/ sábado 4 de diciembre de 2021

¿AMLO y la fábrica de chocolate?

“Tenemos que estar insistiendo en la rendición de cuentas, al menos creo que ese es nuestro trabajo acotado en este modo de somos periodistas, no somos fiscales, pero nos toca estar vigilando y publicando la información que el gobierno quisiera que se quedara debajo del tapete. Nuestra obligación es sacarla a la opinión pública y que la gente por supuesto saque sus propias conclusiones. No importa el partido político, no debe importar las simpatías personales o antipatías personales, aquí uno como periodista debe ser muy vigilante…”: Anabel Hernández.

El reportaje de Carmen Aristegui respecto al presunto negocio que el programa Sembrando Vida representa para los hijos del presidente, quienes aparentemente se han visto beneficiados con las bondades de dicho programa salió esta semana. La respuesta del presidente en su mañanera es oscura, una respuesta inesperada para quienes creen que las cosas se hacen de distinta manera. Luego del pronunciamiento del presidente, la periodista Carmen Aristegui respondió con un “sereno moreno”.

Hace algunos años, Carmen Aristegui y todo su equipo de investigadores fueron aplaudidos y reconocidos por su gran trabajo periodístico que develaba la infame casa blanca de la exprimera dama de México. Un acontecimiento que cimbró a todo el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, golpe mediático del que jamás pudo levantarse, a ello también habrá de sumarse el terrible suceso de Ayotzinapa, entre otras atrocidades.

Las cuestiones que plantea el equipo de Aristegui en su investigación no deben ser ignoradas por los civiles, menos por el Estado. No se puede ni debe hacer lo que pasa en cada campaña política cuando algún candidato le sacan su presunta ropa sucia, todo queda escondido con “es campaña negra”. Se está haciendo costumbre en México decir que todo cuestionamiento que se antepone al régimen actual resulta ser una “chayoteada”, costumbre en demasía peligrosa, pues diluye el poder del cuestionamiento al poder mediante el periodismo. De más está decir que el pueblo ya no confía en sus periodistas, en sus medios de comunicación, donde los únicos beneficiados resultan ser quienes ostenten el poder.

¿Por qué desconfía el pueblo del periodista? No es un secreto que existe cierta prostitución grosera e incluso mercenaria en todo el país en el argot periodístico, pues ha quedado a deber bastante en su función social informativa, que pocas veces resulta ser objetiva e imparcial. Los grandes líderes de opinión, columnistas, periodistas, emporios mediáticos, han hecho de su influencia social la herramienta perfecta para cambiar control de masas por dinero público, mientras mayor es el ingreso, la persuasión en favor del hegemónico en turno es superior. ¿Cómo se puede confiar en un gremio traiciona sus principios?

Si el presidente, su familia y todos los implicados en el tema del mal uso del programa Sembrando Vida, aseguran que es información incorrecta y que no tienen nada que ocultar, es el momento de con pruebas demostrar a los investigadores periodísticos y al pueblo que la investigación se equivoca, de no hacerlo, los mexicanos tendrían el derecho de exigir como en su momento pasó con Enrique Peña Nieto el esclarecimiento de los hechos, de no hacerlo, el ciudadano sería cómplice.


“Tenemos que estar insistiendo en la rendición de cuentas, al menos creo que ese es nuestro trabajo acotado en este modo de somos periodistas, no somos fiscales, pero nos toca estar vigilando y publicando la información que el gobierno quisiera que se quedara debajo del tapete. Nuestra obligación es sacarla a la opinión pública y que la gente por supuesto saque sus propias conclusiones. No importa el partido político, no debe importar las simpatías personales o antipatías personales, aquí uno como periodista debe ser muy vigilante…”: Anabel Hernández.

El reportaje de Carmen Aristegui respecto al presunto negocio que el programa Sembrando Vida representa para los hijos del presidente, quienes aparentemente se han visto beneficiados con las bondades de dicho programa salió esta semana. La respuesta del presidente en su mañanera es oscura, una respuesta inesperada para quienes creen que las cosas se hacen de distinta manera. Luego del pronunciamiento del presidente, la periodista Carmen Aristegui respondió con un “sereno moreno”.

Hace algunos años, Carmen Aristegui y todo su equipo de investigadores fueron aplaudidos y reconocidos por su gran trabajo periodístico que develaba la infame casa blanca de la exprimera dama de México. Un acontecimiento que cimbró a todo el gobierno del priista Enrique Peña Nieto, golpe mediático del que jamás pudo levantarse, a ello también habrá de sumarse el terrible suceso de Ayotzinapa, entre otras atrocidades.

Las cuestiones que plantea el equipo de Aristegui en su investigación no deben ser ignoradas por los civiles, menos por el Estado. No se puede ni debe hacer lo que pasa en cada campaña política cuando algún candidato le sacan su presunta ropa sucia, todo queda escondido con “es campaña negra”. Se está haciendo costumbre en México decir que todo cuestionamiento que se antepone al régimen actual resulta ser una “chayoteada”, costumbre en demasía peligrosa, pues diluye el poder del cuestionamiento al poder mediante el periodismo. De más está decir que el pueblo ya no confía en sus periodistas, en sus medios de comunicación, donde los únicos beneficiados resultan ser quienes ostenten el poder.

¿Por qué desconfía el pueblo del periodista? No es un secreto que existe cierta prostitución grosera e incluso mercenaria en todo el país en el argot periodístico, pues ha quedado a deber bastante en su función social informativa, que pocas veces resulta ser objetiva e imparcial. Los grandes líderes de opinión, columnistas, periodistas, emporios mediáticos, han hecho de su influencia social la herramienta perfecta para cambiar control de masas por dinero público, mientras mayor es el ingreso, la persuasión en favor del hegemónico en turno es superior. ¿Cómo se puede confiar en un gremio traiciona sus principios?

Si el presidente, su familia y todos los implicados en el tema del mal uso del programa Sembrando Vida, aseguran que es información incorrecta y que no tienen nada que ocultar, es el momento de con pruebas demostrar a los investigadores periodísticos y al pueblo que la investigación se equivoca, de no hacerlo, los mexicanos tendrían el derecho de exigir como en su momento pasó con Enrique Peña Nieto el esclarecimiento de los hechos, de no hacerlo, el ciudadano sería cómplice.