/ viernes 2 de julio de 2021

AMAT CUCAPAH

Oro en Greña



¡Yo no fui!, reclama “El Píchila” -hombre gigantón- defendiéndose al forcejeo cuando policías lo apresaban amarrándole, orden de Tito Ozuna, comandante policíaco.

Éste -zafándose- corrió entre laberinto de callejones y seis manzanas apeñuscadas de San Luis, perdiéndose; sospechoso de secuestrar “la Morris” con quien habitaba. Ella, cantinera del “Tenampa” regenteaba “congales” del Tony; además señalado asesino del carcelero, testigo del secuestro; pero lo ejecutó encerrándole en la celda (hoy telégrafos). Huyó quedando policías sin rastro; ni Ozuna halló vestigio como perseguirlo.

Era indispensable la “Morris” en las cantinas, Tony pagó para buscarla. Fue cuando supimos que vivían inmediato a la “línea”, empezando “la Bracereada”: 1942 levantaron casa entre canal “Sánchez” y el río, a donde “La Morris” enviaba “enganchados” cobrándoles a braceros no contratados. El “Píchila”, llevando cuenta en dólares, de noche les guiaba a “Contrata Trabajo” en Somerton; pero este caso fue olvidado.

En 1947, cliente del changarro de Luís “Arenas” Llanos en “Campamento”, jornalero de Francisco Peralta, viviendo en la Grullita, apodado “Gorra Prieta”, compró más de acostumbrados alimentos; traía bestias aparejadas para carga. Luís le pregunta: _¿A dónde vas, “Gorra Prieta”?, Responde: _ Hay p’allá; desde entonces dejó la siembra, por frecuentes incursiones al desierto, desaparecía en Laguna Prieta; según platicó Norberto Heredia, quien lo siguió, perdiéndole rumbo. Lo conoció cuando llegó al Independencia arriando ganado con Quiroz; hasta comprar casa en callejoncito que era la Obregón, entre fonda “Tío Pepe” y peluquería Careaga.

Regresaba del desierto por rancho “Calaveras” con bestias descargadas; su alazán traía disimulada bolsa de lona ocultándola una cobija; vivía días encerrado en su casa, oyéndosele leves golpeteos y repentinamente, le mirábamos sobre panga de Cenobio Acosta, según decían viajando a Los Ángeles; supimos que iba a vender oro, porque entre botonadura de su camisa se le cayeron unos carricitos tirándose barritas de oro; clientela de Careaga lo reconocieron llamándole “el Píchila” y cuando lo hallaron hurgando junto a la línea, aseguró: Allí estuvo su casa. A esto, familia de “la Morris” exigió a la autoridad: “Clarificara la desaparición familiar”; investigaciones llevaron al juez con policías hasta “sitio de hechos”, declaró “el Píchila” dónde sepultó la dama, dónde escondió los dólares como “coyote” y confesó cómo traía oro de mina descubierta estando en fuga. Recibió sentencia: Pugar ocho años en Islas Marías, ahí fue Gilberto Pérez, descubierto como verdadero nombre; pero al “Píchila”, pasajeros de diligencias siempre vieron libre entre sierras del Rosario y los Alacranes.

Ref:JesCasOzu federicoiglesias50@gmail.com

Oro en Greña



¡Yo no fui!, reclama “El Píchila” -hombre gigantón- defendiéndose al forcejeo cuando policías lo apresaban amarrándole, orden de Tito Ozuna, comandante policíaco.

Éste -zafándose- corrió entre laberinto de callejones y seis manzanas apeñuscadas de San Luis, perdiéndose; sospechoso de secuestrar “la Morris” con quien habitaba. Ella, cantinera del “Tenampa” regenteaba “congales” del Tony; además señalado asesino del carcelero, testigo del secuestro; pero lo ejecutó encerrándole en la celda (hoy telégrafos). Huyó quedando policías sin rastro; ni Ozuna halló vestigio como perseguirlo.

Era indispensable la “Morris” en las cantinas, Tony pagó para buscarla. Fue cuando supimos que vivían inmediato a la “línea”, empezando “la Bracereada”: 1942 levantaron casa entre canal “Sánchez” y el río, a donde “La Morris” enviaba “enganchados” cobrándoles a braceros no contratados. El “Píchila”, llevando cuenta en dólares, de noche les guiaba a “Contrata Trabajo” en Somerton; pero este caso fue olvidado.

En 1947, cliente del changarro de Luís “Arenas” Llanos en “Campamento”, jornalero de Francisco Peralta, viviendo en la Grullita, apodado “Gorra Prieta”, compró más de acostumbrados alimentos; traía bestias aparejadas para carga. Luís le pregunta: _¿A dónde vas, “Gorra Prieta”?, Responde: _ Hay p’allá; desde entonces dejó la siembra, por frecuentes incursiones al desierto, desaparecía en Laguna Prieta; según platicó Norberto Heredia, quien lo siguió, perdiéndole rumbo. Lo conoció cuando llegó al Independencia arriando ganado con Quiroz; hasta comprar casa en callejoncito que era la Obregón, entre fonda “Tío Pepe” y peluquería Careaga.

Regresaba del desierto por rancho “Calaveras” con bestias descargadas; su alazán traía disimulada bolsa de lona ocultándola una cobija; vivía días encerrado en su casa, oyéndosele leves golpeteos y repentinamente, le mirábamos sobre panga de Cenobio Acosta, según decían viajando a Los Ángeles; supimos que iba a vender oro, porque entre botonadura de su camisa se le cayeron unos carricitos tirándose barritas de oro; clientela de Careaga lo reconocieron llamándole “el Píchila” y cuando lo hallaron hurgando junto a la línea, aseguró: Allí estuvo su casa. A esto, familia de “la Morris” exigió a la autoridad: “Clarificara la desaparición familiar”; investigaciones llevaron al juez con policías hasta “sitio de hechos”, declaró “el Píchila” dónde sepultó la dama, dónde escondió los dólares como “coyote” y confesó cómo traía oro de mina descubierta estando en fuga. Recibió sentencia: Pugar ocho años en Islas Marías, ahí fue Gilberto Pérez, descubierto como verdadero nombre; pero al “Píchila”, pasajeros de diligencias siempre vieron libre entre sierras del Rosario y los Alacranes.

Ref:JesCasOzu federicoiglesias50@gmail.com