/ domingo 5 de diciembre de 2021

CULTURARTE

El miedo endémico y pandémico


Con la entrada del invierno, el sol se oculta más temprano y la mayoría realiza las compras y salidas ineludibles a negocios con tiempo suficiente para no exponerse a accidentes, asaltos o enfermedades respiratorias por las bajas temperaturas.


Hay factores decisivos para que disminuyan las actividades y aumente el clima de temor, de ansiedad, que antes era endémico y se ha transformado en pandémico, aún de día. Uno es el aumento de la población flotante migrante que nos muestra ciudades con miles de personas totalmente desconocidas, paisanas y hasta extranjeras con múltiples necesidades básicas que cubrir y de quienes no sabemos antecedentes o actitudes por asumir. Otra es el actuar a destajo de la delincuencia organizada y aunque se supone que solo atacan y cobran cuentas entre ellos, los famosos “daños colaterales” no se dejan de sentir y sobre todo, cuando las víctimas son niños o jóvenes adolescentes que estuvieron en el lugar y la hora equivocados.

El poder del narco impera en toda la nación y eso no es un acontecimiento de hoy, de ahora. Están más activos que nunca y desgraciadamente pareciera que son “coreados” y apoyados por medio de la divulgación de historias donde sus líderes son elevados a niveles idílicos, ya sea en películas, series de televisión, libros o música (narcocorridos), materiales que están al alcance de todos y dejan en duda de cuál es el efecto que desean lograr, el informar de lo que acontece, o “culturizar” a la población y que se tome como “normal”, el que esos grupos o personas existan y actúen como lo hacen.

Muchos Estados importantes a nivel productivo del país están prácticamente abandonados por los jefes y jefas de familia o los jóvenes en edad de trabajar, quienes han pasado a formar parte de la nómina de los cárteles y en el mejor contexto, emigrado a otros regiones o países en busca de oportunidades de vida y trabajo digno, ya que sus fuentes de trabajo en sus localidades, cerraron ante la acción y amenazas de los grupos delictivos. Ante la impunidad y la carencia de los medios para protegernos adecuadamente, solo nos queda el conformismo de que por suerte, esta vez, nos escapamos de ser las víctimas de los asaltos, de recibir un balazo en la refriega de un ajuste de cuentas y de ahí para allá, pobre del otro, de ése al que hoy, le tocó.


El miedo endémico y pandémico


Con la entrada del invierno, el sol se oculta más temprano y la mayoría realiza las compras y salidas ineludibles a negocios con tiempo suficiente para no exponerse a accidentes, asaltos o enfermedades respiratorias por las bajas temperaturas.


Hay factores decisivos para que disminuyan las actividades y aumente el clima de temor, de ansiedad, que antes era endémico y se ha transformado en pandémico, aún de día. Uno es el aumento de la población flotante migrante que nos muestra ciudades con miles de personas totalmente desconocidas, paisanas y hasta extranjeras con múltiples necesidades básicas que cubrir y de quienes no sabemos antecedentes o actitudes por asumir. Otra es el actuar a destajo de la delincuencia organizada y aunque se supone que solo atacan y cobran cuentas entre ellos, los famosos “daños colaterales” no se dejan de sentir y sobre todo, cuando las víctimas son niños o jóvenes adolescentes que estuvieron en el lugar y la hora equivocados.

El poder del narco impera en toda la nación y eso no es un acontecimiento de hoy, de ahora. Están más activos que nunca y desgraciadamente pareciera que son “coreados” y apoyados por medio de la divulgación de historias donde sus líderes son elevados a niveles idílicos, ya sea en películas, series de televisión, libros o música (narcocorridos), materiales que están al alcance de todos y dejan en duda de cuál es el efecto que desean lograr, el informar de lo que acontece, o “culturizar” a la población y que se tome como “normal”, el que esos grupos o personas existan y actúen como lo hacen.

Muchos Estados importantes a nivel productivo del país están prácticamente abandonados por los jefes y jefas de familia o los jóvenes en edad de trabajar, quienes han pasado a formar parte de la nómina de los cárteles y en el mejor contexto, emigrado a otros regiones o países en busca de oportunidades de vida y trabajo digno, ya que sus fuentes de trabajo en sus localidades, cerraron ante la acción y amenazas de los grupos delictivos. Ante la impunidad y la carencia de los medios para protegernos adecuadamente, solo nos queda el conformismo de que por suerte, esta vez, nos escapamos de ser las víctimas de los asaltos, de recibir un balazo en la refriega de un ajuste de cuentas y de ahí para allá, pobre del otro, de ése al que hoy, le tocó.


ÚLTIMASCOLUMNAS
domingo 02 de enero de 2022

CULTUARTE

Beda L. Domínguez

domingo 12 de diciembre de 2021

CULTURARTE

Beda L. Domínguez

domingo 05 de diciembre de 2021

CULTURARTE

Beda L. Domínguez

domingo 28 de noviembre de 2021

Culturarte

Beda L. Domínguez

domingo 21 de noviembre de 2021

CULTURARTE

Beda L. Domínguez

domingo 07 de noviembre de 2021

CULTURARTE

Beda L. Domínguez

domingo 31 de octubre de 2021

CULTURARTE

Beda L. Domínguez

Cargar Más