/ domingo 5 de diciembre de 2021

FE Y RAZÓN

Cuando te ven mis ojos


“Para descubrir a Dios, no sirven las discusiones sobre religión, ni los argumentos de otros. Cada uno ha de hacer su propio recorrido y vivir su propia experiencia. Es necesario buscar personalmente el rostro de Dios. Abrirle caminos en nuestra propia vida”: J.A. PAGOLA.

Cuando te ven mis ojos en la sonrisa del niño, confirmo que existe la libertad; sin prejuicios, sin mentiras, sin maldad, sin rencor, sin preocupación. Una libertad como la de las aves del cielo, los peces del mar o la flor del campo, una libertad transparente como el viento y fuerte como el tiempo. Cuando te ven mis ojos en la sonrisa del niño, descubro la esencia del ser, su bondad, su alegría, su ternura, su paz. Y es ahí donde comienza la experiencia personal contigo, donde percibo tu presencia en el interior de mí ser.

Solo desde la experiencia personal se vive con intensidad los momentos, sea la alegría o la tristeza, el miedo o la soledad, la entrega o el abandono, cuando pretendemos vivir de experiencias ajenas o nos acostumbramos a vivir como espectadores de vidas ajenas, nos perdemos la oportunidad de vivir nuestra vida y seguimos esperando una salvación que nos venga de afuera. No debe ser así, debes darte la oportunidad de correr tus propios riesgos, de llevar la barca de tu vida a mar adentro sin quedarse estacionado en la orilla, debes tener tus propias lecciones de vida, aunque a veces te equivoques, aunque a veces falles, recuerda que en la vida no hay errores, solo lecciones que aprender. Vivimos en una zona de confort, en un hedonismo donde lo más cómodo, lo más fácil, lo que menos cuesta, lo que produce más placer inmediato, es lo que motiva nuestra vida.

Necesitamos analizar y hacer una crítica sincera de la escala de valores en la que desarrollamos nuestra vida, nos estamos preparando para una nueva Navidad y quizá lo hagamos pensando que en nuestra casa no falte nada, el regalo, la cena, el baile, sin darnos cuenta siquiera que caemos en la trampa del consumismo y si este satisface nuestra necesidad del momento, no necesitamos otra salvación.

Tenemos que encontrar la salvación que necesitamos hoy. No esperando que nos venga de fuera, sino descubriéndola en lo hondo de nuestro propio ser, desde la realidad que estemos viviendo, desde el estado emocional que quizá estamos padeciendo. Por eso, con el corazón entre las manos, quizá lastimado, herido por el duelo de saber que alguien en nuestra mesa faltará en esta Navidad o quizá en la alegría de saber que estamos todos juntos, cualquiera que sea tu realidad, cualquier circunstancia que estén mirando tus ojos, ahí está Dios con su misericordia, su amor y perdón, ahí está tu salvación, solo pon en las manos de Dios, tu llanto y dolor, tu alegría y tu paz y repito porque solo ahí está tu salvación.


Cuando te ven mis ojos


“Para descubrir a Dios, no sirven las discusiones sobre religión, ni los argumentos de otros. Cada uno ha de hacer su propio recorrido y vivir su propia experiencia. Es necesario buscar personalmente el rostro de Dios. Abrirle caminos en nuestra propia vida”: J.A. PAGOLA.

Cuando te ven mis ojos en la sonrisa del niño, confirmo que existe la libertad; sin prejuicios, sin mentiras, sin maldad, sin rencor, sin preocupación. Una libertad como la de las aves del cielo, los peces del mar o la flor del campo, una libertad transparente como el viento y fuerte como el tiempo. Cuando te ven mis ojos en la sonrisa del niño, descubro la esencia del ser, su bondad, su alegría, su ternura, su paz. Y es ahí donde comienza la experiencia personal contigo, donde percibo tu presencia en el interior de mí ser.

Solo desde la experiencia personal se vive con intensidad los momentos, sea la alegría o la tristeza, el miedo o la soledad, la entrega o el abandono, cuando pretendemos vivir de experiencias ajenas o nos acostumbramos a vivir como espectadores de vidas ajenas, nos perdemos la oportunidad de vivir nuestra vida y seguimos esperando una salvación que nos venga de afuera. No debe ser así, debes darte la oportunidad de correr tus propios riesgos, de llevar la barca de tu vida a mar adentro sin quedarse estacionado en la orilla, debes tener tus propias lecciones de vida, aunque a veces te equivoques, aunque a veces falles, recuerda que en la vida no hay errores, solo lecciones que aprender. Vivimos en una zona de confort, en un hedonismo donde lo más cómodo, lo más fácil, lo que menos cuesta, lo que produce más placer inmediato, es lo que motiva nuestra vida.

Necesitamos analizar y hacer una crítica sincera de la escala de valores en la que desarrollamos nuestra vida, nos estamos preparando para una nueva Navidad y quizá lo hagamos pensando que en nuestra casa no falte nada, el regalo, la cena, el baile, sin darnos cuenta siquiera que caemos en la trampa del consumismo y si este satisface nuestra necesidad del momento, no necesitamos otra salvación.

Tenemos que encontrar la salvación que necesitamos hoy. No esperando que nos venga de fuera, sino descubriéndola en lo hondo de nuestro propio ser, desde la realidad que estemos viviendo, desde el estado emocional que quizá estamos padeciendo. Por eso, con el corazón entre las manos, quizá lastimado, herido por el duelo de saber que alguien en nuestra mesa faltará en esta Navidad o quizá en la alegría de saber que estamos todos juntos, cualquiera que sea tu realidad, cualquier circunstancia que estén mirando tus ojos, ahí está Dios con su misericordia, su amor y perdón, ahí está tu salvación, solo pon en las manos de Dios, tu llanto y dolor, tu alegría y tu paz y repito porque solo ahí está tu salvación.