/ viernes 23 de abril de 2021

AMAT CUCAPAH

Cruzando en ferry



Jugoso negocio escurriéndole oro fue trasladar caminantes con sus cabalgaduras y haberes sobre lanchones, de una a otra orilla del río Colorado, en la “fiebre del oro” durante 1847; pero en esto ya eran diestras las etnias nativas, según reporta Hernando de Alarcón y Melchor Díaz en 1540.

Vieron militares de Alarcón cómo una mujer Cucapah trasladaba su bebé en corrientes del Colorado, sobre una canasta tejida con carrizo y raíces, empujándola con una mano, mientras con la otra se impulsaba nadando. Alarcón registró dos acciones inusitadas: Observaron a un nativo Quechan cruzar el río, llevando en una mano un mechón ramoso encendido, en tanto nadaba con la mano libre y de igual forma -auxiliándoles- pasaron los caballos guiándoles con una mano y braceando las aguas con la otra mano.

Ayudar a cruzar el Colorado transformase en negocio al grito de ¡Oro!, este grito en California retumbó, viniendo en estampida caravanas desde la cola del mundo, todos queriendo ser primeros en llegar al campo aurífero de Sacramento, California; donde decían el oro se encontraba sobre la tierra, como piedras sueltas de “malpaisal” levantándose con baldes. Esto desató vertiginosa carrera, utilizando el transporte más veloz y caminos más cortos para llegar a Sumer Hill, donde el cantinero González vio la pepita de 20 onzas de oro en piedra, lanzada por un cliente borracho, quien sin dinero para sus copas, arrojó al cantinero en pago; resultando la más grande piedra de oro nunca vista; estupefacto el bar-tender gritó en la taberna: ¡Oroooo, oroo, oroooo!!, ante boquiabiertos clientes.

Fue cuando cruzar el Colorado vino a gigantesco negocio. El coronel Carrasco, acompañante del general García Conde, comisionado mexicano fijando límites a la nueva frontera durante 1849, estimó en 12 000 peregrinos haber pasado el cruzadero, donde unen aguas los ríos Gila y Colorado y la mitad eran sonorenses; de ahí el empresario Able B. Lincoln se convirtió en rico patrón con su ferry aquel año; justamente donde iba y venía la gente de o al mineral de California sobre el “cruce yumano”; pues corriente abajo se instalaron otros ferrys-lanchones, cobrando por brincar el río: Uno en Algodones; ya en territorio mexicano funcionó la “Panga del Amat” trasladando del muelle de rancho “Mariposa” (Infonavit Bellavista) a “Campo Verde” BC; otro: Ferry Ogden llevando gambusinos al campo leñero “Pescaderos” (Nuevo León) y la “Panga del Cota” próxima al desemboque, subsistiendo hasta 1942, como panga del Zacatecas.

Ref: Libro Puerto Isabel.

Federicoiglesias50@gmail.com

Cruzando en ferry



Jugoso negocio escurriéndole oro fue trasladar caminantes con sus cabalgaduras y haberes sobre lanchones, de una a otra orilla del río Colorado, en la “fiebre del oro” durante 1847; pero en esto ya eran diestras las etnias nativas, según reporta Hernando de Alarcón y Melchor Díaz en 1540.

Vieron militares de Alarcón cómo una mujer Cucapah trasladaba su bebé en corrientes del Colorado, sobre una canasta tejida con carrizo y raíces, empujándola con una mano, mientras con la otra se impulsaba nadando. Alarcón registró dos acciones inusitadas: Observaron a un nativo Quechan cruzar el río, llevando en una mano un mechón ramoso encendido, en tanto nadaba con la mano libre y de igual forma -auxiliándoles- pasaron los caballos guiándoles con una mano y braceando las aguas con la otra mano.

Ayudar a cruzar el Colorado transformase en negocio al grito de ¡Oro!, este grito en California retumbó, viniendo en estampida caravanas desde la cola del mundo, todos queriendo ser primeros en llegar al campo aurífero de Sacramento, California; donde decían el oro se encontraba sobre la tierra, como piedras sueltas de “malpaisal” levantándose con baldes. Esto desató vertiginosa carrera, utilizando el transporte más veloz y caminos más cortos para llegar a Sumer Hill, donde el cantinero González vio la pepita de 20 onzas de oro en piedra, lanzada por un cliente borracho, quien sin dinero para sus copas, arrojó al cantinero en pago; resultando la más grande piedra de oro nunca vista; estupefacto el bar-tender gritó en la taberna: ¡Oroooo, oroo, oroooo!!, ante boquiabiertos clientes.

Fue cuando cruzar el Colorado vino a gigantesco negocio. El coronel Carrasco, acompañante del general García Conde, comisionado mexicano fijando límites a la nueva frontera durante 1849, estimó en 12 000 peregrinos haber pasado el cruzadero, donde unen aguas los ríos Gila y Colorado y la mitad eran sonorenses; de ahí el empresario Able B. Lincoln se convirtió en rico patrón con su ferry aquel año; justamente donde iba y venía la gente de o al mineral de California sobre el “cruce yumano”; pues corriente abajo se instalaron otros ferrys-lanchones, cobrando por brincar el río: Uno en Algodones; ya en territorio mexicano funcionó la “Panga del Amat” trasladando del muelle de rancho “Mariposa” (Infonavit Bellavista) a “Campo Verde” BC; otro: Ferry Ogden llevando gambusinos al campo leñero “Pescaderos” (Nuevo León) y la “Panga del Cota” próxima al desemboque, subsistiendo hasta 1942, como panga del Zacatecas.

Ref: Libro Puerto Isabel.

Federicoiglesias50@gmail.com