/ miércoles 8 de julio de 2020

Con convicción indómita, la patria es primero

La historia reciente de México no puede contarse si no es a partir de un gran capítulo por la democracia que emergía allá en el centro del país, en los albores de los 2000.

Llamaba la atención el gobernante de la capital: Franco, directo y con interés particular en apoyar a las y los más desprotegidos. Y por eso fue visto como una amenaza para una élite poderosa de privilegiados. Lo intentaron detener a toda costa, bajo los más absurdos argumentos, con los peores mercenarios al frente de la canallada.

Bajo un proceso de desafuero pensaron que se acabaría. Y al tiempo, supieron lo que habían hecho, pero ya era muy tarde: Encendieron el espíritu de lucha, en resistencia y organización de un pueblo que se encontraba dormido, pero nunca doblegado.

Por ello decimos: No son 2 años de triunfo de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación, son cuando menos 15 años en resistencia y organización, si contamos a partir que los poderes fácticos quisieron detener la historia de México.

Alrededor de 14 años desde la Convención Nacional Democrática y el Gobierno Legítimo, abanderado y defendido con ríos y ríos de personas que, cada domingo en las plazas públicas, organizándose en el desierto, las playas, en las rancherías y en las grandes ciudades, se atrevían a despertar y pensar más allá de la televisión y los medios coartados por el poder. Reconstruyendo la esperanza.

En Hermosillo, la Plaza Emiliana de Zubeldía con el Grito de los Libres, contra el fraude y el autoritarismo. Recordamos también que los triunfos de la izquierda en el Norte cuestan más esfuerzo, sin embargo el desierto también acudió al llamado nacional, con todos por obtener nuestros sueños y logros.

Porque en el desierto el carácter se templa ante la adversidad y con los años nos hicimos uno, fuimos tejiendo y construyendo democracia. Crecimos en los liderazgos y asumimos responsabilidades en el ejercicio público, haciendo lo que nos toca.

Durante años compartíamos una voz en nuestro interior convenciéndonos que podíamos cambiar las injusticias por un estado de bienestar. Varios nos señalaron, nos etiquetaron de incómodos-as y aun así florecimos en creatividad, en reconciliación social, en construirnos como un auténtico movimiento emanado del pueblo.

Y por eso sabemos que nuestra victoria en el 2018 es la representación más grande de poder pacífico a través de las urnas. Nunca ha sido fácil, cuando había que tocar puertas y multiplicar el mensaje, cuando los megáfonos requerían voces, las banderas, brazos; las mantas y la gráfica popular a muchos y muchas entusiastas. Porque las batallas también se libran desde lo simbólico en el espacio público.

Y por eso es justo reconocer a la militancia, sobre todo a las mujeres que hacen guerrilla de bajo perfil pero de alto impacto. Todos somos conscientes que las mujeres son parte fundamental en mantener vivo nuestro movimiento y muchas veces se les juzgó doble o triplemente la participación por su condición de género.

No son 2 años, son décadas desde que las mujeres hemos impulsado nuestros derechos. Pero solo aquí y ahora construimos más pilares para todas. Porque vendrán muchas más, gracias a la paridad y a las reformas contra las distintas violencias. Y solo con mayorías comprometidas como Morena está siendo posible.

A lo largo de esta lucha, que no ha sido de sólo 2 años, pedimos voto por voto, marchamos en silencio, gritamos consignas y nos reapropiamos de estrofas: Cuánta falta nos hace Benito Juárez, para desplumar aves neoliberales… No te quiebres país…

A lo largo de la lucha, de miles de kilómetros en terracería y desde las más altas tribunas del país, sigo convencida que la 4T en Sonora, entre todos con nuestra congruencia y nuestro actuar forma parte indispensable de la historia de la victoria. Así, con nuestra convicción indómita, forjada a lo largo de los años, sabemos que la patria es primero.

Mantengamos viva la memoria de quiénes somos y hacia dónde vamos. Continuemos, sin dar ni un paso atrás, en la Cuarta Transformación; aprendamos también de aquellos errores que se hayan cometido, para no repetirlos y ser siempre quienes escuchan al pueblo y desde ahí gobiernan, desde ahí sirven.

Compartimos una responsabilidad histórica con el presidente Andrés Manuel y solamente entendiéndolo podemos estar a la altura de este llamado.

Nos tienen miedo, porque no tenemos miedo…

La historia reciente de México no puede contarse si no es a partir de un gran capítulo por la democracia que emergía allá en el centro del país, en los albores de los 2000.

Llamaba la atención el gobernante de la capital: Franco, directo y con interés particular en apoyar a las y los más desprotegidos. Y por eso fue visto como una amenaza para una élite poderosa de privilegiados. Lo intentaron detener a toda costa, bajo los más absurdos argumentos, con los peores mercenarios al frente de la canallada.

Bajo un proceso de desafuero pensaron que se acabaría. Y al tiempo, supieron lo que habían hecho, pero ya era muy tarde: Encendieron el espíritu de lucha, en resistencia y organización de un pueblo que se encontraba dormido, pero nunca doblegado.

Por ello decimos: No son 2 años de triunfo de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación, son cuando menos 15 años en resistencia y organización, si contamos a partir que los poderes fácticos quisieron detener la historia de México.

Alrededor de 14 años desde la Convención Nacional Democrática y el Gobierno Legítimo, abanderado y defendido con ríos y ríos de personas que, cada domingo en las plazas públicas, organizándose en el desierto, las playas, en las rancherías y en las grandes ciudades, se atrevían a despertar y pensar más allá de la televisión y los medios coartados por el poder. Reconstruyendo la esperanza.

En Hermosillo, la Plaza Emiliana de Zubeldía con el Grito de los Libres, contra el fraude y el autoritarismo. Recordamos también que los triunfos de la izquierda en el Norte cuestan más esfuerzo, sin embargo el desierto también acudió al llamado nacional, con todos por obtener nuestros sueños y logros.

Porque en el desierto el carácter se templa ante la adversidad y con los años nos hicimos uno, fuimos tejiendo y construyendo democracia. Crecimos en los liderazgos y asumimos responsabilidades en el ejercicio público, haciendo lo que nos toca.

Durante años compartíamos una voz en nuestro interior convenciéndonos que podíamos cambiar las injusticias por un estado de bienestar. Varios nos señalaron, nos etiquetaron de incómodos-as y aun así florecimos en creatividad, en reconciliación social, en construirnos como un auténtico movimiento emanado del pueblo.

Y por eso sabemos que nuestra victoria en el 2018 es la representación más grande de poder pacífico a través de las urnas. Nunca ha sido fácil, cuando había que tocar puertas y multiplicar el mensaje, cuando los megáfonos requerían voces, las banderas, brazos; las mantas y la gráfica popular a muchos y muchas entusiastas. Porque las batallas también se libran desde lo simbólico en el espacio público.

Y por eso es justo reconocer a la militancia, sobre todo a las mujeres que hacen guerrilla de bajo perfil pero de alto impacto. Todos somos conscientes que las mujeres son parte fundamental en mantener vivo nuestro movimiento y muchas veces se les juzgó doble o triplemente la participación por su condición de género.

No son 2 años, son décadas desde que las mujeres hemos impulsado nuestros derechos. Pero solo aquí y ahora construimos más pilares para todas. Porque vendrán muchas más, gracias a la paridad y a las reformas contra las distintas violencias. Y solo con mayorías comprometidas como Morena está siendo posible.

A lo largo de esta lucha, que no ha sido de sólo 2 años, pedimos voto por voto, marchamos en silencio, gritamos consignas y nos reapropiamos de estrofas: Cuánta falta nos hace Benito Juárez, para desplumar aves neoliberales… No te quiebres país…

A lo largo de la lucha, de miles de kilómetros en terracería y desde las más altas tribunas del país, sigo convencida que la 4T en Sonora, entre todos con nuestra congruencia y nuestro actuar forma parte indispensable de la historia de la victoria. Así, con nuestra convicción indómita, forjada a lo largo de los años, sabemos que la patria es primero.

Mantengamos viva la memoria de quiénes somos y hacia dónde vamos. Continuemos, sin dar ni un paso atrás, en la Cuarta Transformación; aprendamos también de aquellos errores que se hayan cometido, para no repetirlos y ser siempre quienes escuchan al pueblo y desde ahí gobiernan, desde ahí sirven.

Compartimos una responsabilidad histórica con el presidente Andrés Manuel y solamente entendiéndolo podemos estar a la altura de este llamado.

Nos tienen miedo, porque no tenemos miedo…