/ domingo 31 de octubre de 2021

FE Y RAZÓN

Dolor al perder mi pareja

Hay un dolor muy particular que todos experimentamos alguna vez cuando perdemos a nuestra pareja, sea a través del duelo que conlleva la muerte del ser amado o por el fin del proyecto de la relación debido al divorcio o separación. Ambas son pérdidas y siempre expresarán un dolor intenso que no se debe ver como algo pequeño o fácil de superar.

Solo desde el amor se puede experimentar el dolor, solo por algo vale la pena vivir, luchar y morir y es el amor. El amor tiene dos caras; por un lado, piensas te amo y quiero estar contigo todos los días de mi vida, pero el lado adverso nos hace pensar que si dejas de estar conmigo, voy a sentir dolor. Cuando elegimos amar a una persona, sabemos que nos movemos en este frágil y a la vez fuerte sentimiento y pensamiento. El dolor ante la pérdida del ser amado se manifiesta por la intensidad del amor depositado y por saber que ya no está, ni estará a nuestro lado.

Este es el riesgo que aceptamos correr cuando elegimos amar y ser amados, sin embargo, nadie puede evitar el hecho de “apegarse al otro” precisamente porque es nuestra condición humana quien necesita el complemento para sentirse pleno, para ser feliz y para tener la capacidad de entregar lo mejor de nosotros mismos. El ser humano necesita el amor en su vida, pues así como necesitamos el alimento físico para nutrir y mantener sano nuestro cuerpo, de la misma manera necesitamos el amor como el combustible que nos hace caminar por la vida con sentimientos sanos y emociones bellas que nos hacen ser feliz.

Cuando pierdes un ser amado, el mejor remedio para superar la pérdida es no hacer nada, solo dejar que surja sin ofrecer resistencia, como si fuera una ola del mar que si no te resistes y flotas te llevará a la orilla. El dolor por la muerte de un ser querido siempre nos dice que estamos vivos y que el ser que se ha ido vive en nuestro pensamiento y corazón. No tengas miedo a sentir dolor, ni te avergüences o reprimas manifestar el dolor, tienes que permitirte sentirlo, pero no debes perpetuarlo.

Por otro lado, cuando vivimos un divorcio o separación, también se vive un duelo solo que es mezclado con frustración, coraje, ira, tristeza, decepción. Sin embargo, una ruptura no tiene lugar de la noche a la mañana, siempre ocurre primero una separación emocional que luego desencadena en la separación física.

En la separación de pareja uno de los dos se siente frustrado y poco a poco va acumulando ira, hay conflictos que no se logran o quieren resolver, pues cuando el vínculo sagrado del “nosotros” es débil aparecen las discusiones diarias por diferencias, por tonterías, por celos, lo que producirá un desgaste con los años. Las relaciones también se enferman emocionalmente y se convierten en tensión, miedo, intolerancia, violencia y rechazo. Regularmente es uno de los dos quien decide irse y es cuando se llega al momento de que no hay perdón que cure o sane las heridas.

Toda separación es dolorosa, pero cuando la relación es peligrosa y lastima nuestra vida, lo mejor es separarse, por salud mental, emocional y sobre todo por darse la oportunidad de volver a ser feliz.


Dolor al perder mi pareja

Hay un dolor muy particular que todos experimentamos alguna vez cuando perdemos a nuestra pareja, sea a través del duelo que conlleva la muerte del ser amado o por el fin del proyecto de la relación debido al divorcio o separación. Ambas son pérdidas y siempre expresarán un dolor intenso que no se debe ver como algo pequeño o fácil de superar.

Solo desde el amor se puede experimentar el dolor, solo por algo vale la pena vivir, luchar y morir y es el amor. El amor tiene dos caras; por un lado, piensas te amo y quiero estar contigo todos los días de mi vida, pero el lado adverso nos hace pensar que si dejas de estar conmigo, voy a sentir dolor. Cuando elegimos amar a una persona, sabemos que nos movemos en este frágil y a la vez fuerte sentimiento y pensamiento. El dolor ante la pérdida del ser amado se manifiesta por la intensidad del amor depositado y por saber que ya no está, ni estará a nuestro lado.

Este es el riesgo que aceptamos correr cuando elegimos amar y ser amados, sin embargo, nadie puede evitar el hecho de “apegarse al otro” precisamente porque es nuestra condición humana quien necesita el complemento para sentirse pleno, para ser feliz y para tener la capacidad de entregar lo mejor de nosotros mismos. El ser humano necesita el amor en su vida, pues así como necesitamos el alimento físico para nutrir y mantener sano nuestro cuerpo, de la misma manera necesitamos el amor como el combustible que nos hace caminar por la vida con sentimientos sanos y emociones bellas que nos hacen ser feliz.

Cuando pierdes un ser amado, el mejor remedio para superar la pérdida es no hacer nada, solo dejar que surja sin ofrecer resistencia, como si fuera una ola del mar que si no te resistes y flotas te llevará a la orilla. El dolor por la muerte de un ser querido siempre nos dice que estamos vivos y que el ser que se ha ido vive en nuestro pensamiento y corazón. No tengas miedo a sentir dolor, ni te avergüences o reprimas manifestar el dolor, tienes que permitirte sentirlo, pero no debes perpetuarlo.

Por otro lado, cuando vivimos un divorcio o separación, también se vive un duelo solo que es mezclado con frustración, coraje, ira, tristeza, decepción. Sin embargo, una ruptura no tiene lugar de la noche a la mañana, siempre ocurre primero una separación emocional que luego desencadena en la separación física.

En la separación de pareja uno de los dos se siente frustrado y poco a poco va acumulando ira, hay conflictos que no se logran o quieren resolver, pues cuando el vínculo sagrado del “nosotros” es débil aparecen las discusiones diarias por diferencias, por tonterías, por celos, lo que producirá un desgaste con los años. Las relaciones también se enferman emocionalmente y se convierten en tensión, miedo, intolerancia, violencia y rechazo. Regularmente es uno de los dos quien decide irse y es cuando se llega al momento de que no hay perdón que cure o sane las heridas.

Toda separación es dolorosa, pero cuando la relación es peligrosa y lastima nuestra vida, lo mejor es separarse, por salud mental, emocional y sobre todo por darse la oportunidad de volver a ser feliz.