/ viernes 9 de abril de 2021

COMUNIDAD Y FAMILIA

Los Pedros y Judas de tu vida




Hace unos días el mundo entero conmemoró el suceso registrado en la historia bíblica conocido como la pasión y muerte de Jesús. Es más, en algunas comunidades de nuestro país, se hicieron espectaculares representaciones de estos hechos que rodean el acto más sublime de sacrificio por amor que el Hijo de Dios hizo por el rescate de la humanidad. Yo también aproveché esos días para ver alguna película basada en esa historia y me di cuenta de algo: Resaltaron dos personajes muy cercanos a Jesús, Pedro y Judas; dos de sus amigos entrañables que en el peor momento de sus vidas, traicionaron y negaron tener algo que ver con el hombre que era procesado para morir injustamente. Lo que me encanta es que ni Pedro ni Judas con toda su confusión y deslealtad lograron parar el propósito que el Maestro tenía para ese tiempo, lo que nos enseña es que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, tendremos un Pedro o un Judas que sin importar cuánto tiempo los hayamos conocido o amado, nos van a traicionar o abandonar y hasta desconocer, por miedo, por rencor o por egoísmo. Déjenme comentarles que conozco a muchas mujeres y hombres que en algún momento de su vida tuvieron a ese Pedro y a ese Judas que los hirieron tan profundamente que no han podido recuperarse de tal descalabro emocional. Ellos han quedado atados a la amargura, a la falta de perdón, al rencor, a la venganza y a la rencilla; cosas que, en vez de ayudarles a avanzar y mejorar en su carácter y actitud, los envenenan y los imposibilitan para retomar sus vidas y lo que es más peligroso, afecta el destino de sus hijos e hijas. Por eso es muy importante reconocer dos cosas:

1.- ¡Estar en la claridad que no podemos confiar en el hombre o en la mujer, porque ellos en algún momento de nuestra vida nos van a fallar, eso sí es seguro! Los amigos, parejas, cónyuges y hasta los padres, son imperfectos, a veces pierden la cabeza influenciados por malas compañías y de su mal corazón empiezan a hacer cosas que nunca pensamos serían capaces de hacer, aun cuando están dañando a su propia sangre.

2.- Ninguna persona tiene la propiedad de tu futuro o de tu destino. El problema es que muchas mujeres que yo he conocido, se han creído esta tremenda mentira, que si una persona no está con ellas o que las rechaza o se muere; con ellos se fue también la esperanza de vivir feliz y completa. Es necesario que busques ayuda para sanar esa herida lo más pronto posible, para que puedas ver con claridad cómo empezar a desarrollar en ti la resiliencia, que es la capacidad que le permite a ciertas personas anteponerse a las distintas adversidades que se les presentan en la vida diaria. Yo he comprobado que la resiliencia unida con la fe es más efectiva, porque nos permite desarrollar conductas positivas ante el estrés, las amenazas o algún conflicto y a la vez experimentas que más allá de tus fuerzas hay un Dios que tiene planes para ti y tu familia, para darte un futuro mejor y una esperanza que él tiene la capacidad de que todo obre para tu bien. ¡No lo dudes, tu camino no se acaba en el desierto!

Déjame saber tu comentario o tu necesidad. ¡Muchas gracias por su compañía y hasta la próxima!

elsitacruzita@gmail.com

Los Pedros y Judas de tu vida




Hace unos días el mundo entero conmemoró el suceso registrado en la historia bíblica conocido como la pasión y muerte de Jesús. Es más, en algunas comunidades de nuestro país, se hicieron espectaculares representaciones de estos hechos que rodean el acto más sublime de sacrificio por amor que el Hijo de Dios hizo por el rescate de la humanidad. Yo también aproveché esos días para ver alguna película basada en esa historia y me di cuenta de algo: Resaltaron dos personajes muy cercanos a Jesús, Pedro y Judas; dos de sus amigos entrañables que en el peor momento de sus vidas, traicionaron y negaron tener algo que ver con el hombre que era procesado para morir injustamente. Lo que me encanta es que ni Pedro ni Judas con toda su confusión y deslealtad lograron parar el propósito que el Maestro tenía para ese tiempo, lo que nos enseña es que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, tendremos un Pedro o un Judas que sin importar cuánto tiempo los hayamos conocido o amado, nos van a traicionar o abandonar y hasta desconocer, por miedo, por rencor o por egoísmo. Déjenme comentarles que conozco a muchas mujeres y hombres que en algún momento de su vida tuvieron a ese Pedro y a ese Judas que los hirieron tan profundamente que no han podido recuperarse de tal descalabro emocional. Ellos han quedado atados a la amargura, a la falta de perdón, al rencor, a la venganza y a la rencilla; cosas que, en vez de ayudarles a avanzar y mejorar en su carácter y actitud, los envenenan y los imposibilitan para retomar sus vidas y lo que es más peligroso, afecta el destino de sus hijos e hijas. Por eso es muy importante reconocer dos cosas:

1.- ¡Estar en la claridad que no podemos confiar en el hombre o en la mujer, porque ellos en algún momento de nuestra vida nos van a fallar, eso sí es seguro! Los amigos, parejas, cónyuges y hasta los padres, son imperfectos, a veces pierden la cabeza influenciados por malas compañías y de su mal corazón empiezan a hacer cosas que nunca pensamos serían capaces de hacer, aun cuando están dañando a su propia sangre.

2.- Ninguna persona tiene la propiedad de tu futuro o de tu destino. El problema es que muchas mujeres que yo he conocido, se han creído esta tremenda mentira, que si una persona no está con ellas o que las rechaza o se muere; con ellos se fue también la esperanza de vivir feliz y completa. Es necesario que busques ayuda para sanar esa herida lo más pronto posible, para que puedas ver con claridad cómo empezar a desarrollar en ti la resiliencia, que es la capacidad que le permite a ciertas personas anteponerse a las distintas adversidades que se les presentan en la vida diaria. Yo he comprobado que la resiliencia unida con la fe es más efectiva, porque nos permite desarrollar conductas positivas ante el estrés, las amenazas o algún conflicto y a la vez experimentas que más allá de tus fuerzas hay un Dios que tiene planes para ti y tu familia, para darte un futuro mejor y una esperanza que él tiene la capacidad de que todo obre para tu bien. ¡No lo dudes, tu camino no se acaba en el desierto!

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elsitacruzita@gmail.com