/ domingo 19 de septiembre de 2021

FE Y RAZÓN

El aborto provocado


El cristiano sabe que la vida eterna para él depende de lo que habrá hecho de su vida en la tierra con la gracia de Dios. El sumo pontífice Paulo VI el día 25 de junio de 1974, ratificó, confirmó y mandó que se publicara la Declaración sobre el aborto provocado y después de 47 años seguimos en el mismo tema.

Dios no hizo la muerte, ni se goza en la pérdida de los vivientes, así lo expresa la Sagrada Escritura en el Salmo 1, 13. La tradición de la iglesia ha considerado siempre que la vida humana debe ser protegida y favorecida desde su comienzo, lo mismo que en las mismas etapas de su desarrollo, Pablo VI lo ha condenado severísimamente: “La vida debe ser salvaguardada con extremo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables y esta doctrina de la iglesia es inmutable”, pues el primer derecho de la persona humana es su vida y no es el reconocimiento de los demás lo que constituye este derecho. Una sociedad debe respetar tanto la vida del anciano, del enfermo incurable, como la del niño y la del hombre maduro.

Con la fecundación del óvulo queda inaugurada una vida que no es ni la del padre, ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. La ley divina y la razón humana excluyen todo derecho a matar directamente a un inocente. La vida del niño prevalece sobre todas las opiniones: No se puede invocar la libertad de pensamiento para arrebatársela.

La Iglesia tiene demasiada conciencia de que es propio de su vocación defender al hombre contra todo aquello que podría deshacerlo o rebajarlo, la iglesia defiende la vida por su misma esencia de ser madre por lo tanto no puede callar ante estos temas que hoy en día son fuertes y agresivamente cuestionados y discutidos. No se puede invocar jamás la libertad de opinión para atentar contra los derechos de los demás y muy especialmente contra el derecho a la vida, no se puede estar en contra de la guerra y la violencia, del terrorismo y el genocidio, si afirmamos, aprobamos o nos quedamos callados ante este acto terrorífico como es el desmembrar un ser no nacido en el vientre materno, un acto violento ante quien no se puede defender, un genocidio por los miles y miles que no nacerán.

ATENÁGORAS: (190) “Los cristianos consideran homicidas a las mujeres que toman medicina para abortar y condena a quienes matan a los hijos incluidos los que viven en el seno de su madre.”

TERTULIANO: (166) “Es un homicidio anticipado el impedir el nacimiento, poco importa que se suprima la vida ya nacida o que se le haga desaparecer al nacer, pues es un ser humano el que está en camino de serlo.”

PABLO VI: (1978) condenó muy severamente el aborto, “la vida desde la concepción debe ser salvaguardada con el máximo cuidado”.

Desde los orígenes de la moral cristiana este tema ha sido un gran debate y la Iglesia hasta el día de hoy no puede cambiar su perspectiva de defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural.


El aborto provocado


El cristiano sabe que la vida eterna para él depende de lo que habrá hecho de su vida en la tierra con la gracia de Dios. El sumo pontífice Paulo VI el día 25 de junio de 1974, ratificó, confirmó y mandó que se publicara la Declaración sobre el aborto provocado y después de 47 años seguimos en el mismo tema.

Dios no hizo la muerte, ni se goza en la pérdida de los vivientes, así lo expresa la Sagrada Escritura en el Salmo 1, 13. La tradición de la iglesia ha considerado siempre que la vida humana debe ser protegida y favorecida desde su comienzo, lo mismo que en las mismas etapas de su desarrollo, Pablo VI lo ha condenado severísimamente: “La vida debe ser salvaguardada con extremo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables y esta doctrina de la iglesia es inmutable”, pues el primer derecho de la persona humana es su vida y no es el reconocimiento de los demás lo que constituye este derecho. Una sociedad debe respetar tanto la vida del anciano, del enfermo incurable, como la del niño y la del hombre maduro.

Con la fecundación del óvulo queda inaugurada una vida que no es ni la del padre, ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. La ley divina y la razón humana excluyen todo derecho a matar directamente a un inocente. La vida del niño prevalece sobre todas las opiniones: No se puede invocar la libertad de pensamiento para arrebatársela.

La Iglesia tiene demasiada conciencia de que es propio de su vocación defender al hombre contra todo aquello que podría deshacerlo o rebajarlo, la iglesia defiende la vida por su misma esencia de ser madre por lo tanto no puede callar ante estos temas que hoy en día son fuertes y agresivamente cuestionados y discutidos. No se puede invocar jamás la libertad de opinión para atentar contra los derechos de los demás y muy especialmente contra el derecho a la vida, no se puede estar en contra de la guerra y la violencia, del terrorismo y el genocidio, si afirmamos, aprobamos o nos quedamos callados ante este acto terrorífico como es el desmembrar un ser no nacido en el vientre materno, un acto violento ante quien no se puede defender, un genocidio por los miles y miles que no nacerán.

ATENÁGORAS: (190) “Los cristianos consideran homicidas a las mujeres que toman medicina para abortar y condena a quienes matan a los hijos incluidos los que viven en el seno de su madre.”

TERTULIANO: (166) “Es un homicidio anticipado el impedir el nacimiento, poco importa que se suprima la vida ya nacida o que se le haga desaparecer al nacer, pues es un ser humano el que está en camino de serlo.”

PABLO VI: (1978) condenó muy severamente el aborto, “la vida desde la concepción debe ser salvaguardada con el máximo cuidado”.

Desde los orígenes de la moral cristiana este tema ha sido un gran debate y la Iglesia hasta el día de hoy no puede cambiar su perspectiva de defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural.