/ lunes 29 de noviembre de 2021

Covax: declaración fallida

La tradición nos dice que el “viernes negro” es una costumbre americana en la que se abarrotan los mercados y se vacían nos anaqueles de las tiendas estadounidenses. Es un punto de inflexión en la economía en el que se disparan las ventas, se estimula al consumo y se avizora una época decembrina de paz, armonía y bonanza. Sin embargo, lo del pasado viernes fue todo lo contrario por el aviso de la nueva cepa de la Covid-19. Ocasionó excesivo nerviosismo en el mercado, por lo que las presiones terminaron en concretar desplomes de bolsas valores, ajustes cambiarios, aumentos de precios y en las tasas de interés.

Cuando se iniciaron los trabajos para encontrar una vacuna contra la Covid-19 se realizó la declaración Covax, iniciativa que busca un reparto equitativo de vacunas en el mundo para evitar el agandalle de algunas naciones y evitar mutaciones de la cepas que no pudieran ser mitigadas con la vacunación. La nobleza de Covax fue, en un sentido filosófico, algo demasiado hermoso para el desarrollo de la humanidad porque se entendió perfectamente que el virus debería de ser atacado en los frentes geográficos para tratar de controlarlo lo más pronto posible, sin darle la oportunidad de fortalecerse.

Sin embargo, la realidad operativa fue totalmente distinta a lo esperado. Las grandes naciones aseguraron millones de dosis de sus laboratorios nacionales, incluso muchas más de las que necesitaban, ocasionando que decenas de países retrasaran sus planes de vacunación. Mientras tanto, la Covid-19 paseaba tranquilamente en cada oleada que azotaba al mundo. Así que el anuncio y preocupación de la Organización Mundial de Salud por la variante Ómicron, que amenaza con contagiar y recontagiar a una gran parte de la población por la probable ineficacia de la vacunas existentes, es el resultado de los fallos de Covax.

A pesar del fallo de la declaración sobre la equidad en el acceso de las vacunas, estamos a buen tiempo de salvarnos de una desgracia, mediante la concientización de las naciones, autoridades y de la sociedad sobre la idea de que somos parte de una aldea global en la que no solo es importante que esté bien yo, sino que toda la sociedad debe de estarlo para poder salir adelante. Dicen que la vida no da segundas oportunidades, sin embargo, estamos ante la oportunidad de demostrarle a las futuras generaciones el porque somos considerados seres sentipensantes. ¿Seremos capaces?

La tradición nos dice que el “viernes negro” es una costumbre americana en la que se abarrotan los mercados y se vacían nos anaqueles de las tiendas estadounidenses. Es un punto de inflexión en la economía en el que se disparan las ventas, se estimula al consumo y se avizora una época decembrina de paz, armonía y bonanza. Sin embargo, lo del pasado viernes fue todo lo contrario por el aviso de la nueva cepa de la Covid-19. Ocasionó excesivo nerviosismo en el mercado, por lo que las presiones terminaron en concretar desplomes de bolsas valores, ajustes cambiarios, aumentos de precios y en las tasas de interés.

Cuando se iniciaron los trabajos para encontrar una vacuna contra la Covid-19 se realizó la declaración Covax, iniciativa que busca un reparto equitativo de vacunas en el mundo para evitar el agandalle de algunas naciones y evitar mutaciones de la cepas que no pudieran ser mitigadas con la vacunación. La nobleza de Covax fue, en un sentido filosófico, algo demasiado hermoso para el desarrollo de la humanidad porque se entendió perfectamente que el virus debería de ser atacado en los frentes geográficos para tratar de controlarlo lo más pronto posible, sin darle la oportunidad de fortalecerse.

Sin embargo, la realidad operativa fue totalmente distinta a lo esperado. Las grandes naciones aseguraron millones de dosis de sus laboratorios nacionales, incluso muchas más de las que necesitaban, ocasionando que decenas de países retrasaran sus planes de vacunación. Mientras tanto, la Covid-19 paseaba tranquilamente en cada oleada que azotaba al mundo. Así que el anuncio y preocupación de la Organización Mundial de Salud por la variante Ómicron, que amenaza con contagiar y recontagiar a una gran parte de la población por la probable ineficacia de la vacunas existentes, es el resultado de los fallos de Covax.

A pesar del fallo de la declaración sobre la equidad en el acceso de las vacunas, estamos a buen tiempo de salvarnos de una desgracia, mediante la concientización de las naciones, autoridades y de la sociedad sobre la idea de que somos parte de una aldea global en la que no solo es importante que esté bien yo, sino que toda la sociedad debe de estarlo para poder salir adelante. Dicen que la vida no da segundas oportunidades, sin embargo, estamos ante la oportunidad de demostrarle a las futuras generaciones el porque somos considerados seres sentipensantes. ¿Seremos capaces?