/ domingo 20 de noviembre de 2022

Amor Líquido

Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo que falleció en 1917, en su libro que lleva por nombre este mismo título afirma que; hemos pasado de una sociedad que se caracterizaba por su solidez, durabilidad, estabilidad y poca velocidad a una sociedad líquida que se caracteriza por inestabilidad poca permanencia y alta velocidad.

Antes un objeto se hacía para durar y podíamos tenerlo por muchos años, ahora cambiamos los objetos tan solo porque ha salido uno nuevo, es la cultura de lo efímero, o del “descarte” como lo menciona el Papa Francisco. Esta cultura la hemos llevado a nuestras relaciones o vínculos amorosos desde la regla Costo – Beneficio donde todos podemos ser descartables e intercambiables.

Hoy condicionamos el amor a los beneficios que aporta la pareja y el interés es mayor en obtener satisfacción al menor costo posible, es por eso que el amor líquido no está acostumbrado a tener relaciones porque descarta el producto cuando dejan de ser satisfactorios, a diferencia del amor sólido cuya alianza es “hasta que la muerte nos separe”. El individuo líquido es producto de una sociedad consumista, le aterra el compromiso pues se conforma con un individualismo hedonista que solo satisfaga su propia necesidad.

Hoy las relaciones son sustituidas por conexiones, pues es preferible tener conexiones virtuales que se puedan desconectar más rápidamente, inclusive una amenaza para la persona o la vida en pareja son las conexiones que tenemos con las redes sociales y los individuos que en ella encontramos. En la red es más fácil conectarnos o desconectarnos sin dejar rastro alguno por el contrario en la relación personal no es tan fácil esconder o escapar.

Eric Fromm en su libro Arte de amar nos dice que el ser humano vive una angustia existencial causa de la separabilidad, esto significa que el ser humano está aislado y la solución plena de realización se encuentra en la fusión con una persona pues el amor capacita al hombre para saciar su sentimiento de vacío y poder permitirle su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y no obstante siguen siendo dos.

El amor es un acto de dar y no de recibir, en el amor se experimenta mi fuerza, mi riqueza, es desbordar porque en el acto de dar se da la expresión de vitalidad. Para Fromm el amor tiene cuatro características: El cuidado; es la preocupación activa y crecimiento por aquello que amamos. Responsabilidad; es la respuesta voluntaria a las necesidades expresadas del otro ser humano, es estar listo a responder a lo que me pide. Respeto; es ver la individualidad única de la otra persona y preocuparse para que la persona amada crezca y se desarrolle. Conocimiento; debo conocer a la otra persona y a mí mismo para dejar a un lado las ilusiones o imágenes irracionalmente deformadas que tenemos. Y por último para la práctica del amor se requiere. Disciplina; amar y crear hábitos positivos, concentración; no vivir de manera difusa y confusa, paciencia; no aspirar a tener resultados rápidos, preocupación; interés por la felicidad del otro y superar al propio narciso.

Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo que falleció en 1917, en su libro que lleva por nombre este mismo título afirma que; hemos pasado de una sociedad que se caracterizaba por su solidez, durabilidad, estabilidad y poca velocidad a una sociedad líquida que se caracteriza por inestabilidad poca permanencia y alta velocidad.

Antes un objeto se hacía para durar y podíamos tenerlo por muchos años, ahora cambiamos los objetos tan solo porque ha salido uno nuevo, es la cultura de lo efímero, o del “descarte” como lo menciona el Papa Francisco. Esta cultura la hemos llevado a nuestras relaciones o vínculos amorosos desde la regla Costo – Beneficio donde todos podemos ser descartables e intercambiables.

Hoy condicionamos el amor a los beneficios que aporta la pareja y el interés es mayor en obtener satisfacción al menor costo posible, es por eso que el amor líquido no está acostumbrado a tener relaciones porque descarta el producto cuando dejan de ser satisfactorios, a diferencia del amor sólido cuya alianza es “hasta que la muerte nos separe”. El individuo líquido es producto de una sociedad consumista, le aterra el compromiso pues se conforma con un individualismo hedonista que solo satisfaga su propia necesidad.

Hoy las relaciones son sustituidas por conexiones, pues es preferible tener conexiones virtuales que se puedan desconectar más rápidamente, inclusive una amenaza para la persona o la vida en pareja son las conexiones que tenemos con las redes sociales y los individuos que en ella encontramos. En la red es más fácil conectarnos o desconectarnos sin dejar rastro alguno por el contrario en la relación personal no es tan fácil esconder o escapar.

Eric Fromm en su libro Arte de amar nos dice que el ser humano vive una angustia existencial causa de la separabilidad, esto significa que el ser humano está aislado y la solución plena de realización se encuentra en la fusión con una persona pues el amor capacita al hombre para saciar su sentimiento de vacío y poder permitirle su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y no obstante siguen siendo dos.

El amor es un acto de dar y no de recibir, en el amor se experimenta mi fuerza, mi riqueza, es desbordar porque en el acto de dar se da la expresión de vitalidad. Para Fromm el amor tiene cuatro características: El cuidado; es la preocupación activa y crecimiento por aquello que amamos. Responsabilidad; es la respuesta voluntaria a las necesidades expresadas del otro ser humano, es estar listo a responder a lo que me pide. Respeto; es ver la individualidad única de la otra persona y preocuparse para que la persona amada crezca y se desarrolle. Conocimiento; debo conocer a la otra persona y a mí mismo para dejar a un lado las ilusiones o imágenes irracionalmente deformadas que tenemos. Y por último para la práctica del amor se requiere. Disciplina; amar y crear hábitos positivos, concentración; no vivir de manera difusa y confusa, paciencia; no aspirar a tener resultados rápidos, preocupación; interés por la felicidad del otro y superar al propio narciso.