/ domingo 7 de noviembre de 2021

FE Y RAZÓN

El mercado religioso actual


En la cultura contemporánea se manifiesta con más frecuencia la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita, una negatividad que nos lleva al pesimismo y la tristeza; una vida cómoda, consumista y egoísta, un individualismo que nos incapacita para crear lazos o compromisos sólidos. Estamos creando formas falsas de espiritualidad sin un verdadero encuentro con Dios y que reina en el mercado religioso actual.

El Evangelio de Mateo en su capítulo 11 y versículos del 25 al 27 dice: “Te doy gracias, Padre porque has escondido estas cosas a los sabios y la has revelado a la gente sencilla”. ¿Por qué el ser humano no ha comprendido en su totalidad que lo más hermoso y accesible de la vida son las pequeñas cosas o maravillas que la naturaleza pone al alcance de nuestras manos?, como por ejemplo, la belleza de la flor, contemplar la diversidad de fauna en nuestro planeta, el espectáculo del firmamento con su luna y estrellas, la fuerza de los ríos, el misterio y vaivén del mar, la gama de colores en la alborada que anuncia la salida del Rey Astro el Sol. Hoy debemos entender que para ser feliz solo tenemos que apreciar y sentir la ternura de la caricia, la belleza de la sonrisa, la mirada de amor y misericordia, el abrazo fraterno que conforta, las palabras al oído que alimenta nuestra estima y la paz de dormir con los que amas.

Ideologías que se alimentan de sí mismas y que nos dejan ciegos para los demás como si fuera una espiritualidad desencarnada y que a la vez se disfraza de bienestar aunque al final solo se le rinde culto al egoísmo y materialismo rapaz, quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios, pero Dios nos supera infinitamente y siempre es una sorpresa y nos somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarla, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro.

Se nos olvida que la razón tiene límites y algunas corrientes gnósticas despreciaron la sencillez tan concreta del Evangelio e intentaron reemplazar a Dios trinitario y encarnado por una unidad superior donde desaparece la rica multiplicidad y se produce una peligrosa confusión: Creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una determinada lógica, ya somos santos, perfectos o mejores que la “masa ignorante”, como soberbiamente se le cataloga al que es más feliz y pleno en la sencillez de la vida.

Para poder ser perfectos, como a él le agrada, necesitamos vivir humildemente en su presencia, envueltos en su gloria, comprender que lo mejor de la vida es gratis y que somos ricos desde el momento que tenemos a Dios en el corazón, porque lo más triste que existan personas tan pobres y miserables que lo único que tienen es dinero.


El mercado religioso actual


En la cultura contemporánea se manifiesta con más frecuencia la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita, una negatividad que nos lleva al pesimismo y la tristeza; una vida cómoda, consumista y egoísta, un individualismo que nos incapacita para crear lazos o compromisos sólidos. Estamos creando formas falsas de espiritualidad sin un verdadero encuentro con Dios y que reina en el mercado religioso actual.

El Evangelio de Mateo en su capítulo 11 y versículos del 25 al 27 dice: “Te doy gracias, Padre porque has escondido estas cosas a los sabios y la has revelado a la gente sencilla”. ¿Por qué el ser humano no ha comprendido en su totalidad que lo más hermoso y accesible de la vida son las pequeñas cosas o maravillas que la naturaleza pone al alcance de nuestras manos?, como por ejemplo, la belleza de la flor, contemplar la diversidad de fauna en nuestro planeta, el espectáculo del firmamento con su luna y estrellas, la fuerza de los ríos, el misterio y vaivén del mar, la gama de colores en la alborada que anuncia la salida del Rey Astro el Sol. Hoy debemos entender que para ser feliz solo tenemos que apreciar y sentir la ternura de la caricia, la belleza de la sonrisa, la mirada de amor y misericordia, el abrazo fraterno que conforta, las palabras al oído que alimenta nuestra estima y la paz de dormir con los que amas.

Ideologías que se alimentan de sí mismas y que nos dejan ciegos para los demás como si fuera una espiritualidad desencarnada y que a la vez se disfraza de bienestar aunque al final solo se le rinde culto al egoísmo y materialismo rapaz, quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios, pero Dios nos supera infinitamente y siempre es una sorpresa y nos somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarla, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro.

Se nos olvida que la razón tiene límites y algunas corrientes gnósticas despreciaron la sencillez tan concreta del Evangelio e intentaron reemplazar a Dios trinitario y encarnado por una unidad superior donde desaparece la rica multiplicidad y se produce una peligrosa confusión: Creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una determinada lógica, ya somos santos, perfectos o mejores que la “masa ignorante”, como soberbiamente se le cataloga al que es más feliz y pleno en la sencillez de la vida.

Para poder ser perfectos, como a él le agrada, necesitamos vivir humildemente en su presencia, envueltos en su gloria, comprender que lo mejor de la vida es gratis y que somos ricos desde el momento que tenemos a Dios en el corazón, porque lo más triste que existan personas tan pobres y miserables que lo único que tienen es dinero.