/ lunes 17 de junio de 2019

Cruzando líneas

Los “infiltrados” de México


El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar, Sun Tzu, “El arte de la guerra”


ARIZONA.- No hacen falta balas y sangre para declarar una guerra. Ahora los campos de batalla son virtuales y diplomáticos. Los soldados son políticos y fanáticos empoderados; los crucificados: Los del pueblo, como eterna penitencia. Las bombas caen sobre los necesitados, no siempre inocentes ni ajenos, pero sí sacrificados. En cada lucha hay un vencedor, pero nadie gana… ni ellos, los de arriba, esos que se creen como bordados a mano por Dios. Así es como se pelea en este siglo; así es como se mueven los hilos desde la Casa Blanca hasta Los Pinos… así es como se predice la agonía de una tregua.

No sé si fue un suspiro -o solamente el aire que se suelta tras contener el aliento por mucho tiempo-, pero luego de un “secuestro diplomático” a las autoridades mexicanas en Washington, el viento de la resignación ondeó la bandera blanca de la paz: No habrá aranceles punitivos para México… por ahora.

México dobló el brazo. Compró tiempo. Se defendió en territorio enemigo. Era una negociación en desventaja desde el inicio. Aun así, celebró un triunfo armonioso que le salvará -por ahora- de otra devaluación del peso y millones de dólares perdidos en comercio internacional; pero lo ha dejado casi en ruinas en capital político. Se ha puesto al servicio de Trump, no de Estados Unidos y eso es en extremo peligroso.

El magnate republicano volverá atacar. Sabe que México tiene muchos talones de Aquiles; se aprovecha de que le duele la pobreza y lo desangra la corrupción, que lo traiciona el Gobierno y lo mueven los intereses especiales. El Presidente estadounidense se jacta y lo usa como campaña. La reelección está cerca y se saborea desde ya un segundo término… a costa de México.

El Gobierno mexicano fue presa fácil por las circunstancias; pero dio pelea. Fue víctima de un “violador cariñoso” que entre caricias bruscas volvió a embestirlo. Cedió lo menos que pudo, lo hizo bajo presión, logró lo menos peor.

México necesita sacar todos los huevos que ha metido en la misma canasta y establecer una nueva posición política en el mundo. Así, aunque el proceso fuera largo y doloroso, podría dejar de depender económicamente de Estados Unidos y repeler los ataques; así podrían pelear como iguales.

Además, el “País Azteca” tiene un as bajo la manga: El paisano. Sin darse cuenta, México tiene décadas reviviendo la mitológica historia de Troya, enviando soldados un migrante a la vez. La población mexicana que reside en la Unión Americana es una de las minorías más grandes, con poder adquisitivo y facilidad de compra. Ese es un cartucho que no se ha utilizado para negociar.

México no está desarmado, tiene millones de connacionales ya establecidos al interior de Estados Unidos, en esferas estratégicas, que le podrían dar una ventaja que ha sido poco valorada. Esos “infiltrados” gastan, votan, generan movimientos sociales y están llegando a puestos de poder que antes eran solo imaginables… además, se multiplican más rápido que los blancos conservadores simpatizantes de Trump.

Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti, dijo Sun Tzu.

Quizá el arte de esta guerra esté en empoderar al paisano, que hasta ahora ha sido relegado a las remesas.



Maritza L. Félix es una periodista, productora y escritora independiente galardonada con múltiples premios por sus trabajos de investigación periodística para prensa y televisión en México, Estados Unidos y Europa.


maritzalizethfelix@gmail.com

Los “infiltrados” de México


El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar, Sun Tzu, “El arte de la guerra”


ARIZONA.- No hacen falta balas y sangre para declarar una guerra. Ahora los campos de batalla son virtuales y diplomáticos. Los soldados son políticos y fanáticos empoderados; los crucificados: Los del pueblo, como eterna penitencia. Las bombas caen sobre los necesitados, no siempre inocentes ni ajenos, pero sí sacrificados. En cada lucha hay un vencedor, pero nadie gana… ni ellos, los de arriba, esos que se creen como bordados a mano por Dios. Así es como se pelea en este siglo; así es como se mueven los hilos desde la Casa Blanca hasta Los Pinos… así es como se predice la agonía de una tregua.

No sé si fue un suspiro -o solamente el aire que se suelta tras contener el aliento por mucho tiempo-, pero luego de un “secuestro diplomático” a las autoridades mexicanas en Washington, el viento de la resignación ondeó la bandera blanca de la paz: No habrá aranceles punitivos para México… por ahora.

México dobló el brazo. Compró tiempo. Se defendió en territorio enemigo. Era una negociación en desventaja desde el inicio. Aun así, celebró un triunfo armonioso que le salvará -por ahora- de otra devaluación del peso y millones de dólares perdidos en comercio internacional; pero lo ha dejado casi en ruinas en capital político. Se ha puesto al servicio de Trump, no de Estados Unidos y eso es en extremo peligroso.

El magnate republicano volverá atacar. Sabe que México tiene muchos talones de Aquiles; se aprovecha de que le duele la pobreza y lo desangra la corrupción, que lo traiciona el Gobierno y lo mueven los intereses especiales. El Presidente estadounidense se jacta y lo usa como campaña. La reelección está cerca y se saborea desde ya un segundo término… a costa de México.

El Gobierno mexicano fue presa fácil por las circunstancias; pero dio pelea. Fue víctima de un “violador cariñoso” que entre caricias bruscas volvió a embestirlo. Cedió lo menos que pudo, lo hizo bajo presión, logró lo menos peor.

México necesita sacar todos los huevos que ha metido en la misma canasta y establecer una nueva posición política en el mundo. Así, aunque el proceso fuera largo y doloroso, podría dejar de depender económicamente de Estados Unidos y repeler los ataques; así podrían pelear como iguales.

Además, el “País Azteca” tiene un as bajo la manga: El paisano. Sin darse cuenta, México tiene décadas reviviendo la mitológica historia de Troya, enviando soldados un migrante a la vez. La población mexicana que reside en la Unión Americana es una de las minorías más grandes, con poder adquisitivo y facilidad de compra. Ese es un cartucho que no se ha utilizado para negociar.

México no está desarmado, tiene millones de connacionales ya establecidos al interior de Estados Unidos, en esferas estratégicas, que le podrían dar una ventaja que ha sido poco valorada. Esos “infiltrados” gastan, votan, generan movimientos sociales y están llegando a puestos de poder que antes eran solo imaginables… además, se multiplican más rápido que los blancos conservadores simpatizantes de Trump.

Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti, dijo Sun Tzu.

Quizá el arte de esta guerra esté en empoderar al paisano, que hasta ahora ha sido relegado a las remesas.



Maritza L. Félix es una periodista, productora y escritora independiente galardonada con múltiples premios por sus trabajos de investigación periodística para prensa y televisión en México, Estados Unidos y Europa.


maritzalizethfelix@gmail.com