/ viernes 17 de julio de 2020

AMAT CUCAPAH

Fray Marcos, honrado mentiroso




Buscando el reino de la Gran Quivira, destellante de oro, plata y refulgente en diamantes, allá llegó -el 7 de julio de 1540- Francisco Vázquez de Coronado enviado en expedición por el virrey Antonio de Mendoza.

Cuando aquella gente ambiciosa, cansada y hambrienta desde lejos avistó la “Ciudad del Cíbola”, ahí mismo soltó lluvia tempestuosa de maldiciones contra fray Marcos de Niza, porque no era gigantesca como la Ciudad de México, como repetidamente predicó desde los púlpitos de catedral.

Al contrario, era una ranchería apeñuscada donde vivían algunos 200 hombres, quienes furiosos recibieron a los españoles con lluvias de flechas y piedras, aunque los expedicionarios vencieron tomando el pueblo, pese a llamados pacificadores del fraile.

En la batalla, Coronado recibió una pedrada, logrando salvarle sus compañeros, tardó en recuperarse del golpe, por eso desde entonces perdió el “sano juicio” y para colmo, algunos días después se cayó de su montura siendo golpeado por la pata de un caballo, por eso otros sostuvieron que aprovechó los incidentes para hacerse el enfermo, con lo que justificó sus fracasos; como sea, en aquel julio, dominada la plaza -como no había oro a la vista-, los españoles fueron hambrientos al saqueo, apoderándose de alimentos.

Estos pueblos existieron en región del Zuni, más al Norte de Arizona, donde se comprobó que lo único cierto era el nombre de Cíbola, ranchería sumamente pobre, sin las calles pavimentadas con oro, ni los dinteles de las puertas adornados con turquesas; menos aún, encontraron los gigantes con un ojo y muchas manos de donde según colgaban hermosos brazaletes, luciendo vestidos con brocados de oro, todo aquello era una patraña.

Es decir, la relación de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, describiendo aquella región llena de riquezas, era mentira.

Así que el piadoso y venerable fray Marcos, cuando lo enviaron primeramente a comprobar la versión de Cabeza de Vaca, no vino tan lejos como para caminar sobre las calles del Cíbola pavimentadas con oro, aunque Niza en su relación escribió: “Digo lo que vi y me dijeron”.

Por eso, Vázquez de Coronado, rabioso por desgastar dinero de nobilísimos patrocinadores, envió al virrey Mendoza informe sellado para que personalmente fray Marcos lo entregara, diciéndole: “Todo era falso, imaginación de un espíritu embustero”.

Desde Cíbola regresó Melchor Díaz y Juan Gallegos trayendo a fray Marcos hasta San Jerónimo de los Corazones en Sonora; Gallegos condujo al “mentiroso” hasta el trono del virreinato, pero era tan grande la buena fama de fray Marcos que la Ciudad de México lo recibió con lluvia perfumada de pétalos multicolores, festejando su ascenso como padre superior de la provincia del Santo Evangelio para el trienio 1540-1543.


Referencia: Libro Puerto Isabel

E-mail:federicoiglesias50@gmail.com

Fray Marcos, honrado mentiroso




Buscando el reino de la Gran Quivira, destellante de oro, plata y refulgente en diamantes, allá llegó -el 7 de julio de 1540- Francisco Vázquez de Coronado enviado en expedición por el virrey Antonio de Mendoza.

Cuando aquella gente ambiciosa, cansada y hambrienta desde lejos avistó la “Ciudad del Cíbola”, ahí mismo soltó lluvia tempestuosa de maldiciones contra fray Marcos de Niza, porque no era gigantesca como la Ciudad de México, como repetidamente predicó desde los púlpitos de catedral.

Al contrario, era una ranchería apeñuscada donde vivían algunos 200 hombres, quienes furiosos recibieron a los españoles con lluvias de flechas y piedras, aunque los expedicionarios vencieron tomando el pueblo, pese a llamados pacificadores del fraile.

En la batalla, Coronado recibió una pedrada, logrando salvarle sus compañeros, tardó en recuperarse del golpe, por eso desde entonces perdió el “sano juicio” y para colmo, algunos días después se cayó de su montura siendo golpeado por la pata de un caballo, por eso otros sostuvieron que aprovechó los incidentes para hacerse el enfermo, con lo que justificó sus fracasos; como sea, en aquel julio, dominada la plaza -como no había oro a la vista-, los españoles fueron hambrientos al saqueo, apoderándose de alimentos.

Estos pueblos existieron en región del Zuni, más al Norte de Arizona, donde se comprobó que lo único cierto era el nombre de Cíbola, ranchería sumamente pobre, sin las calles pavimentadas con oro, ni los dinteles de las puertas adornados con turquesas; menos aún, encontraron los gigantes con un ojo y muchas manos de donde según colgaban hermosos brazaletes, luciendo vestidos con brocados de oro, todo aquello era una patraña.

Es decir, la relación de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, describiendo aquella región llena de riquezas, era mentira.

Así que el piadoso y venerable fray Marcos, cuando lo enviaron primeramente a comprobar la versión de Cabeza de Vaca, no vino tan lejos como para caminar sobre las calles del Cíbola pavimentadas con oro, aunque Niza en su relación escribió: “Digo lo que vi y me dijeron”.

Por eso, Vázquez de Coronado, rabioso por desgastar dinero de nobilísimos patrocinadores, envió al virrey Mendoza informe sellado para que personalmente fray Marcos lo entregara, diciéndole: “Todo era falso, imaginación de un espíritu embustero”.

Desde Cíbola regresó Melchor Díaz y Juan Gallegos trayendo a fray Marcos hasta San Jerónimo de los Corazones en Sonora; Gallegos condujo al “mentiroso” hasta el trono del virreinato, pero era tan grande la buena fama de fray Marcos que la Ciudad de México lo recibió con lluvia perfumada de pétalos multicolores, festejando su ascenso como padre superior de la provincia del Santo Evangelio para el trienio 1540-1543.


Referencia: Libro Puerto Isabel

E-mail:federicoiglesias50@gmail.com