/ jueves 6 de septiembre de 2018

¿Cómo dijo?

Cuando llegan las lluvias

Nada más llega el mes de septiembre y con él también la temporada de lluvias, que son inmensamente necesarias para abastecernos de agua para todo el año. ¡Qué bonito es ver llover y no mojarse! ¿Verdad que sí? En general, cuando uno se pone cómodamente a ver llover se produce una sensación muy placentera y tranquilizante.

¿Por qué nos tranquiliza el ruido de la lluvia? Bueno, a algunos de hecho les inquieta este ruido porque les provoca unas irrefrenables ganas de “ir al baño”, pero quitando este detalle, por lo general el ruido de la lluvia es muy relajante. Los científicos que han estudiado profundamente el comportamiento de nuestra “maquinita de pensar” -el cerebro- dicen que muchos de los sonidos de la naturaleza -incluidos el de la lluvia, las olas del mar, el viento, entre otros- son interpretados por nuestro cerebro como “no amenazantes”, o sea que al escucharlos no es necesario alarmarse porque no corremos peligro.

Estos sonidos naturales, que pueden ser fuertes pero no repentinos, pueden bloquear a otros sonidos que sí son alarmantes para nuestro cerebro y que como resultado producen estrés. El problema para los que vivimos en las grandes ciudades es que a toda hora estamos expuestos a sonidos que nos “ponen los nervios de punta”: La alarma del coche del vecino que se enciende a media noche; el ladrido del perro, una puerta que se cierra de manera abrupta -o sea, violentamente- entre muchos otros ruidos que nos inquietan.

Pero bueno, nosotros estábamos con la terapéutica lluvia que genera vida por donde pasa. La palabra “lluvia” nos llega del latín pluvia que es como originalmente se nombraba a la lluvia, pero en algún momento la “pl” se cambió por la “ll” y así quedó. Sin embargo, muchas de las palabras relacionadas con la lluvia conservan esta raíz “pl”: Pluvial, pluviómetro, pluvioso, etcétera.

Cuando la lluvia llega fuerte y de manera repentina decimos que es un “aguacero”, palabra que dicen proviene de aguaza que se refiere al humor -no al estado de ánimo sino a los líquidos que segregan los organismos- de los seres vivos; la verdad no he encontrado la conexión exacta entre estos dos conceptos… y para serle sincero, prefiero no buscarla mucho.

El aguacero también lo conocemos como chubasco -como el que le querían formar a Lupita para detenerle su navegación- que es una de las pocas palabras que nos llegan al castellano por el lado del portugués. El maestro y reconocido lingüista Joan Corominas nos dice que hay registro del uso de la palabra chubasco en el castellano desde 1590, en un viaje de navegantes españoles.

Tenemos otras formas de nombrar a los aguaceros, como el chaparrón -que es una forma onomatopéyica de nombrar al sonido de mucha agua cayendo en poco tiempo-, el diluvio -que específicamente se refiere a la inundación que resulta de la copiosa lluvia-, precipitación y muchas otras.

En cambio, si la lluvia es poca o cae suavemente, decimos que es una llovizna -por cierto, decir “ligera llovizna” puede considerarse un pleonasmo ya que no existen lloviznas fuertes porque entonces ya sería lluvia- o también decimos que está nada más “chispeando” porque las gotitas de lluvia son pequeñitas como unas chispitas. “¿Ya está lloviendo?”, pregunta la señora al niño… “No, nada más está el ‘chipi-chipi’” contesta el chamaquito que viene de la tienda un poco mojado.

Cuando a alguien le pasa algo malo y luego le pasa algo peor… y así sigue con su mala suerte, decimos que le “llueve sobre mojado”, porque todavía no se repone del primer suceso malo y ya le está pasando otro igual o peor… así como cuando el suelo se queda mojado después de llover y antes de que se seque, ya empezó a llover de nuevo para hacer el charco más grande.

Y antes de que me llueva a mí, me despido de usted. Cuídese de las lluvias y disfrútelas, por favor.


Consultorio Verbal

comodijo2@hotmail.com / @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Yadira Cota pregunta: ¿Cuál es la forma correcta: hubiera o hubiese?

RESPUESTA: En todos los verbos, el pretérito o pretérito imperfecto del modo subjuntivo puede usarse indistintamente con la terminación “ra” o “se”: Hubiera o hubiese, quisiera o quisiese, amara o amase, etcétera.

AHORA PREGUNTO: A mi tío Glafiro le decían siempre que era un gran demóstenes. ¿Por qué? ¿Qué es lo que distingue a un demóstenes?

a.- Que es muy justo

b.- Que es muy buen orador

c.- Que es muy bueno para las matemáticas

d.- Que es muy generoso

RESPUESTA: b. Un demóstenes se le dice a una persona que es muy buena para la oratoria, por Demóstenes, un excelente orador de la Grecia Antigua.

Me voy dejándole esta reflexión: Libros, caminos y días, le dan al hombre sabiduría. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

Cuando llegan las lluvias

Nada más llega el mes de septiembre y con él también la temporada de lluvias, que son inmensamente necesarias para abastecernos de agua para todo el año. ¡Qué bonito es ver llover y no mojarse! ¿Verdad que sí? En general, cuando uno se pone cómodamente a ver llover se produce una sensación muy placentera y tranquilizante.

¿Por qué nos tranquiliza el ruido de la lluvia? Bueno, a algunos de hecho les inquieta este ruido porque les provoca unas irrefrenables ganas de “ir al baño”, pero quitando este detalle, por lo general el ruido de la lluvia es muy relajante. Los científicos que han estudiado profundamente el comportamiento de nuestra “maquinita de pensar” -el cerebro- dicen que muchos de los sonidos de la naturaleza -incluidos el de la lluvia, las olas del mar, el viento, entre otros- son interpretados por nuestro cerebro como “no amenazantes”, o sea que al escucharlos no es necesario alarmarse porque no corremos peligro.

Estos sonidos naturales, que pueden ser fuertes pero no repentinos, pueden bloquear a otros sonidos que sí son alarmantes para nuestro cerebro y que como resultado producen estrés. El problema para los que vivimos en las grandes ciudades es que a toda hora estamos expuestos a sonidos que nos “ponen los nervios de punta”: La alarma del coche del vecino que se enciende a media noche; el ladrido del perro, una puerta que se cierra de manera abrupta -o sea, violentamente- entre muchos otros ruidos que nos inquietan.

Pero bueno, nosotros estábamos con la terapéutica lluvia que genera vida por donde pasa. La palabra “lluvia” nos llega del latín pluvia que es como originalmente se nombraba a la lluvia, pero en algún momento la “pl” se cambió por la “ll” y así quedó. Sin embargo, muchas de las palabras relacionadas con la lluvia conservan esta raíz “pl”: Pluvial, pluviómetro, pluvioso, etcétera.

Cuando la lluvia llega fuerte y de manera repentina decimos que es un “aguacero”, palabra que dicen proviene de aguaza que se refiere al humor -no al estado de ánimo sino a los líquidos que segregan los organismos- de los seres vivos; la verdad no he encontrado la conexión exacta entre estos dos conceptos… y para serle sincero, prefiero no buscarla mucho.

El aguacero también lo conocemos como chubasco -como el que le querían formar a Lupita para detenerle su navegación- que es una de las pocas palabras que nos llegan al castellano por el lado del portugués. El maestro y reconocido lingüista Joan Corominas nos dice que hay registro del uso de la palabra chubasco en el castellano desde 1590, en un viaje de navegantes españoles.

Tenemos otras formas de nombrar a los aguaceros, como el chaparrón -que es una forma onomatopéyica de nombrar al sonido de mucha agua cayendo en poco tiempo-, el diluvio -que específicamente se refiere a la inundación que resulta de la copiosa lluvia-, precipitación y muchas otras.

En cambio, si la lluvia es poca o cae suavemente, decimos que es una llovizna -por cierto, decir “ligera llovizna” puede considerarse un pleonasmo ya que no existen lloviznas fuertes porque entonces ya sería lluvia- o también decimos que está nada más “chispeando” porque las gotitas de lluvia son pequeñitas como unas chispitas. “¿Ya está lloviendo?”, pregunta la señora al niño… “No, nada más está el ‘chipi-chipi’” contesta el chamaquito que viene de la tienda un poco mojado.

Cuando a alguien le pasa algo malo y luego le pasa algo peor… y así sigue con su mala suerte, decimos que le “llueve sobre mojado”, porque todavía no se repone del primer suceso malo y ya le está pasando otro igual o peor… así como cuando el suelo se queda mojado después de llover y antes de que se seque, ya empezó a llover de nuevo para hacer el charco más grande.

Y antes de que me llueva a mí, me despido de usted. Cuídese de las lluvias y disfrútelas, por favor.


Consultorio Verbal

comodijo2@hotmail.com / @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Yadira Cota pregunta: ¿Cuál es la forma correcta: hubiera o hubiese?

RESPUESTA: En todos los verbos, el pretérito o pretérito imperfecto del modo subjuntivo puede usarse indistintamente con la terminación “ra” o “se”: Hubiera o hubiese, quisiera o quisiese, amara o amase, etcétera.

AHORA PREGUNTO: A mi tío Glafiro le decían siempre que era un gran demóstenes. ¿Por qué? ¿Qué es lo que distingue a un demóstenes?

a.- Que es muy justo

b.- Que es muy buen orador

c.- Que es muy bueno para las matemáticas

d.- Que es muy generoso

RESPUESTA: b. Un demóstenes se le dice a una persona que es muy buena para la oratoria, por Demóstenes, un excelente orador de la Grecia Antigua.

Me voy dejándole esta reflexión: Libros, caminos y días, le dan al hombre sabiduría. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

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