/ viernes 20 de agosto de 2021

AMAT CUCAPAH

¡Tú! ¿Hijo del Sol?


Jalando veinte soldados dos lanchones con sogas desde orilla del río Colorado, Hernando de Alarcón avanzó algunos 35 kilómetros, aconteciendo el viernes 23 de agosto de 1540, el primer encuentro Español-Cucapah, hace 481 años.

Había dejado sus galeones a 15 kilómetros del desemboque, entrando el día anterior al río, asciende contra fuerte corriente navega, llevando varios intérpretes. Los nativos al verlos, con estruendoso griterío les hacían señas que se fueran, escondiendo mujeres y niños en un bosquecillo. Amenazadores, gesticulan indicando que no avanzaran, marcándoles línea con palos clavados sobre lodo, advirtiendo: ¡Si continúan, atacaremos!, aun así, los españoles fueron acercándose. Alarcón ordena: “Nadie hable, ni se mueva”; con señas ofreció regalos, arrojando y pisando sus armas logró que los nativos también arrojaran las suyas.

Inesperadamente un joven indígena brincó al río llevando conchas, sobre una larga rama. Alarcón le indica: Acércate, dándole objetos brillantes, así inició el “trueque”, cambiando objetos resplandecientes por pan de mezquite; mejorando señas logra confianza, entrando al diálogo. Le preguntan: ¿De dónde vienes?, responde Alarcón con mentiras: _Vengo del Sol y agrega… Yo soy hijo del Sol. Los cucapás maravillados, transfórmanse sumisos y colaborativos, ante el hijo del Sol.

Cinco días después, un indio entendiendo el idioma desde la orilla del río respondió a los intérpretes y quiere saber quiénes eran, de dónde venían, si nacieron en agua, de tierra o cayeron del cielo. Alarcón respondió: _Somos cristianos, venimos de lejos. ¿Quién los manda?, responde Alarcón: _Soy enviado del sol; entonces el indio replicó… ¿Imposible que te envíe el sol, está altísimo, jamás se detiene? Y ¿Por qué nunca había mandado a nadie?, Alarcón, respondió: _Porque yo era niño.

El indio preguntó al propio intérprete: _¿Te llevan contra tu voluntad?, respondió el intérprete: _Estoy por mi propia voluntad y muy satisfecho. Pregunta el nativo: _¿Viene Él para ser nuestro soberano? Responde: _Como soberano no, pero sí como hermano. El indio interroga: _¿Te engendró el sol como a los otros? ¿Los otros también son hijos del sol?, el capitán Alarcón respondió: _Yo soy hijo del sol y los demás no. “Oído esto, aquellos nativos del bajo delta del río Colorado, permanecieron boquiabiertos; pero se venían acercando observando detenidamente al capitán”. Con argucias y engaños Alarcón llevó a su barca al indio que se negaba; le acarició como si fuera niño o animal; le interrogó a través de su intérprete y dándole regalos, le despachó muy contento.

Ref.: Libro Puerto Isabel.

E-mail: federicoiglesias50@gmail.com

¡Tú! ¿Hijo del Sol?


Jalando veinte soldados dos lanchones con sogas desde orilla del río Colorado, Hernando de Alarcón avanzó algunos 35 kilómetros, aconteciendo el viernes 23 de agosto de 1540, el primer encuentro Español-Cucapah, hace 481 años.

Había dejado sus galeones a 15 kilómetros del desemboque, entrando el día anterior al río, asciende contra fuerte corriente navega, llevando varios intérpretes. Los nativos al verlos, con estruendoso griterío les hacían señas que se fueran, escondiendo mujeres y niños en un bosquecillo. Amenazadores, gesticulan indicando que no avanzaran, marcándoles línea con palos clavados sobre lodo, advirtiendo: ¡Si continúan, atacaremos!, aun así, los españoles fueron acercándose. Alarcón ordena: “Nadie hable, ni se mueva”; con señas ofreció regalos, arrojando y pisando sus armas logró que los nativos también arrojaran las suyas.

Inesperadamente un joven indígena brincó al río llevando conchas, sobre una larga rama. Alarcón le indica: Acércate, dándole objetos brillantes, así inició el “trueque”, cambiando objetos resplandecientes por pan de mezquite; mejorando señas logra confianza, entrando al diálogo. Le preguntan: ¿De dónde vienes?, responde Alarcón con mentiras: _Vengo del Sol y agrega… Yo soy hijo del Sol. Los cucapás maravillados, transfórmanse sumisos y colaborativos, ante el hijo del Sol.

Cinco días después, un indio entendiendo el idioma desde la orilla del río respondió a los intérpretes y quiere saber quiénes eran, de dónde venían, si nacieron en agua, de tierra o cayeron del cielo. Alarcón respondió: _Somos cristianos, venimos de lejos. ¿Quién los manda?, responde Alarcón: _Soy enviado del sol; entonces el indio replicó… ¿Imposible que te envíe el sol, está altísimo, jamás se detiene? Y ¿Por qué nunca había mandado a nadie?, Alarcón, respondió: _Porque yo era niño.

El indio preguntó al propio intérprete: _¿Te llevan contra tu voluntad?, respondió el intérprete: _Estoy por mi propia voluntad y muy satisfecho. Pregunta el nativo: _¿Viene Él para ser nuestro soberano? Responde: _Como soberano no, pero sí como hermano. El indio interroga: _¿Te engendró el sol como a los otros? ¿Los otros también son hijos del sol?, el capitán Alarcón respondió: _Yo soy hijo del sol y los demás no. “Oído esto, aquellos nativos del bajo delta del río Colorado, permanecieron boquiabiertos; pero se venían acercando observando detenidamente al capitán”. Con argucias y engaños Alarcón llevó a su barca al indio que se negaba; le acarició como si fuera niño o animal; le interrogó a través de su intérprete y dándole regalos, le despachó muy contento.

Ref.: Libro Puerto Isabel.

E-mail: federicoiglesias50@gmail.com