/ domingo 3 de abril de 2022

Fe y Razón

El problema es el enfoque


Hoy en día existen muchos problemas de pareja, ya sea por violencia de género, infidelidad o adicciones de diversa índole, por mencionar solo alguno entre los muchos factores que existen, está la imposibilidad de sus miembros en construir un vínculo afectivo sano y libre de prejuicios por la falta de una comunicación positiva y amable.

En la relación de pareja necesitamos saber hacia dónde y comúnmente miramos o nos enfocamos, por ejemplo, es normal que en una relación, no siempre estén de acuerdo o inclusive que algo entre los dos no esté marchando del todo bien, sin embargo, este no sería el mayor problema. El inconveniente es cuando queremos corregir lo que no funciona atacando lo que no funciona, lo que quiero dar a entender, es el que muchas veces, pensamos que la mejor manera de corregir un error es estar en una repetición constante y negativa de estar señalando la falla y terminamos provocando una frustración o sensación en el otro, de incapacidad para superar lo señalado.

Es justamente lo opuesto, si queremos corregir lo que no funciona se tiene que potenciar lo que funciona, la persona cambia más fácilmente cuando se siente ayudada a estar bien consigo misma, cuando el respeto, el apoyo, la cordialidad, amabilidad se vuelven acciones de primera importancia en la relación de pareja y sobre todo cuando se parte de ellas para crecer como personas más sanas emocional y afectivamente, pero sobre todo más inteligentes (recuerda que la amabilidad y paciencia nos vuelve más inteligentes).

En una relación no se puede ir sin brújula o vivir sin rumbo, quienes marcan la dirección son los valores que son referencias para mejorar, por ejemplo, la generosidad en una relación es la capacidad de dar y darse uno mismo al otro, el mirarnos desde la compasión y la gratitud de saber que somos parte de la fragilidad y fortaleza o que ambos tenemos diferentes miedos y anhelos. Sin embargo, pretendemos vivir bajo un estandarte de libertad, donde puedo opinar de todo, donde puedo hacer todo lo que me venga en gana bajo la premisa de ser libre, pero al fin de cuenta no es más que un disfraz de egoísmo, de soberbia o maldad.

Cuando nuestra libertad sea acompañada de la responsabilidad que tengo para el otro, cuando mi prioridad sea hacer sentir bien al otro desde la amabilidad y la alegría, cuando cambiemos la queja por el agradecimiento, la indiferencia por la sonrisa, la violencia por la caricia y el enfrentamiento por la compañía. Seremos y tendremos relaciones más sanas, alegres e inteligentes.

Incluso, en nuestra sociedad pluralista es necesario llegar a un consenso que haga posible la convivencia, Jesucristo nos invita a no condenar fríamente a los demás, sino ayudarles a levantar desde la misericordia, la compasión y el perdón.

El problema es el enfoque


Hoy en día existen muchos problemas de pareja, ya sea por violencia de género, infidelidad o adicciones de diversa índole, por mencionar solo alguno entre los muchos factores que existen, está la imposibilidad de sus miembros en construir un vínculo afectivo sano y libre de prejuicios por la falta de una comunicación positiva y amable.

En la relación de pareja necesitamos saber hacia dónde y comúnmente miramos o nos enfocamos, por ejemplo, es normal que en una relación, no siempre estén de acuerdo o inclusive que algo entre los dos no esté marchando del todo bien, sin embargo, este no sería el mayor problema. El inconveniente es cuando queremos corregir lo que no funciona atacando lo que no funciona, lo que quiero dar a entender, es el que muchas veces, pensamos que la mejor manera de corregir un error es estar en una repetición constante y negativa de estar señalando la falla y terminamos provocando una frustración o sensación en el otro, de incapacidad para superar lo señalado.

Es justamente lo opuesto, si queremos corregir lo que no funciona se tiene que potenciar lo que funciona, la persona cambia más fácilmente cuando se siente ayudada a estar bien consigo misma, cuando el respeto, el apoyo, la cordialidad, amabilidad se vuelven acciones de primera importancia en la relación de pareja y sobre todo cuando se parte de ellas para crecer como personas más sanas emocional y afectivamente, pero sobre todo más inteligentes (recuerda que la amabilidad y paciencia nos vuelve más inteligentes).

En una relación no se puede ir sin brújula o vivir sin rumbo, quienes marcan la dirección son los valores que son referencias para mejorar, por ejemplo, la generosidad en una relación es la capacidad de dar y darse uno mismo al otro, el mirarnos desde la compasión y la gratitud de saber que somos parte de la fragilidad y fortaleza o que ambos tenemos diferentes miedos y anhelos. Sin embargo, pretendemos vivir bajo un estandarte de libertad, donde puedo opinar de todo, donde puedo hacer todo lo que me venga en gana bajo la premisa de ser libre, pero al fin de cuenta no es más que un disfraz de egoísmo, de soberbia o maldad.

Cuando nuestra libertad sea acompañada de la responsabilidad que tengo para el otro, cuando mi prioridad sea hacer sentir bien al otro desde la amabilidad y la alegría, cuando cambiemos la queja por el agradecimiento, la indiferencia por la sonrisa, la violencia por la caricia y el enfrentamiento por la compañía. Seremos y tendremos relaciones más sanas, alegres e inteligentes.

Incluso, en nuestra sociedad pluralista es necesario llegar a un consenso que haga posible la convivencia, Jesucristo nos invita a no condenar fríamente a los demás, sino ayudarles a levantar desde la misericordia, la compasión y el perdón.