/ viernes 31 de julio de 2020

COMUNIDAD Y FAMILIA

¡Por mí y por todos mis amigos!



Qué lindos recuerdos y hasta risas “con ojos vidriosos” me provocan evocar mis días de infancia, en la célebre colonia San Benito de la ciudad de Hermosillo, Sonora, con mis amigos y mis hermanos, después de hacer los quehaceres escolares, nos reunimos para jugar a las carreras, a la “roña” y al más favorito de todos, ¡a las escondidas!

Recuerdo que la calle de las Américas aún no se pavimentaba y entre abarrotes, talleres mecánicos e iglesias había muchos lugares en donde esconderse. A mí me encantaba ser la primera que buscaba a los demás, pues era muy rápida para correr y me sabía todos los recovecos del barrio que usarían el resto de los jugadores.

El juego nos llenaba de adrenalina, de una emoción que iba subiendo con el transcurrir de los minutos que tardaba en encontrar a uno por uno de mis amigos, pero cuando alguna vocecita gritaba a los cuatro vientos: “Uno, dos, tres por mí y por todos mis amigos”, sabíamos que esa persona había salvado a los demás de ser descubiertos, que el juego volvería a empezar con el mismo buscador y el que salvaba a los demás era considerado por varios días como el héroe del barrio.

A partir que el Consejo Municipal de Salud tomó la delicada y muy urgente decisión de autorizar la reactivación económica de algunos giros no esenciales, he visto que se ha desatado un debate entre aquellos que estamos a favor de la reactivación y los que están en contra. Si bien es cierto que la reactivación conlleva sus riesgos, también es cierto que nuestras autoridades han demostrado su capacidad para atender y solventar las necesidades que ha generado esta pandemia, por lo que debemos tener plena confianza en que estarán muy al pendiente de la aplicación de los protocolos para que de ninguna manera tengamos un rebote en el número de contagios.

Pero hablando de proteger a la comunidad, sería muy injusto señalar solo a unos por lo bueno o malo que sucede en nuestra localidad, porque la tarea de cuidarnos y de cuidar a nuestra familias recae principalmente en nosotros, los padres, los líderes de nuestras casas y esa responsabilidad es intransferible. Con mucha tristeza y hasta molestia he visto que en mi barrio algunas familias nunca han creído que el coronavirus existe, la contingencia les pasó de noche y no les ha importado en lo más mínimo hacer sus fiesta cada fin de semana, actuando de manera por demás egoísta e irresponsable.

La persona egoísta es aquella que actúa sin pensar en el bienestar de los demás, egoísta es aquel que busca primero asegurar sus ganancias antes que la seguridad de sus empleados, también es egoísta el que le sube los precios a los productos básicos de la despensa o de los medicamentos, sin pensar que algunos enfermos podrían morir por falta de recursos.

El egoísmo nos hace criticar lo que otros hacen, pero no nos permite reconocer que lo que nosotros hacemos afecta y daña en gran medida la posibilidad de que todos salgamos adelante. El egoísmo representa un enemigo común para la recuperación económica de pequeños y grandes negocios de nuestra localidad. De verdad, ellos nos necesitan y es urgente que todos los apoyemos, que salgamos de nuestros “escondites” para salvarlos del riesgo que corren de desaparecer.

Mi familia y yo hemos hecho un trato desde que empezó la contingencia y consiste en que cada semana apoyamos a uno o dos negocios con la compra de comida para llevar y recomendándolos con nuestros amigos. Qué bueno que apoyemos a los negocios locales, a nuestros amigos emprendedores, a aquellos que llevan décadas invirtiendo su vida y patrimonio familiar para ofrecernos algún servicio o beneficio.

Dejemos el egoísmo y asumamos cada quien la responsabilidad de actuar comprometidamente por la salud, no nada más de nuestras familias, sino de los que están haciendo su máximo esfuerzo para sacar adelante a esta pujante comunidad que ha sido referente de prosperidad en el noreste de nuestro país.

Les comparto un pensamiento que me gusta mucho tener presente: “Solos llegamos más rápido, pero juntos llegaremos más lejos”, en verdad deseo que a mi querido San Luis y a sus familias les vaya bien y que la recuperación sea un proceso leve y alentador.

Los animo a que todos nos contagiemos de optimismo y de esperanza, renovemos nuestro sincero compromiso y humildad para actuar en equipo, compartiendo la responsabilidad dentro y fuera de casas, para acatar las medidas y decisiones que nuestras autoridades han tomado con la finalidad de protegernos, en la medida en que nosotros cooperemos, podremos disfrutar los beneficios de este esfuerzo.

¡Uno, dos, tres por mí y por todos mis amigos médicos y enfermeros, por los bomberos y rescartistas, por nuestros policías y el Ejército, por los comerciantes y pequeños empresarios, por los arquitectos y constructores, por los industriales y los obreros, por los agricultores y los jornaleros, por los ministros y feligreses, por los profesionales y los estudiantes, por nuestros deportista y los artistas, por nuestras autoridades, por nuestras familias y por nuestro México!

Muchas gracias por su compañía, hasta la próxima.

elsitacruzita@gmail.com

¡Por mí y por todos mis amigos!



Qué lindos recuerdos y hasta risas “con ojos vidriosos” me provocan evocar mis días de infancia, en la célebre colonia San Benito de la ciudad de Hermosillo, Sonora, con mis amigos y mis hermanos, después de hacer los quehaceres escolares, nos reunimos para jugar a las carreras, a la “roña” y al más favorito de todos, ¡a las escondidas!

Recuerdo que la calle de las Américas aún no se pavimentaba y entre abarrotes, talleres mecánicos e iglesias había muchos lugares en donde esconderse. A mí me encantaba ser la primera que buscaba a los demás, pues era muy rápida para correr y me sabía todos los recovecos del barrio que usarían el resto de los jugadores.

El juego nos llenaba de adrenalina, de una emoción que iba subiendo con el transcurrir de los minutos que tardaba en encontrar a uno por uno de mis amigos, pero cuando alguna vocecita gritaba a los cuatro vientos: “Uno, dos, tres por mí y por todos mis amigos”, sabíamos que esa persona había salvado a los demás de ser descubiertos, que el juego volvería a empezar con el mismo buscador y el que salvaba a los demás era considerado por varios días como el héroe del barrio.

A partir que el Consejo Municipal de Salud tomó la delicada y muy urgente decisión de autorizar la reactivación económica de algunos giros no esenciales, he visto que se ha desatado un debate entre aquellos que estamos a favor de la reactivación y los que están en contra. Si bien es cierto que la reactivación conlleva sus riesgos, también es cierto que nuestras autoridades han demostrado su capacidad para atender y solventar las necesidades que ha generado esta pandemia, por lo que debemos tener plena confianza en que estarán muy al pendiente de la aplicación de los protocolos para que de ninguna manera tengamos un rebote en el número de contagios.

Pero hablando de proteger a la comunidad, sería muy injusto señalar solo a unos por lo bueno o malo que sucede en nuestra localidad, porque la tarea de cuidarnos y de cuidar a nuestra familias recae principalmente en nosotros, los padres, los líderes de nuestras casas y esa responsabilidad es intransferible. Con mucha tristeza y hasta molestia he visto que en mi barrio algunas familias nunca han creído que el coronavirus existe, la contingencia les pasó de noche y no les ha importado en lo más mínimo hacer sus fiesta cada fin de semana, actuando de manera por demás egoísta e irresponsable.

La persona egoísta es aquella que actúa sin pensar en el bienestar de los demás, egoísta es aquel que busca primero asegurar sus ganancias antes que la seguridad de sus empleados, también es egoísta el que le sube los precios a los productos básicos de la despensa o de los medicamentos, sin pensar que algunos enfermos podrían morir por falta de recursos.

El egoísmo nos hace criticar lo que otros hacen, pero no nos permite reconocer que lo que nosotros hacemos afecta y daña en gran medida la posibilidad de que todos salgamos adelante. El egoísmo representa un enemigo común para la recuperación económica de pequeños y grandes negocios de nuestra localidad. De verdad, ellos nos necesitan y es urgente que todos los apoyemos, que salgamos de nuestros “escondites” para salvarlos del riesgo que corren de desaparecer.

Mi familia y yo hemos hecho un trato desde que empezó la contingencia y consiste en que cada semana apoyamos a uno o dos negocios con la compra de comida para llevar y recomendándolos con nuestros amigos. Qué bueno que apoyemos a los negocios locales, a nuestros amigos emprendedores, a aquellos que llevan décadas invirtiendo su vida y patrimonio familiar para ofrecernos algún servicio o beneficio.

Dejemos el egoísmo y asumamos cada quien la responsabilidad de actuar comprometidamente por la salud, no nada más de nuestras familias, sino de los que están haciendo su máximo esfuerzo para sacar adelante a esta pujante comunidad que ha sido referente de prosperidad en el noreste de nuestro país.

Les comparto un pensamiento que me gusta mucho tener presente: “Solos llegamos más rápido, pero juntos llegaremos más lejos”, en verdad deseo que a mi querido San Luis y a sus familias les vaya bien y que la recuperación sea un proceso leve y alentador.

Los animo a que todos nos contagiemos de optimismo y de esperanza, renovemos nuestro sincero compromiso y humildad para actuar en equipo, compartiendo la responsabilidad dentro y fuera de casas, para acatar las medidas y decisiones que nuestras autoridades han tomado con la finalidad de protegernos, en la medida en que nosotros cooperemos, podremos disfrutar los beneficios de este esfuerzo.

¡Uno, dos, tres por mí y por todos mis amigos médicos y enfermeros, por los bomberos y rescartistas, por nuestros policías y el Ejército, por los comerciantes y pequeños empresarios, por los arquitectos y constructores, por los industriales y los obreros, por los agricultores y los jornaleros, por los ministros y feligreses, por los profesionales y los estudiantes, por nuestros deportista y los artistas, por nuestras autoridades, por nuestras familias y por nuestro México!

Muchas gracias por su compañía, hasta la próxima.

elsitacruzita@gmail.com