/ viernes 14 de agosto de 2020

COMUNIDAD Y FAMILIA

Por el buen camino



Ya han pasado algunos días desde el asesinato de la joven estudiante Genebit, quien se presume, perdiera la vida a manos de su exnovio de una manera brutal, injusta, inesperada y dolorosa. Estoy segura que este hecho ha despertado el repudio de toda la comunidad y por la mente de muchos padres de familia han surgido pensamientos de empatía, así como plegarias por los padres de esta jovencita.

A mis hijas les causó mucha tristeza saber que a esa joven que ocasionalmente miraban por los pasillos de su facultad alguien le había arrebatado sus sueños, su vida, su futuro... Al reflexionar sobre éste y otros recientes hechos de violencia contra mujeres, no puedo evitar ponerme en el lugar de esa madre que ha perdido a su pequeña, pero puedo sentir el dolor de la madre del joven que se presume asesino, ambas están sintiendo un profundo dolor que quizás pudo haberse evitado. Las dos merecen la misma compasión.

Todos hemos escuchado el viejo y conocido refrán: “Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”, indica que las características que tiene algo o alguien en su origen ya son parte de su destino y no pueden ser cambiadas. De manera personal, yo considero que ningún niño o niña nacen torcidos, más bien creo que ciertos pequeños han sufrido diversas alteraciones en su desarrollo psicoemocional que los hace “inadecuados” para convivir en sana paz con sus semejantes.

De manera que una persona no puede cambiar su forma de ser debido a que no ha sido educado, formado y disciplinado "como lo necesita" desde que era pequeña y tarde que temprano se revela lo que hay en su interior.

No es mi intención juzgar ni condenar a nadie, más bien lo que deseo es confrontar a los padres de familia que leen estas humildes reflexiones sobre la urgente necesidad de hacer todo lo que sea necesario para que nuestros hijos e hijas están seguros, que tengan larga y feliz vida y no caigan en el error de tomar en venganza la vida de otros ser humano.

Nosotros los padres tenemos la gran encomienda de forjar el destino de nuestros hijos, así como la tarea de asegurarnos que ellos crezcan como árboles fuertes, de hojas siempre verdes, que den buenos frutos y llenen nuestro corazón de satisfacciones. Un niño pequeño tiende a ser egoísta, terco y necio, pero si nosotros no lo corregimos en esas actitudes que más adelante lo meterán en problemas, estaremos dejando que su vida tenga rasgos torcidos que seguramente causarán muchas angustias, principalmente a su familia.

Por sus hechos, el niño deja entrever si su conducta será noble y recta, por eso es de suma importancia que desde muy temprana edad no propongamos atender en ellos todo aquello que no es para su bien. Cuando hablo de disciplinar a nuestros hijos por alguna mala conducta, no estoy hablando de castigos o de hacerles daño, ¡claro que no!, me refiero a que debemos señalarles su mal comportamiento y dejar claro que eso no es aceptable en nuestra familia y de presentarse otra vez esa conducta, entonces recibirán consecuencias por no haber roto las reglas establecidas en casa.

Necesitamos formar en nuestros hijos la prudencia, la cautela y la capacidad de renunciar a cualquier relación que los ponga en riesgo, porque el prudente ve el peligro y lo evita, pero el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.

He visto con mucha tristeza que muchos jóvenes se han rebelado contra sus padres y han tomado decisiones necias buscando el dinero rápido, juntándose con personas que los corrompen o tratando con violencia extrema a sus parejas y a veces los padres solo se quedan callados, casi como cómplices del mal que le hacen a otros, esto no puede seguir pasando.

Ármese de valor y no permita que sus jóvenes y adolescentes formen parte de las estadísticas de crímenes, ni adicciones ni desapariciones. Corrija a sus hijos mientras aún hay esperanza. No se haga cómplice de su muerte. Qué duras son estas palabras, ¿verdad? Por último, deseo compartirles unas reflexiones que encontré en Proverbios y están relacionadas con nuestra tarea como padres. Repáselas, aplíquelas, son efectivas y muy urgentes, porque si nosotros no nos llevamos a rescatar a nuestros hijos para conducirlos por el buen camino, ¿quién más lo hará?

1.- Si amas a tu hijo, corrígelo; si no lo amas, no lo disciplines.

2.- Instruye al niño en el buen camino y aún cuando envejezca, no se apartará de él. Desde pequeños establezca en ellos los principios y valores que serán la base para su vida.

3.- Disciplinar a un niño produce sabiduría, pero un hijo sin disciplina avergüenza a su madre. Disciplina a tu hijo y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones.

4.-Corrige a tu hijo y te dará descanso y dará alegría a tu alma. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre

Ame a sus hijos, platique con ellos, pídale a Dios les dé sabiduría para conectarse a sus corazones, usted se sorprenderá de su respuesta. Gracias por su amable compañía.

elsitacruzita@gmail.com

Por el buen camino



Ya han pasado algunos días desde el asesinato de la joven estudiante Genebit, quien se presume, perdiera la vida a manos de su exnovio de una manera brutal, injusta, inesperada y dolorosa. Estoy segura que este hecho ha despertado el repudio de toda la comunidad y por la mente de muchos padres de familia han surgido pensamientos de empatía, así como plegarias por los padres de esta jovencita.

A mis hijas les causó mucha tristeza saber que a esa joven que ocasionalmente miraban por los pasillos de su facultad alguien le había arrebatado sus sueños, su vida, su futuro... Al reflexionar sobre éste y otros recientes hechos de violencia contra mujeres, no puedo evitar ponerme en el lugar de esa madre que ha perdido a su pequeña, pero puedo sentir el dolor de la madre del joven que se presume asesino, ambas están sintiendo un profundo dolor que quizás pudo haberse evitado. Las dos merecen la misma compasión.

Todos hemos escuchado el viejo y conocido refrán: “Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza”, indica que las características que tiene algo o alguien en su origen ya son parte de su destino y no pueden ser cambiadas. De manera personal, yo considero que ningún niño o niña nacen torcidos, más bien creo que ciertos pequeños han sufrido diversas alteraciones en su desarrollo psicoemocional que los hace “inadecuados” para convivir en sana paz con sus semejantes.

De manera que una persona no puede cambiar su forma de ser debido a que no ha sido educado, formado y disciplinado "como lo necesita" desde que era pequeña y tarde que temprano se revela lo que hay en su interior.

No es mi intención juzgar ni condenar a nadie, más bien lo que deseo es confrontar a los padres de familia que leen estas humildes reflexiones sobre la urgente necesidad de hacer todo lo que sea necesario para que nuestros hijos e hijas están seguros, que tengan larga y feliz vida y no caigan en el error de tomar en venganza la vida de otros ser humano.

Nosotros los padres tenemos la gran encomienda de forjar el destino de nuestros hijos, así como la tarea de asegurarnos que ellos crezcan como árboles fuertes, de hojas siempre verdes, que den buenos frutos y llenen nuestro corazón de satisfacciones. Un niño pequeño tiende a ser egoísta, terco y necio, pero si nosotros no lo corregimos en esas actitudes que más adelante lo meterán en problemas, estaremos dejando que su vida tenga rasgos torcidos que seguramente causarán muchas angustias, principalmente a su familia.

Por sus hechos, el niño deja entrever si su conducta será noble y recta, por eso es de suma importancia que desde muy temprana edad no propongamos atender en ellos todo aquello que no es para su bien. Cuando hablo de disciplinar a nuestros hijos por alguna mala conducta, no estoy hablando de castigos o de hacerles daño, ¡claro que no!, me refiero a que debemos señalarles su mal comportamiento y dejar claro que eso no es aceptable en nuestra familia y de presentarse otra vez esa conducta, entonces recibirán consecuencias por no haber roto las reglas establecidas en casa.

Necesitamos formar en nuestros hijos la prudencia, la cautela y la capacidad de renunciar a cualquier relación que los ponga en riesgo, porque el prudente ve el peligro y lo evita, pero el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.

He visto con mucha tristeza que muchos jóvenes se han rebelado contra sus padres y han tomado decisiones necias buscando el dinero rápido, juntándose con personas que los corrompen o tratando con violencia extrema a sus parejas y a veces los padres solo se quedan callados, casi como cómplices del mal que le hacen a otros, esto no puede seguir pasando.

Ármese de valor y no permita que sus jóvenes y adolescentes formen parte de las estadísticas de crímenes, ni adicciones ni desapariciones. Corrija a sus hijos mientras aún hay esperanza. No se haga cómplice de su muerte. Qué duras son estas palabras, ¿verdad? Por último, deseo compartirles unas reflexiones que encontré en Proverbios y están relacionadas con nuestra tarea como padres. Repáselas, aplíquelas, son efectivas y muy urgentes, porque si nosotros no nos llevamos a rescatar a nuestros hijos para conducirlos por el buen camino, ¿quién más lo hará?

1.- Si amas a tu hijo, corrígelo; si no lo amas, no lo disciplines.

2.- Instruye al niño en el buen camino y aún cuando envejezca, no se apartará de él. Desde pequeños establezca en ellos los principios y valores que serán la base para su vida.

3.- Disciplinar a un niño produce sabiduría, pero un hijo sin disciplina avergüenza a su madre. Disciplina a tu hijo y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones.

4.-Corrige a tu hijo y te dará descanso y dará alegría a tu alma. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre

Ame a sus hijos, platique con ellos, pídale a Dios les dé sabiduría para conectarse a sus corazones, usted se sorprenderá de su respuesta. Gracias por su amable compañía.

elsitacruzita@gmail.com