/ domingo 25 de julio de 2021

FE Y RAZÓN

El problema acaba donde empieza


La Esperanza escrita en la historia de cada persona o de cada nación es gloriosa porque es una historia hecha de sacrificios, de lucha cotidiana, de vidas deshilachadas y entregadas. Hay que ir a la periferia para ver el mundo tal cual es y si se quiere encontrar un futuro nuevo y mejor, hay que ir al origen del error, pues el problema acaba donde empieza.

Cuando una persona está enferma aunque le des el filete de carne más rico que pudiera probar, no comerá porque su estado de salud no se lo permite, y cuando vamos a una consulta médica para buscar el alivio a nuestro mal, normalmente el médico nos pregunta por los síntomas, es decir, qué sentimos, dónde nos duele y verifica cierta información al medir nuestros niveles de presión arterial, nivel de azúcar sea alto o bajo o inclusive el nivel de oxigenación en los pulmones. Pues bien, qué pasa en una sociedad fragmentada y enferma en su estructura y tejido social, por más que le hables de la virtud, de la necesidad de buscar la fraternidad y el bien común parece que lo repele, lo rechaza, o cuando los síntomas que vivimos manifiestan una sociedad convulsionada en violencia y desesperanza, ¿Cuál sería el diagnóstico y la cura para dicha enfermedad?

Hemos descuidado nuestros vínculos con nuestro creador, con la creación y con las demás criaturas. Dice el Papa Francisco que la Pandemia Covid 19 es nuestro momento Noé, siempre y cuando encontremos el arca de los lazos que nos unen, de la caridad y de la común pertenencia. Necesitamos buscar la regeneración de la sociedad humana, volver a respetar los límites, frenar la absurda carrera de la riqueza y el poder. Lo que el Señor nos pide hoy es una cultura de servicio, no una cultura del descarte, tenemos que abrir los ojos y dejar que nos toque el sufrimiento que existe alrededor, pues solo así podremos escuchar la voz del Espíritu de Dios que habla desde los márgenes.

Existen tres centros que son nefastos y que impiden el crecimiento, como primer centro es el Narcisismo que te lleva a una cultura del Espejo, a mirar y centrar todo en uno mismo, un egoísmo donde todo se trata de él y lo demás no existe y las noticias son buenas si le benefician y si son malas entonces se vuelven la principal víctima. El segundo centro, desánimo, es el que hace que te quejes de todo y no veas lo que te rodea ni lo que te ofrecen los demás y solo ves lo que crees que perdiste, sin buscar o esperar soluciones y como tercer centro el Pesimismo, es como un portazo que le das al futuro y a la novedad, una puerta que no se abre por miedo de que aparezca algo nuevo algún día y con el tiempo terminas encerrado sin ser capaz de ver más allá de ti mismo.

Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, es el resumen de toda la Ley y los profetas.

El problema acaba donde empieza


La Esperanza escrita en la historia de cada persona o de cada nación es gloriosa porque es una historia hecha de sacrificios, de lucha cotidiana, de vidas deshilachadas y entregadas. Hay que ir a la periferia para ver el mundo tal cual es y si se quiere encontrar un futuro nuevo y mejor, hay que ir al origen del error, pues el problema acaba donde empieza.

Cuando una persona está enferma aunque le des el filete de carne más rico que pudiera probar, no comerá porque su estado de salud no se lo permite, y cuando vamos a una consulta médica para buscar el alivio a nuestro mal, normalmente el médico nos pregunta por los síntomas, es decir, qué sentimos, dónde nos duele y verifica cierta información al medir nuestros niveles de presión arterial, nivel de azúcar sea alto o bajo o inclusive el nivel de oxigenación en los pulmones. Pues bien, qué pasa en una sociedad fragmentada y enferma en su estructura y tejido social, por más que le hables de la virtud, de la necesidad de buscar la fraternidad y el bien común parece que lo repele, lo rechaza, o cuando los síntomas que vivimos manifiestan una sociedad convulsionada en violencia y desesperanza, ¿Cuál sería el diagnóstico y la cura para dicha enfermedad?

Hemos descuidado nuestros vínculos con nuestro creador, con la creación y con las demás criaturas. Dice el Papa Francisco que la Pandemia Covid 19 es nuestro momento Noé, siempre y cuando encontremos el arca de los lazos que nos unen, de la caridad y de la común pertenencia. Necesitamos buscar la regeneración de la sociedad humana, volver a respetar los límites, frenar la absurda carrera de la riqueza y el poder. Lo que el Señor nos pide hoy es una cultura de servicio, no una cultura del descarte, tenemos que abrir los ojos y dejar que nos toque el sufrimiento que existe alrededor, pues solo así podremos escuchar la voz del Espíritu de Dios que habla desde los márgenes.

Existen tres centros que son nefastos y que impiden el crecimiento, como primer centro es el Narcisismo que te lleva a una cultura del Espejo, a mirar y centrar todo en uno mismo, un egoísmo donde todo se trata de él y lo demás no existe y las noticias son buenas si le benefician y si son malas entonces se vuelven la principal víctima. El segundo centro, desánimo, es el que hace que te quejes de todo y no veas lo que te rodea ni lo que te ofrecen los demás y solo ves lo que crees que perdiste, sin buscar o esperar soluciones y como tercer centro el Pesimismo, es como un portazo que le das al futuro y a la novedad, una puerta que no se abre por miedo de que aparezca algo nuevo algún día y con el tiempo terminas encerrado sin ser capaz de ver más allá de ti mismo.

Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo, es el resumen de toda la Ley y los profetas.