/ sábado 19 de diciembre de 2020

De 40 a 50 mil pesitos

Solo el 1% de la población mexicana gana un sueldito de esa cantidad, hace algunos días una entrevista dada el 2019 por un funcionario mexicano, de conocido partido naranja, en la que decía conocer a personas que con un “sueldito de 40 o 50 mil pesitos vivían bien”, encendió las redes, catalogándolo como alguien que desconoce completamente la situación salarial precaria en la que labora infinidad de mexicanos.

Un país con más de 50 millones de pobres, donde a duras penas el salario mínimo ha empezado a incrementarse con porcentajes hasta cierto punto respetables, no ganan, ni se acercan a los 40 o 50 mil pesos mensuales, ese pequeño sueldito insignificante para algunos funcionarios, muchos de los mexicanos ni en sueños lo ganan, ya quisieran mínimo ganar aunque sea la mitad de esos 40 o 50 mil pesitos, con los que viven personajes cercanos al senatore.

El problema no es nacer en cuna de oro como algunas personas tienen la bondad y bendición, el problema es que cuando quienes nacen en cuna de oro se quieren inmiscuir en la “polaca”, quieran un cargo público para ver por todos los mexicanos, desconozcan completamente cuál es la situación de los más de 50 millones que pertenecemos a la clase baja.

Un ciudadano sin importar su clase social, etnia, dogma o género puede pecar de ignorante sobre esos asuntos, pero un funcionario no, en ellos no es justificable desconocer la situación en la que vive la mayoría de una nación de más de 100 millones de personas, a quienes en algún momento espera poder representar.

Se imagina un mundo en donde los 500 miembros del H. Congreso de la Unión ganaran a lo mucho 2 salarios mínimos diarios, que su aguinaldo fuera como lo dicta la ley, sin bonos, ni dietas especiales, en donde llegas tarde, se te descuenta el día, les bonifiquen conforme a su desempeño como sucede en muchos trabajos, seguramente otro gallo cantara.

Si los salarios de regidores, diputados, senadores, alcaldes, gobernadores y presidentes fuera en ese ámbito, se depuraría bastante los aspirantes a un cargo público, pues con los salarios que ganan actualmente, trabajar en el gobierno mexicano es el equivalente a ganarse la lotería, pues muchos de los “representantes” del pueblo dejan mucho que desear, algunos ni siquiera asisten a sesiones ordinarias, legislan o proponen alguna reforma de ley que sea trascendente para beneficiar a los que representan.

Tal vez si todos los funcionarios ganaran máximo dos salarios mínimos, no mirarían con malos ojos el aumento al salario mínimo, tal vez si trabajaran en las precariedades en que muchos millones de mexicanos lo hacen, exigirían que no sólo se respetara y cumpliera la Ley Federal de Trabajo, sino que harían lo posible para que ésta fuera acatada correctamente.

Tal vez si eso pasara, se dejaría de tener caciques en la “polaca” mexicana, se dejarían de heredar los puestos con los que miles de “juniors” se enriquecen a costa de quienes representan o gracias a su “labor” pública incrementan considerablemente su patrimonio o crecen exponencialmente sus empresas.


Solo el 1% de la población mexicana gana un sueldito de esa cantidad, hace algunos días una entrevista dada el 2019 por un funcionario mexicano, de conocido partido naranja, en la que decía conocer a personas que con un “sueldito de 40 o 50 mil pesitos vivían bien”, encendió las redes, catalogándolo como alguien que desconoce completamente la situación salarial precaria en la que labora infinidad de mexicanos.

Un país con más de 50 millones de pobres, donde a duras penas el salario mínimo ha empezado a incrementarse con porcentajes hasta cierto punto respetables, no ganan, ni se acercan a los 40 o 50 mil pesos mensuales, ese pequeño sueldito insignificante para algunos funcionarios, muchos de los mexicanos ni en sueños lo ganan, ya quisieran mínimo ganar aunque sea la mitad de esos 40 o 50 mil pesitos, con los que viven personajes cercanos al senatore.

El problema no es nacer en cuna de oro como algunas personas tienen la bondad y bendición, el problema es que cuando quienes nacen en cuna de oro se quieren inmiscuir en la “polaca”, quieran un cargo público para ver por todos los mexicanos, desconozcan completamente cuál es la situación de los más de 50 millones que pertenecemos a la clase baja.

Un ciudadano sin importar su clase social, etnia, dogma o género puede pecar de ignorante sobre esos asuntos, pero un funcionario no, en ellos no es justificable desconocer la situación en la que vive la mayoría de una nación de más de 100 millones de personas, a quienes en algún momento espera poder representar.

Se imagina un mundo en donde los 500 miembros del H. Congreso de la Unión ganaran a lo mucho 2 salarios mínimos diarios, que su aguinaldo fuera como lo dicta la ley, sin bonos, ni dietas especiales, en donde llegas tarde, se te descuenta el día, les bonifiquen conforme a su desempeño como sucede en muchos trabajos, seguramente otro gallo cantara.

Si los salarios de regidores, diputados, senadores, alcaldes, gobernadores y presidentes fuera en ese ámbito, se depuraría bastante los aspirantes a un cargo público, pues con los salarios que ganan actualmente, trabajar en el gobierno mexicano es el equivalente a ganarse la lotería, pues muchos de los “representantes” del pueblo dejan mucho que desear, algunos ni siquiera asisten a sesiones ordinarias, legislan o proponen alguna reforma de ley que sea trascendente para beneficiar a los que representan.

Tal vez si todos los funcionarios ganaran máximo dos salarios mínimos, no mirarían con malos ojos el aumento al salario mínimo, tal vez si trabajaran en las precariedades en que muchos millones de mexicanos lo hacen, exigirían que no sólo se respetara y cumpliera la Ley Federal de Trabajo, sino que harían lo posible para que ésta fuera acatada correctamente.

Tal vez si eso pasara, se dejaría de tener caciques en la “polaca” mexicana, se dejarían de heredar los puestos con los que miles de “juniors” se enriquecen a costa de quienes representan o gracias a su “labor” pública incrementan considerablemente su patrimonio o crecen exponencialmente sus empresas.