México suma 79 políticos asesinados durante el proceso electoral de 2021, 31 de los cuales eran aspirantes o candidatos en los comicios, reveló este martes la consultora Etellekt en su Cuarto Informe de Violencia Política en México 2021. En total, se registraron 476 agresiones contra políticos, que incluyen homicidios, amenazas, robos o secuestros, entre otras, las cuales dejaron 443 víctimas.
Esa estadística pertenece al 4 de mayo de 2021, días después el número subiría a 80, aportando el estado de Sonora un candidato más asesinado a la lista. Más allá de las acusaciones y rumores que rodean al personaje fallecido, es bueno preguntarse algunas cosas.
Fue un hecho en demasía trágico para la familia de la víctima, pero al parecer un hecho fructífero para la época electoral de los diferentes partidos políticos en México, pues como cualquier ave de carroña se cuelgan del acto trágico para intentar llevar agua a su molino. Bien se dice que, en la política, y más en la mexicana, no hay respeto, no hay pudor, no hay progenitora, no hay nada.
El asesinato del candidato de Cajeme prende las alarmas para los polacos que arden en deseos de “mejorar al estado”. Había debate de los candidatos sanluisinos y por “respeto” se postergó unos días. Curioso el actuar de los organismos públicos en el estado, pues esa misma semana hubo 4 ejecuciones en la ciudad y dos cuerpos fueron encontrados, ¿cancelaron los debates o hubo luto estatal? Por supuesto que no.
Caborca arde, Cajeme y otros municipios del estado viven días de guerra, pero tampoco se cancelan debates, pues a menos que asesinen a otro candidato es cuando vale la pena poner moños negros en sus perfiles de redes sociales, como el de la actual gobernadora, quien, sin importarle mucho los actos violentos en los municipios de Sonora, continúa desaparecida del mapa, solo cuando es un candidato o funcionario habrá de aparecer.
Sí, las ejecuciones, levantones, ataques ya hace tiempo que comenzaron a tocar la puerta de las aspirantes y servidores públicos en México, pero como en su mayoría siempre termina la ciudadanía siendo “daño colateral” de las estrategias de “seguridad”, pues en realidad no les importaba mucho.
Y es que la misma sociedad etiqueta al ciudadano que es encontrado sin vida o asesinado en un ataque como “alguien en malos pasos”, en cambio un aspirante para algún cargo o funcionario que tiene un trágico final o se ve envuelto en un ataque, siempre se le atribuye una imagen limpia, pulcra, de héroe y luchador, algunos hasta son convertidos en mártires y otros utilizados vilmente como ventaja política en sus campañas.
Todos los medios de comunicación cubren la nota, sus compañeros, y aspirantes al cargo reprueban los hechos violentos y asumen estar artos. Mágicamente abren los ojos y se percatan del problema.
Es deprimente darse cuenta que solo cuando un funcionario o candidato es atacado el estado se paraliza, ahora sí que mientras los agredidos sean los ciudadanos al parecer no hay bronca, pues seguramente te harán creer que andaba en malos pasos, cuando en realidad se desconoce.
