/ sábado 26 de septiembre de 2020

Crítica pecuniaria

“La crítica nos dice que debemos aprender a disolver los ídolos: Aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos. Tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad. El escritor debe ser un francotirador, debe soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos marginales es más una condenación que una bendición. Ser marginales puede dar validez a nuestra escritura. Y debo decir algo más sobre la crítica: Para mí la crítica es creadora”: Octavio Paz.

La crítica ayuda a exponer las fechorías, evidenciar carencias o incluso la falta de humanidad que se presenta en algunos rubros de la “polaca” nacional. La rama intelectual siempre ha sido el contrapeso necesario para que quienes estén en el poder no se sientan completamente intocables, pero qué pasa cuando los intelectuales, periodistas, críticos y líderes de opinión que adquirieron la obligación civil por cuenta propia de darle a conocer a la sociedad la realidad en la que se vive.

¿Cómo saber cuándo alguna publicación de un medio local, nacional, internacional, líder de opinión o periodista no trae de fondo algún interés político? Para el lector común, es casi imposible saberlo sin investigar exhaustivamente.

El problema es que una vez chamuscado, el público ya no quiere saber de ti. El crítico e intelectual nacional que guardó silencio durante años, que fue cómplice de los atracos a la nación, pues no sólo hubo algunos que guardaron silencio, sino que colaboraron para que la situación caótica que se vivía y se vive en México no se le diera importancia.

Han sido muchos medios de comunicación y periodistas que optaron por utilizar su influencia en las masas para beneficiar a quienes estaban en el poder, persuadir a la sociedad e incluso contribuir a la distribución de campañas negras.

Traicionaron los principios de objetividad y se vendieron al mejor postor, mercenarios de la comunicación, de igual forma intelectuales que fueron presuntamente recompensados por contribuir en su ardua labor de dibujarle al mexicano un México que no existía, pero era el conveniente para mantener la hegemonía de ciertos grupos políticos.

Por eso es que un verdadero crítico e intelectual en cuestión de la política nunca debe pertenecer buscar trabajar en algún puesto de gobierno, pues si no está dispuesto a disolver líderes, a poner su ideal por encima del bien monetario, tarde o temprano su silencio le cobrará factura frente a la sociedad, será silenciado e incluso etiquetado de vendido por haber formado parte del problema y no alzar la voz.

En México los ideales siempre han estado en venta, al mejor postor, pues de ellos no se vive, pero una vez elegido el camino de la crítica, se debe estar comprometido con no sucumbir a las delicias del poder.

Desafortunadamente muchos elementos del gremio intelectual y periodístico desean convertirse en “piedritas” del zapato para que algún ayuntamiento, gobierno del estado o federación le ofrezca algún empleo en su área de comunicación o cultura.

Pobre de México que cuenta con intelectuales, periodistas y medios de comunicación al servicio de poderosos que desean seguir saqueando las arcas nacionales.


“La crítica nos dice que debemos aprender a disolver los ídolos: Aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos. Tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad. El escritor debe ser un francotirador, debe soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos marginales es más una condenación que una bendición. Ser marginales puede dar validez a nuestra escritura. Y debo decir algo más sobre la crítica: Para mí la crítica es creadora”: Octavio Paz.

La crítica ayuda a exponer las fechorías, evidenciar carencias o incluso la falta de humanidad que se presenta en algunos rubros de la “polaca” nacional. La rama intelectual siempre ha sido el contrapeso necesario para que quienes estén en el poder no se sientan completamente intocables, pero qué pasa cuando los intelectuales, periodistas, críticos y líderes de opinión que adquirieron la obligación civil por cuenta propia de darle a conocer a la sociedad la realidad en la que se vive.

¿Cómo saber cuándo alguna publicación de un medio local, nacional, internacional, líder de opinión o periodista no trae de fondo algún interés político? Para el lector común, es casi imposible saberlo sin investigar exhaustivamente.

El problema es que una vez chamuscado, el público ya no quiere saber de ti. El crítico e intelectual nacional que guardó silencio durante años, que fue cómplice de los atracos a la nación, pues no sólo hubo algunos que guardaron silencio, sino que colaboraron para que la situación caótica que se vivía y se vive en México no se le diera importancia.

Han sido muchos medios de comunicación y periodistas que optaron por utilizar su influencia en las masas para beneficiar a quienes estaban en el poder, persuadir a la sociedad e incluso contribuir a la distribución de campañas negras.

Traicionaron los principios de objetividad y se vendieron al mejor postor, mercenarios de la comunicación, de igual forma intelectuales que fueron presuntamente recompensados por contribuir en su ardua labor de dibujarle al mexicano un México que no existía, pero era el conveniente para mantener la hegemonía de ciertos grupos políticos.

Por eso es que un verdadero crítico e intelectual en cuestión de la política nunca debe pertenecer buscar trabajar en algún puesto de gobierno, pues si no está dispuesto a disolver líderes, a poner su ideal por encima del bien monetario, tarde o temprano su silencio le cobrará factura frente a la sociedad, será silenciado e incluso etiquetado de vendido por haber formado parte del problema y no alzar la voz.

En México los ideales siempre han estado en venta, al mejor postor, pues de ellos no se vive, pero una vez elegido el camino de la crítica, se debe estar comprometido con no sucumbir a las delicias del poder.

Desafortunadamente muchos elementos del gremio intelectual y periodístico desean convertirse en “piedritas” del zapato para que algún ayuntamiento, gobierno del estado o federación le ofrezca algún empleo en su área de comunicación o cultura.

Pobre de México que cuenta con intelectuales, periodistas y medios de comunicación al servicio de poderosos que desean seguir saqueando las arcas nacionales.