/ lunes 28 de junio de 2021

CONTRASENTIDO

México armado


Desafortunadamente una nueva oleada de la cruda violencia irrumpe la vida nacional. El escenario tétrico se apodera de las páginas amarillistas y sensacionalistas de algunos medios nacionales de comunicación, que buscan repuntar las ventas para abatir los efectos de la otra oleada pandémica del virus de la Covid-19. Y mientras México se debate entre la vida y la muerte como nacional, su sociedad se muestra desinteresada para la banalidad de la cotidianeidad en la que estamos inmersos.

Son muy loables las políticas instrumentadas por la 4T contra la violencia consistentes en becas a jóvenes seguramente que darán resultados en el corto plazo; además tenemos un fiero combate al lavado de dinero que se ha emprendido a través de fiscal Santiago Nieto, que tiene azorados a un grupúsculo para someterlos al estricto marco normativo mexicano en la materia. Sin embargo, todo lo anterior pareciera ser insuficiente por los recientes acontecimientos que dejan a familias mexicanas enlutadas por la pérdida de sus seres queridos, lo cual nos hace suponer de una escalada de la violencia que enciende las alarmas en el territorio nacional y en los gobiernos extranjeros como en el de nuestro vecino del Norte. A final de cuentas las visitas de Estado a nuestro país son un reflejo de la preocupación por nuestros problemas comunes, en lo que evidentemente debe resaltar el tema de la seguridad nacional y fronteriza de ambas naciones.

La primera propuesta del Presidente Andrés Manuel para la creación de la Guardia Nacional fue aceptada bajo la condición que tuviera mandos civiles, con el fin de evitar la militarización del país. Tres años después, la misma iniciativa recobra vigencia al volver a proponer que la Guardia Nacional pase a formar parte del Ejército Nacional, con lo que se estaría dando vuelta al candado propuesto.

Si bien es cierto que la escalada de la violencia nos debe de hacer recurrir a soluciones extraordinarias para desenredar problemas complejos, también es cierto que las armas solo facilitan la violencia. El armar a México probablemente nos llevaría a contribuir a crear una tierra de nadie en donde gobernará la ley del más fuerte y la del talión (Ojo por ojo y diente por diente).

Por todo lo anterior es necesario que ármenos a México con educación, igualdad de oportunidades y, sobre todo, justicia social. Si se necesita una reforma, tal vez se deba de explorar la idea de una reforma judicial que acabe con la corrupción e impunidad, para favorecer ampliamente la cultura de la legalidad que desemboque en la denuncia ciudadana y en el castigo ejemplar para aquellos que osen en destruir la paz social de nuestro amado y lastimado México.

México armado


Desafortunadamente una nueva oleada de la cruda violencia irrumpe la vida nacional. El escenario tétrico se apodera de las páginas amarillistas y sensacionalistas de algunos medios nacionales de comunicación, que buscan repuntar las ventas para abatir los efectos de la otra oleada pandémica del virus de la Covid-19. Y mientras México se debate entre la vida y la muerte como nacional, su sociedad se muestra desinteresada para la banalidad de la cotidianeidad en la que estamos inmersos.

Son muy loables las políticas instrumentadas por la 4T contra la violencia consistentes en becas a jóvenes seguramente que darán resultados en el corto plazo; además tenemos un fiero combate al lavado de dinero que se ha emprendido a través de fiscal Santiago Nieto, que tiene azorados a un grupúsculo para someterlos al estricto marco normativo mexicano en la materia. Sin embargo, todo lo anterior pareciera ser insuficiente por los recientes acontecimientos que dejan a familias mexicanas enlutadas por la pérdida de sus seres queridos, lo cual nos hace suponer de una escalada de la violencia que enciende las alarmas en el territorio nacional y en los gobiernos extranjeros como en el de nuestro vecino del Norte. A final de cuentas las visitas de Estado a nuestro país son un reflejo de la preocupación por nuestros problemas comunes, en lo que evidentemente debe resaltar el tema de la seguridad nacional y fronteriza de ambas naciones.

La primera propuesta del Presidente Andrés Manuel para la creación de la Guardia Nacional fue aceptada bajo la condición que tuviera mandos civiles, con el fin de evitar la militarización del país. Tres años después, la misma iniciativa recobra vigencia al volver a proponer que la Guardia Nacional pase a formar parte del Ejército Nacional, con lo que se estaría dando vuelta al candado propuesto.

Si bien es cierto que la escalada de la violencia nos debe de hacer recurrir a soluciones extraordinarias para desenredar problemas complejos, también es cierto que las armas solo facilitan la violencia. El armar a México probablemente nos llevaría a contribuir a crear una tierra de nadie en donde gobernará la ley del más fuerte y la del talión (Ojo por ojo y diente por diente).

Por todo lo anterior es necesario que ármenos a México con educación, igualdad de oportunidades y, sobre todo, justicia social. Si se necesita una reforma, tal vez se deba de explorar la idea de una reforma judicial que acabe con la corrupción e impunidad, para favorecer ampliamente la cultura de la legalidad que desemboque en la denuncia ciudadana y en el castigo ejemplar para aquellos que osen en destruir la paz social de nuestro amado y lastimado México.