/ martes 8 de septiembre de 2020

¿Fractura en la izquierda?

La semana pasada fue de mucho ajetreo político en la Cámara de Diputados. El ferviente deseo del Partido del Trabajo de conducir los debates a través de la Presidencia los obligó a mover cielo, mar y tierra con la finalidad de superar en número a los del Partido Revolucionario Institucional y con ello obtener el preciado “botín”.

Sin embargo, sus aliados políticos de Morena cedieron de último momento y terminaron votando a favor de la candidata del Revolucionario Institucional, lo anterior provocó un sismo de magnitud épica en la izquierda mexicana.

La izquierda mexicana, acostumbrada a ganar a posiciones golpe a golpe, con un trabajo extenuante y con el contrapeso de competir en un sistema democrático muy desigual, por fin pudo llegar al poder, pero parece ser que no está aprovechando del todo el momento histórico para cuajar políticamente la tan ansiada transformación al enfrascarse en cuestiones estériles como una guerrilla interna. Es obvio que no se debe descuidar ninguna posición, que se tiene que arropar en todos los frentes al presidente, pero es cierto que no se pueden ganar todas las batallas. En este caso importó más la forma que el fondo.

Cabe recordar que en el 2018 los petistas cedieron a Morena algunos de sus diputados para que existiera mayoría en la cámara. Con la anterior jugada se aseguró que la Junta de Coordinación Política quedara en manos de la izquierda, por lo anterior la pretensión del diputado Fernández Noroña parecía tener validez y argumentación, por otro lado el tema parecía ser una regresión a la época del pasado cercano de no dejar un cabo suelto para constituirse como una aplanadora política.

Ésa fue la argumentación con la que algunos diputados de Morena decidieron ceder ante el momento político para aligerar la carga y entrar al debate de temas de gran interés para los mexicanos, sin embargo los partidos políticos ajenos a la izquierda usando su nomenclatura hicieron arder las redes sociales al sembrar la cizaña sobre la supuesta traición entre ambos partidos de izquierda.

Los ánimos siguen muy caldeados y los sentimientos a flor de piel, pero parece ser que la mesura de los actores políticos regresa a su nivel. Al principio se habló hasta de una eventual ruptura de la coalición, pero ambos partidos saben que se necesitan el uno al otro para continuar el camino, por lo que esa posibilidad, al menos por el momento, queda totalmente descartada.

En los próximos días debería venir una operación cicatriz para cerrar esa dolorosa herida, pero la moneda sigue en el aire porque Morena no tiene un dirigente electo y eso no le abona certidumbre al proceso, al no tener un personaje que cabildee con los petistas.

La realidad es que esta tragicomedia de la política mexicana devela que el gran problema es la ausencia de una reforma política a fondo que garantice una mejor gobernabilidad para nuestra nación. Las figuras de las coaliciones, alianzas y “chapulineo” de un partido a otro se seguirán dando mientras no tengamos una reforma que responda a la realidad y necesidad del pueblo.


La semana pasada fue de mucho ajetreo político en la Cámara de Diputados. El ferviente deseo del Partido del Trabajo de conducir los debates a través de la Presidencia los obligó a mover cielo, mar y tierra con la finalidad de superar en número a los del Partido Revolucionario Institucional y con ello obtener el preciado “botín”.

Sin embargo, sus aliados políticos de Morena cedieron de último momento y terminaron votando a favor de la candidata del Revolucionario Institucional, lo anterior provocó un sismo de magnitud épica en la izquierda mexicana.

La izquierda mexicana, acostumbrada a ganar a posiciones golpe a golpe, con un trabajo extenuante y con el contrapeso de competir en un sistema democrático muy desigual, por fin pudo llegar al poder, pero parece ser que no está aprovechando del todo el momento histórico para cuajar políticamente la tan ansiada transformación al enfrascarse en cuestiones estériles como una guerrilla interna. Es obvio que no se debe descuidar ninguna posición, que se tiene que arropar en todos los frentes al presidente, pero es cierto que no se pueden ganar todas las batallas. En este caso importó más la forma que el fondo.

Cabe recordar que en el 2018 los petistas cedieron a Morena algunos de sus diputados para que existiera mayoría en la cámara. Con la anterior jugada se aseguró que la Junta de Coordinación Política quedara en manos de la izquierda, por lo anterior la pretensión del diputado Fernández Noroña parecía tener validez y argumentación, por otro lado el tema parecía ser una regresión a la época del pasado cercano de no dejar un cabo suelto para constituirse como una aplanadora política.

Ésa fue la argumentación con la que algunos diputados de Morena decidieron ceder ante el momento político para aligerar la carga y entrar al debate de temas de gran interés para los mexicanos, sin embargo los partidos políticos ajenos a la izquierda usando su nomenclatura hicieron arder las redes sociales al sembrar la cizaña sobre la supuesta traición entre ambos partidos de izquierda.

Los ánimos siguen muy caldeados y los sentimientos a flor de piel, pero parece ser que la mesura de los actores políticos regresa a su nivel. Al principio se habló hasta de una eventual ruptura de la coalición, pero ambos partidos saben que se necesitan el uno al otro para continuar el camino, por lo que esa posibilidad, al menos por el momento, queda totalmente descartada.

En los próximos días debería venir una operación cicatriz para cerrar esa dolorosa herida, pero la moneda sigue en el aire porque Morena no tiene un dirigente electo y eso no le abona certidumbre al proceso, al no tener un personaje que cabildee con los petistas.

La realidad es que esta tragicomedia de la política mexicana devela que el gran problema es la ausencia de una reforma política a fondo que garantice una mejor gobernabilidad para nuestra nación. Las figuras de las coaliciones, alianzas y “chapulineo” de un partido a otro se seguirán dando mientras no tengamos una reforma que responda a la realidad y necesidad del pueblo.