/ viernes 31 de enero de 2020

Comunidad y familia

Éxito vs. fracaso

Hace unas semanas compartía una charla con un grupo de jóvenes universitarios, a quienes les preguntaba: ¿Qué condiciones indispensables necesitan las personas para tener éxito?, Sus respuestas iban desde la buena formación, la disciplina, arduo trabajo, las finanzas, buenos mentores, algo de suerte, etc., todas sus respuestas fueron muy aceptables, pero con mi segunda pregunta realmente los dejé pensando: ¿Creen que el fracaso nos ayuda para llegar al éxito?

El propósito de mi pregunta era que esos muchachos reflexionaran en que el éxito no es cuestión de suerte, ni de tener todas las condiciones adecuadas, más bien el éxito es la plenitud para llevar a cabo algo ordinario de manera extraordinaria, que el éxito no es exclusivo para la gente adinerada y para llegar a este punto algunas veces tendremos logros, pero también fracasos.

En la actualidad muchos hombres y mujeres han sucumbido a los efectos del fracaso por no saber cómo asimilarlo y por no haberlo superado. Las estadísticas alarmantes que han dado a conocer las instancias de salud mental han dejado en claro que los índices de suicidio, adicciones, depresión y profunda tristeza han estado a la alza, afectando la vida de chicos y grandes, donde muchos han declarado que el origen de su padecimiento fue haber fracasado en algún área de su vida.

Según la Real Academia Española, fracaso se define como el «malogro o resultado adverso de una empresa o negocio»; un «suceso lastimoso, inapropiado y funesto» o la «caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento»; «que sucede sin haber pensado en ello, o sin esperarlo».

¿Cuántas veces nos dejamos llevar por el pesimismo o el malestar de ver que algo nos sale mal o que no logramos lo que nos proponemos? ¿O que estamos haciendo todas las cosas bien, trabajando duramente, pero nuestra oportunidad o nuestro éxito sigue sin llegar?

He conocido a hombres y mujeres que se sienten frustrados porque trabajan mucho, pero cosechan poco, planean cada detalle de un proyecto, pero éste no se logra y algunos más llevan tatuada en la frente la palabra fracasado porque se divorciaron o porque perdieron su trabajo y llegados a este punto, son muchos los que dejan de insistir y abandonan todo, incluso el deseo de vivir.

Mi deseo, queridos lectores, es que a través de esta reflexión nos dispongamos a tratar con el fracaso de una manera efectiva y liberadora, con lo que estaremos en posibilidades de obtener aprendizajes que nos lleven a quitar toda limitación de nuestra vida.

El fracaso es un suceso inesperado y podríamos decir que no hace excepción de personas. Todos estamos expuestos a experimentar el fracaso de alguna manera y en algún momento de nuestra vida porque no tenemos control de todas las cosas.

El fracaso derrota a los perdedores, pero inspira a los ganadores. Así como los deportistas que participan en los Juegos Olímpicos cuando se caen o se lastiman tienen 2 opciones: O se quedan tirados lamiéndose las heridas de su fracaso o se levantan a sobreponerse al fracaso y volver a luchar para ganar.

Ser rico, intelectual, guapo, popular, habilidoso y creativo no te hace inmune al fracaso. Aun los hombres y mujeres más celebren de la era moderna han experimentado el fracaso, la derrota y hasta la burla antes de tener éxito y dejar una huella imborrable en la historia, por ejemplo: Walt Disney, Albert Einstein, Winston Churchill, Vincent Van Gogh, Steven Spielberg, Oprah Winfrey, etc.

La diferencia entre ser o no ser un fracasado es la reacción que tenemos frente a un fracaso, adversidad o problema, pero la clave es levantarme a aprender más, a buscar la estrategia para conquistar lo que deseamos.

Experimentar el fracaso no me hace un fracasado, pero quedarme en el fracaso; eso sí me hace un fracasado. No dejemos que ese fracaso gobierne nuestras vidas, nuestras emociones ni nuestros pensamientos.

No es lo que otros nos hacen lo que nos destruye, sino cómo reaccionamos a ese daño.

Tenemos que ser el ejemplo para las generaciones que vienen detrás de nosotros.

Veamos el fracaso como un momento, no lo hagamos como un monumento. Aquí es donde muchas personas se quedan atoradas por años, sufriendo y temiendo volver a intentar. No podemos permitir que el fracaso nos marque, porque nos estanca.

Fracasar no significa que no somos nada, significa que somos perfectibles

Haga un alto en el camino y pregúntese en qué ha fracaso como padre, como individuo, como profesionista, como ciudadano, cómo reaccionamos ante los fracasos de nuestra familia, de nuestros hijos. A veces, después del fracaso nos aislamos y nos cerramos, nos hacemos duros a los demás, pero es solo porque necesitamos ser amados.

En verdad necesitamos aprender a asimilar con madurez la adversidad que nos conduce a una verdadera plenitud.

Como ya lo he comentado en anteriores ocasiones, yo creo profundamente en un Dios que siempre nos da una oportunidad para ser mejores. Nos quiere sanar las heridas del fracaso y enseñarnos a ser ganadores.

Henry Ford dijo: “Fracasar no me hace un fracasado, más bien nos da una oportunidad de comenzar otra vez con más inteligencia”.

Así que podemos concluir que el fracaso es un gran maestro. ¿Quién está dispuesto a aprender?

Agradezco su compañía en esta ocasión, ¡hasta la próxima!


Éxito vs. fracaso

Hace unas semanas compartía una charla con un grupo de jóvenes universitarios, a quienes les preguntaba: ¿Qué condiciones indispensables necesitan las personas para tener éxito?, Sus respuestas iban desde la buena formación, la disciplina, arduo trabajo, las finanzas, buenos mentores, algo de suerte, etc., todas sus respuestas fueron muy aceptables, pero con mi segunda pregunta realmente los dejé pensando: ¿Creen que el fracaso nos ayuda para llegar al éxito?

El propósito de mi pregunta era que esos muchachos reflexionaran en que el éxito no es cuestión de suerte, ni de tener todas las condiciones adecuadas, más bien el éxito es la plenitud para llevar a cabo algo ordinario de manera extraordinaria, que el éxito no es exclusivo para la gente adinerada y para llegar a este punto algunas veces tendremos logros, pero también fracasos.

En la actualidad muchos hombres y mujeres han sucumbido a los efectos del fracaso por no saber cómo asimilarlo y por no haberlo superado. Las estadísticas alarmantes que han dado a conocer las instancias de salud mental han dejado en claro que los índices de suicidio, adicciones, depresión y profunda tristeza han estado a la alza, afectando la vida de chicos y grandes, donde muchos han declarado que el origen de su padecimiento fue haber fracasado en algún área de su vida.

Según la Real Academia Española, fracaso se define como el «malogro o resultado adverso de una empresa o negocio»; un «suceso lastimoso, inapropiado y funesto» o la «caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento»; «que sucede sin haber pensado en ello, o sin esperarlo».

¿Cuántas veces nos dejamos llevar por el pesimismo o el malestar de ver que algo nos sale mal o que no logramos lo que nos proponemos? ¿O que estamos haciendo todas las cosas bien, trabajando duramente, pero nuestra oportunidad o nuestro éxito sigue sin llegar?

He conocido a hombres y mujeres que se sienten frustrados porque trabajan mucho, pero cosechan poco, planean cada detalle de un proyecto, pero éste no se logra y algunos más llevan tatuada en la frente la palabra fracasado porque se divorciaron o porque perdieron su trabajo y llegados a este punto, son muchos los que dejan de insistir y abandonan todo, incluso el deseo de vivir.

Mi deseo, queridos lectores, es que a través de esta reflexión nos dispongamos a tratar con el fracaso de una manera efectiva y liberadora, con lo que estaremos en posibilidades de obtener aprendizajes que nos lleven a quitar toda limitación de nuestra vida.

El fracaso es un suceso inesperado y podríamos decir que no hace excepción de personas. Todos estamos expuestos a experimentar el fracaso de alguna manera y en algún momento de nuestra vida porque no tenemos control de todas las cosas.

El fracaso derrota a los perdedores, pero inspira a los ganadores. Así como los deportistas que participan en los Juegos Olímpicos cuando se caen o se lastiman tienen 2 opciones: O se quedan tirados lamiéndose las heridas de su fracaso o se levantan a sobreponerse al fracaso y volver a luchar para ganar.

Ser rico, intelectual, guapo, popular, habilidoso y creativo no te hace inmune al fracaso. Aun los hombres y mujeres más celebren de la era moderna han experimentado el fracaso, la derrota y hasta la burla antes de tener éxito y dejar una huella imborrable en la historia, por ejemplo: Walt Disney, Albert Einstein, Winston Churchill, Vincent Van Gogh, Steven Spielberg, Oprah Winfrey, etc.

La diferencia entre ser o no ser un fracasado es la reacción que tenemos frente a un fracaso, adversidad o problema, pero la clave es levantarme a aprender más, a buscar la estrategia para conquistar lo que deseamos.

Experimentar el fracaso no me hace un fracasado, pero quedarme en el fracaso; eso sí me hace un fracasado. No dejemos que ese fracaso gobierne nuestras vidas, nuestras emociones ni nuestros pensamientos.

No es lo que otros nos hacen lo que nos destruye, sino cómo reaccionamos a ese daño.

Tenemos que ser el ejemplo para las generaciones que vienen detrás de nosotros.

Veamos el fracaso como un momento, no lo hagamos como un monumento. Aquí es donde muchas personas se quedan atoradas por años, sufriendo y temiendo volver a intentar. No podemos permitir que el fracaso nos marque, porque nos estanca.

Fracasar no significa que no somos nada, significa que somos perfectibles

Haga un alto en el camino y pregúntese en qué ha fracaso como padre, como individuo, como profesionista, como ciudadano, cómo reaccionamos ante los fracasos de nuestra familia, de nuestros hijos. A veces, después del fracaso nos aislamos y nos cerramos, nos hacemos duros a los demás, pero es solo porque necesitamos ser amados.

En verdad necesitamos aprender a asimilar con madurez la adversidad que nos conduce a una verdadera plenitud.

Como ya lo he comentado en anteriores ocasiones, yo creo profundamente en un Dios que siempre nos da una oportunidad para ser mejores. Nos quiere sanar las heridas del fracaso y enseñarnos a ser ganadores.

Henry Ford dijo: “Fracasar no me hace un fracasado, más bien nos da una oportunidad de comenzar otra vez con más inteligencia”.

Así que podemos concluir que el fracaso es un gran maestro. ¿Quién está dispuesto a aprender?

Agradezco su compañía en esta ocasión, ¡hasta la próxima!