Cuando Marto de la Cruz emerge en la historia, es calificado: ¡Farsante!; Otros le dicen mentiroso; le juzgan mequetrefe; pocos lo estiman como valiente Cucapah”; muchos afirman ser inexistente.
Al perder México la guerra contra Estados Unidos en 1847, cundió -en la población mexicana fronteriza- ánimo confuso, actitud pesimista que sumado a la pobreza técnica de los habitantes del bajo Colorado, les caracterizó tímidez para comerciar: minerales, pesca, agricultura, pastos, leña. Esto agigantó a los extranjeros saqueando recursos, trajinando la navegación, ante indiferencia gubernamental desde capital Azteca. Los indígenas vieron su territorio invadido y anidaron hacer matanza general o echar extranjeros fuera de su territorio. Esto nunca ocurrió, el problema fue su falta de unidad grupal. Esa cuestión análoga, Héctor M.Buchanan D. sostiene unidad en SUTSM, trabajando.
Así apareció el general Marto de la Cruz -con arco, flecha y lanza vestido de guerrero Cucapah- ante el jefe político, Pedro Magaña Navarrete en la Paz Baja California: 14 de marzo 1870. Allá asombró con la encomienda que portaba. Dijo ser general de los dieguinos, yumas y cucapahs, quienes le ordenaron viajar, así cumplía mandato de las naciones del río Colorado, solicitando protección al gobierno peninsular, aliviando miserable situación de pobreza en que se debatían casi 5 mil almas: por eso recorrió más de 1 200 kilómetros. Marto dijo defendemos la frontera, impidiendo corrimientos de la línea; denunció el saqueo de azufre y minerales que aumentaría cuando llegara el ferrocarril hasta San Diego. Informó la suprema fertilidad de sus tierras, urgiendo abastecimiento desde Altar, Caborca, Real del Pitic, porque surtían mercancías en barco desde San Francisco transbordándolas en Puerto Isabel; dijo existía compañía de diligencias transportando en ruta estableiendo “Postas” y hoteles aprovechando forraje y agua sin pagar; impidiendo a los indígenas vender leña, hortalizas y pieles a los barcos.
Exigió reconocerles como propiedad: los bosques, pastos, minerales, animales, costas y ríos; pagarles por pastizales del ganado y renta por sus terrenos a comerciantes y diligencias de transporte. Al reconocerles su derecho, Marto de la Cruz prometía buscar el bien de sus gentes; con el dinero colectado pagaría vigilantes, como autoridad civil; aseguró hablar el idiomas de las tribus e inglés, algo francés y actualmente aprendía a leer y escribir castellano. Fueron peticiones oídas, escritas y enviadas por Pedro Magaña en carta al presidente don Benito Juárez García, quien le contesta de modo diligente y respetuoso al generalísimo Marto de la Cruz.