/ viernes 10 de julio de 2020

COMUNIDAD Y FAMILIA

Amor con amor se paga




Poco antes de jubilarme del magisterio, debido a una promoción que gané por examen fui asignada a Hermosillo, pero al no ser conveniente para mí, decidí rechazarla. Las consecuencias de esa decisión fueron muy fuertes, ya que después de una década como asesora pedagógica de profesores de Educación Física en primaria tuve que regresar a trabajar con los alumnos en clases directas.

Recuerdo que las primeras semanas se me hicieron muy pesadas debido a que tenía que recuperar mi condición física y debía desempolvar mis habilidades didácticas, pero nadie me habló que el reto más grande al que me enfrentaría iba a ser con los alumnos de primer y segundo grado de primaria.

Poco a poco fui descubriendo que esa generación de pequeñines no sabía escuchar, no sabía seguir instrucciones, hablaba sin parar y no se apegaban a las reglas de la clase. En verdad, esta situación llegó a frustrarme porque sentía que algo no está bien y cuando tuve oportunidad de compartir impresiones con las maestras de estos grupos, nos dimos cuenta que también ellas estaban batallando con las mismas conductas dentro del salón y desde entonces me preguntaba: ¿Por qué los niños no escuchan ni atienden instrucciones?, ¿qué están haciendo los padres de estos niños? y ¿cómo los están formando?

Les confieso que mi frustración aumentó cuando tuve que entrevistarme con varios padres cuyas respuestas fueron: “Es que no lo puedo corregir, no tiene a su papá”, “yo amo a mis hijos y los dejo que sean libres, que hagan lo que desean”, “yo no necesito disciplinar a mis hijos” y “yo soy amigo de mis hijos”, entre muchas otras.

A pesar de todo, me propuse conducir a mis alumnos de la mejor manera, sin coartar su expresión, creatividad y ritmo de aprendizaje, se dieron cuenta que al escuchar, al seguir instrucciones y reglas, podíamos trabajar de manera más ordenada y divertida.

No sé qué opina usted querido lector de lo que dice este dicho muy popular en México: “Tanto quiere el diablo a su hijo hasta que lo mata”; pero de manera personal, creo que tienen mucho de razón cuando se aplica a muchos de los padres que con el pretexto de amar a sus hijos sin medida, ni los instruyen, ni los disciplinan, no les ponen límites, así que los dejan a la deriva y los echan a perder.

En esto mismo pensaba hace unos días cuando leí en las noticias locales de tres jovencitos entre 14 y 15 años que en la madrugada fueron agredidos por otros, causándoles heridas y la muerte al más joven.

Hay personas que culparán a las autoridades, a las pandillas y a los mismos jóvenes, pero yo me pregunto: ¿Cuántas muertes más hacen falta para hacer que los padres despierten de su estupor para amar, enseñar, disciplinar y proteger a sus hijos?

San Luis Río Colorado es una hermosa ciudad que actualmente está enfrentando situaciones de crisis familiar y social que si atendemos un poco mejor a la familia, vamos a resolver muchos de estos problemas.

Pero ¿cómo amar a nuestros hijos?, ¿cómo no echarlos a perder por amarlos de más? En los libros de consejería familiar he aprendido que la primera función que los padres de familia debemos desempeñar es amar a nuestros hijos, pero para ellos primero debemos entender ¿qué es el amor? El amor es una decisión de vida, no es un sentimiento porque si mañana no me siento bien o me levanto con el pie izquierdo, pues ya no voy a amar, si dependo de mis emociones entonces mi amor sería como la montaña rusa, unos días arriba y otros abajo.

Amar conlleva para los padres la responsabilidad de saber cuáles son las necesidades que nuestros hijos tienen y suplirlas de manera adecuada. El amor es una respuesta que se aprende y nuestros hijos desde que nacen, lo hacen con una tremenda capacidad para amar, pero en la medida en que nosotros los amamos es como aprenden.

Si nosotros somos rudos, secos y amargos en nuestro trato hacia ellos, ese es el modelo de amor que aprenden y se ha comprobado con experimentos médicos en los que se ha dejado a los recién nacidos que no tienen padres, sin contacto o manifestación de amor de un adulto y los efectos que ocasionan en la salud emocional de estos menores ha sido muy triste y contraria a la que muestran los pequeños que han sido rodeados de caricias, abrazos, atención, palabras y cuidados, entonces podemos afirmar que amar a nuestros hijos es un decisión y del amor que les damos, es el amor que ellos nos entregan. Me encanta que nuestro presidente Lopez Obrador ha hecho muy popular esta gran verdad cuando dice: “Amor con amor se paga”.

Es muy fácil amar a nuestros hijos cuando son lindos, recién bañados y cuando se portan muy bien, pero qué pasa cuando un niño en el mercado se nos tira en el piso con un berrinche o cuando es grosero con sus compañeros de escuela, allí ya no es tan fácil amarlos, pero cuando decidimos amarlos y decidimos invertir tiempo y esfuerzo en ellos para instruirlos, para disciplinarlos, ésta es la mejor muestra de nuestro amor para cambiar sus vidas.

A veces los padres son muy rápidos para castigar a los hijos, pero no se dan cuenta que no se tomaron el tiempo suficiente para primero instruirlos y enseñarles los valores, las buenas conductas y lo que se espera de ellos, por lo tanto esa “disciplina” lastima en vez de corregirlos y ganarnos sus corazones.

El amor necesita ser expresado en palabras, en acciones y en actitudes, yo he oído a muchos padres decir: “Yo amo mucho a mis hijos, ellos saben que los amo” y también le he preguntado a esos hijos si en verdad ellos sienten que sus padres los aman, su respuesta ha sido no. Muchos padres que van por la vida dando por hecho cosas que su familia sabe o siente, pero no se han dado el tiempo para expresar el amor, así que no olvide que el amor necesita ser expresado.

Las palabras son muy importantes, porque nosotros tenemos el poder de vida o de muerte en nuestra boca cuando hablamos palabras de afirmación, de aprobación y de aceptación sobre nuestros hijos, ellos realmente sienten que los amamos, pero por el contrario, cuando nosotros les damos palabras de maldición, groserías, de crítica, de reprobación o de burla que los hacen sentir mal, reciben un mensaje de rechazo y no de amor.

Sé que hay madres y padres a quienes les cuesta expresar amor a sus hijos, quizás porque en otros tiempos eso era mal visto sobre todo en los hombres, se decía que si mostrabas tu afecto por las personas era señal de debilidad y los mutilaron para abrazar y mostrar sus sentimientos, como no recibieron ese ejemplo de afecto no lo pudieron reproducir en su descendencia.

Amar significa también que debes dar para las necesidades de tu familia, si tu tienes hijos y quieres que te vaya bien en lo que haces y emprendes, debes aportar para suplir las necesidades más básicas que tus hijos tienen para vivir como un hogar, alimentos, educación, seguro médico; hazte un bien, ama a tus hijos proveyéndoles estas cosas tan indispensables. Si eres una mujer al frente de un hogar y hay un padre que se niega a aportar económicamente para sus hijos, haz valer los derechos de ellos ante las autoridades porque para eso se hicieron las leyes, para la protección de los más vulnerables.

En nuestra localidad estamos necesitando más padres y madres que decidan amar a sus hijos con un amor que se expresa, con un amor comprometido en cumplir las funciones de enseñar, instruir, disciplinar y proveer.

Dejemos de perder el tiempo en tantas cosas vanas y de poca trascendencia, nuestros hijos son y serán el testimonio más claro de lo que hemos sembrado en nuestro paso por esta vida. No lo olvide, también en la familia el amor con amor se paga.

Muchas gracias por su compañía, hasta la próxima.

elsitacruzita@gmail.com

Amor con amor se paga




Poco antes de jubilarme del magisterio, debido a una promoción que gané por examen fui asignada a Hermosillo, pero al no ser conveniente para mí, decidí rechazarla. Las consecuencias de esa decisión fueron muy fuertes, ya que después de una década como asesora pedagógica de profesores de Educación Física en primaria tuve que regresar a trabajar con los alumnos en clases directas.

Recuerdo que las primeras semanas se me hicieron muy pesadas debido a que tenía que recuperar mi condición física y debía desempolvar mis habilidades didácticas, pero nadie me habló que el reto más grande al que me enfrentaría iba a ser con los alumnos de primer y segundo grado de primaria.

Poco a poco fui descubriendo que esa generación de pequeñines no sabía escuchar, no sabía seguir instrucciones, hablaba sin parar y no se apegaban a las reglas de la clase. En verdad, esta situación llegó a frustrarme porque sentía que algo no está bien y cuando tuve oportunidad de compartir impresiones con las maestras de estos grupos, nos dimos cuenta que también ellas estaban batallando con las mismas conductas dentro del salón y desde entonces me preguntaba: ¿Por qué los niños no escuchan ni atienden instrucciones?, ¿qué están haciendo los padres de estos niños? y ¿cómo los están formando?

Les confieso que mi frustración aumentó cuando tuve que entrevistarme con varios padres cuyas respuestas fueron: “Es que no lo puedo corregir, no tiene a su papá”, “yo amo a mis hijos y los dejo que sean libres, que hagan lo que desean”, “yo no necesito disciplinar a mis hijos” y “yo soy amigo de mis hijos”, entre muchas otras.

A pesar de todo, me propuse conducir a mis alumnos de la mejor manera, sin coartar su expresión, creatividad y ritmo de aprendizaje, se dieron cuenta que al escuchar, al seguir instrucciones y reglas, podíamos trabajar de manera más ordenada y divertida.

No sé qué opina usted querido lector de lo que dice este dicho muy popular en México: “Tanto quiere el diablo a su hijo hasta que lo mata”; pero de manera personal, creo que tienen mucho de razón cuando se aplica a muchos de los padres que con el pretexto de amar a sus hijos sin medida, ni los instruyen, ni los disciplinan, no les ponen límites, así que los dejan a la deriva y los echan a perder.

En esto mismo pensaba hace unos días cuando leí en las noticias locales de tres jovencitos entre 14 y 15 años que en la madrugada fueron agredidos por otros, causándoles heridas y la muerte al más joven.

Hay personas que culparán a las autoridades, a las pandillas y a los mismos jóvenes, pero yo me pregunto: ¿Cuántas muertes más hacen falta para hacer que los padres despierten de su estupor para amar, enseñar, disciplinar y proteger a sus hijos?

San Luis Río Colorado es una hermosa ciudad que actualmente está enfrentando situaciones de crisis familiar y social que si atendemos un poco mejor a la familia, vamos a resolver muchos de estos problemas.

Pero ¿cómo amar a nuestros hijos?, ¿cómo no echarlos a perder por amarlos de más? En los libros de consejería familiar he aprendido que la primera función que los padres de familia debemos desempeñar es amar a nuestros hijos, pero para ellos primero debemos entender ¿qué es el amor? El amor es una decisión de vida, no es un sentimiento porque si mañana no me siento bien o me levanto con el pie izquierdo, pues ya no voy a amar, si dependo de mis emociones entonces mi amor sería como la montaña rusa, unos días arriba y otros abajo.

Amar conlleva para los padres la responsabilidad de saber cuáles son las necesidades que nuestros hijos tienen y suplirlas de manera adecuada. El amor es una respuesta que se aprende y nuestros hijos desde que nacen, lo hacen con una tremenda capacidad para amar, pero en la medida en que nosotros los amamos es como aprenden.

Si nosotros somos rudos, secos y amargos en nuestro trato hacia ellos, ese es el modelo de amor que aprenden y se ha comprobado con experimentos médicos en los que se ha dejado a los recién nacidos que no tienen padres, sin contacto o manifestación de amor de un adulto y los efectos que ocasionan en la salud emocional de estos menores ha sido muy triste y contraria a la que muestran los pequeños que han sido rodeados de caricias, abrazos, atención, palabras y cuidados, entonces podemos afirmar que amar a nuestros hijos es un decisión y del amor que les damos, es el amor que ellos nos entregan. Me encanta que nuestro presidente Lopez Obrador ha hecho muy popular esta gran verdad cuando dice: “Amor con amor se paga”.

Es muy fácil amar a nuestros hijos cuando son lindos, recién bañados y cuando se portan muy bien, pero qué pasa cuando un niño en el mercado se nos tira en el piso con un berrinche o cuando es grosero con sus compañeros de escuela, allí ya no es tan fácil amarlos, pero cuando decidimos amarlos y decidimos invertir tiempo y esfuerzo en ellos para instruirlos, para disciplinarlos, ésta es la mejor muestra de nuestro amor para cambiar sus vidas.

A veces los padres son muy rápidos para castigar a los hijos, pero no se dan cuenta que no se tomaron el tiempo suficiente para primero instruirlos y enseñarles los valores, las buenas conductas y lo que se espera de ellos, por lo tanto esa “disciplina” lastima en vez de corregirlos y ganarnos sus corazones.

El amor necesita ser expresado en palabras, en acciones y en actitudes, yo he oído a muchos padres decir: “Yo amo mucho a mis hijos, ellos saben que los amo” y también le he preguntado a esos hijos si en verdad ellos sienten que sus padres los aman, su respuesta ha sido no. Muchos padres que van por la vida dando por hecho cosas que su familia sabe o siente, pero no se han dado el tiempo para expresar el amor, así que no olvide que el amor necesita ser expresado.

Las palabras son muy importantes, porque nosotros tenemos el poder de vida o de muerte en nuestra boca cuando hablamos palabras de afirmación, de aprobación y de aceptación sobre nuestros hijos, ellos realmente sienten que los amamos, pero por el contrario, cuando nosotros les damos palabras de maldición, groserías, de crítica, de reprobación o de burla que los hacen sentir mal, reciben un mensaje de rechazo y no de amor.

Sé que hay madres y padres a quienes les cuesta expresar amor a sus hijos, quizás porque en otros tiempos eso era mal visto sobre todo en los hombres, se decía que si mostrabas tu afecto por las personas era señal de debilidad y los mutilaron para abrazar y mostrar sus sentimientos, como no recibieron ese ejemplo de afecto no lo pudieron reproducir en su descendencia.

Amar significa también que debes dar para las necesidades de tu familia, si tu tienes hijos y quieres que te vaya bien en lo que haces y emprendes, debes aportar para suplir las necesidades más básicas que tus hijos tienen para vivir como un hogar, alimentos, educación, seguro médico; hazte un bien, ama a tus hijos proveyéndoles estas cosas tan indispensables. Si eres una mujer al frente de un hogar y hay un padre que se niega a aportar económicamente para sus hijos, haz valer los derechos de ellos ante las autoridades porque para eso se hicieron las leyes, para la protección de los más vulnerables.

En nuestra localidad estamos necesitando más padres y madres que decidan amar a sus hijos con un amor que se expresa, con un amor comprometido en cumplir las funciones de enseñar, instruir, disciplinar y proveer.

Dejemos de perder el tiempo en tantas cosas vanas y de poca trascendencia, nuestros hijos son y serán el testimonio más claro de lo que hemos sembrado en nuestro paso por esta vida. No lo olvide, también en la familia el amor con amor se paga.

Muchas gracias por su compañía, hasta la próxima.

elsitacruzita@gmail.com