/ domingo 15 de agosto de 2021

CULTURARTE

Los depredadores al otro lado de las pantallas


Cuando el mundo colapsó a raíz de la pandemia del Covid, las redes sociales se volvieron casi el único medio de comunicación con los seres queridos y amistades para evitar los contagios.

Se incrementó el uso de celulares y computadoras y los medios de protección infantil, hicieron hincapié en la importancia de la supervisión adulta cuando los menores o jovencitas los utilizaban. La empatía se manifestó a grandes escalas y surgieron muchas personas locales, de otras entidades y países, queriendo establecer contacto virtual ya sea para no sentirse solos o para compartir fotos, charlas, recetas, dar talleres gratis o de bajo costo de diferentes disciplinas y virtudes propias o adquiridas. Pero también surgieron los depredadores que no son solo sexuales. Estos parásitos sociales tratan a toda costa de aprovecharse de la buena fe de los demás, sobre todo cuando detectan situaciones de vulnerabilidad y baja autoestima. Los manipuladores, son depredadores generalmente narcisistas, expertos y sin escrúpulos. Solicitan favores y dinero, con diferentes pretextos, alegando situaciones de salud precaria o pobreza extrema. Estos delincuentes se aprovechan de personas que poseen otro tipo de narcisismo, cuya satisfacción es la de ser necesitado. Cuando ese tipo de personas se encuentran, es muy fácil se establezca una codependencia, que solo se puede superar con voluntad férrea y ayuda psicológica de parte del narcisista victimizado. Los depredadores seducen y estafan a quienes les muestran amistad y afecto, se victimizan y suelen vivir un nivel de vida económica, mucho mejor que cualquiera de sus incautos proveedores. Viajan, visten, comen y disfrutan sin tener que trabajar nunca.

Los hay de todos tipos. Hombres y mujeres jóvenes explotando adultos mayores emocionándolos y manteniendo con ellos “romances” y que al final de todo, no es más que otra manera de ejercer la prostitución (Sugar). Madres y padres a sus hijos (tuvieron muchos para que los mantuvieran). Cuidadores e hijos abusando de sus padres y los adultos mayores quitándoles su pensión mensual. Madres utilizando a los niños, mostrándoles enfermos en las redes para obtener dinero o reconocimiento que satisfaga su necesidades psicológicas de atención (síndrome de Münchhausen). Amigos y amigas, lejanos y cercanos que piden prestado y después ya ni te saludan e infinidad de sujetos y situaciones donde solo resta estar muy alerta y saber decir no, categóricamente, cuando hay que hacerlo.

Los depredadores al otro lado de las pantallas


Cuando el mundo colapsó a raíz de la pandemia del Covid, las redes sociales se volvieron casi el único medio de comunicación con los seres queridos y amistades para evitar los contagios.

Se incrementó el uso de celulares y computadoras y los medios de protección infantil, hicieron hincapié en la importancia de la supervisión adulta cuando los menores o jovencitas los utilizaban. La empatía se manifestó a grandes escalas y surgieron muchas personas locales, de otras entidades y países, queriendo establecer contacto virtual ya sea para no sentirse solos o para compartir fotos, charlas, recetas, dar talleres gratis o de bajo costo de diferentes disciplinas y virtudes propias o adquiridas. Pero también surgieron los depredadores que no son solo sexuales. Estos parásitos sociales tratan a toda costa de aprovecharse de la buena fe de los demás, sobre todo cuando detectan situaciones de vulnerabilidad y baja autoestima. Los manipuladores, son depredadores generalmente narcisistas, expertos y sin escrúpulos. Solicitan favores y dinero, con diferentes pretextos, alegando situaciones de salud precaria o pobreza extrema. Estos delincuentes se aprovechan de personas que poseen otro tipo de narcisismo, cuya satisfacción es la de ser necesitado. Cuando ese tipo de personas se encuentran, es muy fácil se establezca una codependencia, que solo se puede superar con voluntad férrea y ayuda psicológica de parte del narcisista victimizado. Los depredadores seducen y estafan a quienes les muestran amistad y afecto, se victimizan y suelen vivir un nivel de vida económica, mucho mejor que cualquiera de sus incautos proveedores. Viajan, visten, comen y disfrutan sin tener que trabajar nunca.

Los hay de todos tipos. Hombres y mujeres jóvenes explotando adultos mayores emocionándolos y manteniendo con ellos “romances” y que al final de todo, no es más que otra manera de ejercer la prostitución (Sugar). Madres y padres a sus hijos (tuvieron muchos para que los mantuvieran). Cuidadores e hijos abusando de sus padres y los adultos mayores quitándoles su pensión mensual. Madres utilizando a los niños, mostrándoles enfermos en las redes para obtener dinero o reconocimiento que satisfaga su necesidades psicológicas de atención (síndrome de Münchhausen). Amigos y amigas, lejanos y cercanos que piden prestado y después ya ni te saludan e infinidad de sujetos y situaciones donde solo resta estar muy alerta y saber decir no, categóricamente, cuando hay que hacerlo.

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