promesa cardenista de 1937, con resolución presidencial agraria, creándose en el sitio: Ejido “Pozas de Arvizu”, asignando 34 parcelas para los antiguos Chapey “Guerreros del Norte”, fechada: 1942, siendo gobernador Dionicio Giltchiam (cachanilla) Tambo León.

En remota hipótesis se intenta ubicar el arribo Cucapah en 9 mil años; el origen lo menciona alegóricamente su mitología, con leyendas narradas en cantos ceremoniales; considerando que los fenómenos del cielo tienen un significado sobre la vida en la Tierra, así expresó el gobernador Cucapah Onésimo González Sáis, en enero 7 de 1997.

Es la fe animista Chapey dentro del Chumul la que dicta la conducta moral, la sabiduría y valentía, discutida en consejo de ancianos tomando decisiones hombres y mujeres para elegir un gobernador a quien entregan bastón de mando y El guía, acciones del Chumul; donde hoy, chocan sus usos y costumbres tradicionales con la conceptualización mestiza del 2019; por ejemplo:

-Los tatuajes están relacionados con la muerte; quienes morían no tatuados, eran castigados y golpeados por otros espíritus. Las mujeres que morían tatuadas pasaban a un mundo mejor.

-Contaban el tiempo por ciclos lunares; pero, no llevaron registro ni de nacimientos, ni de muertes.

-Al llegar a la adolescencia, les agujereaban la oreja derecha, como señal iniciática reproductiva; las ancianas al iniciar mujeres, eran enterradas verticalmente cabeza arriba hasta el cuello, durante el ritual.

-No tenían sentido de propiedad, ni herencia; toda cosecha la repartían, entre quienes menos tenían.

- A sus hijos daban nombre después de 4 años de edad y cambiándolo al comunicarlo públicamente en festejos.

Sus funerales eran realizados exclusivamente con miembros de la etnia; usando la ropa preferida del fallecido; lo velan dos o tres días y aún hoy día, es tradición ancestral incinerarlos -cuando lo solicitan los mayores- con todas sus pertenencias, incluyen la casa en que vivió; es liturgia permitida con los Cucapah Joañak de Pozas de Arvizú, Sonora.

Este ritual halla respaldo en leyenda del dios Sipáh, su creador, quien murió y fue colocado amarrado a un tronco, sobre una pira con la cabeza hacia el oriente en reverencia al dios Maljkoayek, con el rostro rumbo al norte, donde proceden. Este ritual nace cremando a sus muertos para no ser comidos por animales carroñeros.

Todos los participantes cantan bajo ritmo monocorde: sonaja, caracol, flauta, salmac, llorándole los familiares al difunto y mientras van colocado el cuerpo sobre la pira, algunas personas hablan por última vez sobre la vida del fallecido, depositando ofrendas y otras enviadas a muertos memorables; bailan alrededor de la fogata, algunos participantes arrojan su ropa a la hoguera, cubriéndoles otros con mantas; bailan para elevar el espíritu del difunto con el viento, hacia la felicidad del maa (cielo).

Terminada la ceremonia, recogen las cenizas para esparcirlas en un lugar sacrosanto; luego los parientes cercanos se recortan el pelo como señal de luto, bañándose y purificándose con humo.

Algunos días después entre todo el Chumul le construyen una choza a los familiares, situándola lejos del lugar de la casa que quemaron.

Sea Siempre sol Tu Corazón Visitante.

Referencia: Libro Puerto Isabel; Fuller Mendivil; Sánchez Ogás; Dionicio Tambo León y Nicolás Willson Tambo. Federicoiglesias50@gmail.com.

Chapey jakajuat koway


Cuando el dios (El Sol) Maljkoayek ñá envió dos grandes inundaciones en: 1905 y 1925 con abundante agua del río, la zona deltica quedó encharcada con lagunas, socavones y pozas, rodeando rancherías de “Gente Viviendo a Orillas del Río Colorado”.

Fueron los dioses gemelos Cipáh y Comáth, quienes resucitaron el “Paraiso Riano” para los oriundos Chapey en ambas riberas: Cucapah californio y Cucapah Joañak de Sonora y Arizona. Fue época prodigiosa con criaderos naturales de peces; exuberante pastura, abundantes hortalizas y gramíneas; abarrotado de animales silvestres: patos, gansos, águilas, venados, jabalíes, mapaches, tejónes, lince, cochis y castor.

Tal como platicó el papá del Tawanila Osuna Loroña: había tanto marrano que pagaban por cazarlos y hacerlos chicharrón, así no destruían las siembras y juraba besando la cruz, diciendo: “desde entonces engordé”.

Aquella veintena de años favoreció permanecer -en suelo del Amat Joañak- a familias Chapei conservando en original la lengua madre, hablada por Chumuls de la nación Cucapah.

En Amat Kwapá Chopa (Nación Cuapah)Durante 1915 y 1930, por la referida prodigalidad de agua y pastura, los hermanos José y Jesús Arvizu criaron ganado y caballos entre los socavones y lagunas donde los Joañak residían pescando; el tiempo llegó cumpliéndoles la promesa cardenista de 1937, con resolución presidencial agraria, creándose en el sitio: Ejido “Pozas de Arvizu”, asignando 34 parcelas para los antiguos Chapey “Guerreros del Norte”, fechada: 1942, siendo gobernador Dionicio Giltchiam (cachanilla) Tambo León.

En remota hipótesis se intenta ubicar el arribo Cucapah en 9 mil años; el origen lo menciona alegóricamente su mitología, con leyendas narradas en cantos ceremoniales; considerando que los fenómenos del cielo tienen un significado sobre la vida en la Tierra, así expresó el gobernador Cucapah Onésimo González Sáis, en enero 7 de 1997.

Es la fe animista Chapey dentro del Chumul la que dicta la conducta moral, la sabiduría y valentía, discutida en consejo de ancianos tomando decisiones hombres y mujeres para elegir un gobernador a quien entregan bastón de mando y El guía, acciones del Chumul; donde hoy, chocan sus usos y costumbres tradicionales con la conceptualización mestiza del 2019; por ejemplo:

-Los tatuajes están relacionados con la muerte; quienes morían no tatuados, eran castigados y golpeados por otros espíritus. Las mujeres que morían tatuadas pasaban a un mundo mejor.

-Contaban el tiempo por ciclos lunares; pero, no llevaron registro ni de nacimientos, ni de muertes.

-Al llegar a la adolescencia, les agujereaban la oreja derecha, como señal iniciática reproductiva; las ancianas al iniciar mujeres, eran enterradas verticalmente cabeza arriba hasta el cuello, durante el ritual.

-No tenían sentido de propiedad, ni herencia; toda cosecha la repartían, entre quienes menos tenían.

- A sus hijos daban nombre después de 4 años de edad y cambiándolo al comunicarlo públicamente en festejos.

Sus funerales eran realizados exclusivamente con miembros de la etnia; usando la ropa preferida del fallecido; lo velan dos o tres días y aún hoy día, es tradición ancestral incinerarlos -cuando lo solicitan los mayores- con todas sus pertenencias, incluyen la casa en que vivió; es liturgia permitida con los Cucapah Joañak de Pozas de Arvizú, Sonora.

Este ritual halla respaldo en leyenda del dios Sipáh, su creador, quien murió y fue colocado amarrado a un tronco, sobre una pira con la cabeza hacia el oriente en reverencia al dios Maljkoayek, con el rostro rumbo al norte, donde proceden. Este ritual nace cremando a sus muertos para no ser comidos por animales carroñeros.

Todos los participantes cantan bajo ritmo monocorde: sonaja, caracol, flauta, salmac, llorándole los familiares al difunto y mientras van colocado el cuerpo sobre la pira, algunas personas hablan por última vez sobre la vida del fallecido, depositando ofrendas y otras enviadas a muertos memorables; bailan alrededor de la fogata, algunos participantes arrojan su ropa a la hoguera, cubriéndoles otros con mantas; bailan para elevar el espíritu del difunto con el viento, hacia la felicidad del maa (cielo).

Terminada la ceremonia, recogen las cenizas para esparcirlas en un lugar sacrosanto; luego los parientes cercanos se recortan el pelo como señal de luto, bañándose y purificándose con humo.

Algunos días después entre todo el Chumul le construyen una choza a los familiares, situándola lejos del lugar de la casa que quemaron.

Sea Siempre sol Tu Corazón Visitante.

Referencia: Libro Puerto Isabel; Fuller Mendivil; Sánchez Ogás; Dionicio Tambo León y Nicolás Willson Tambo. Federicoiglesias50@gmail.com.