/ miércoles 17 de junio de 2020

La BOA golpista

Hay una frase popular en los círculos políticos que dice que: “En política no hay sorpresas, sino sorprendidos”. Como quien descubre al que trama algo, el martes pasado, durante la conferencia matutina del presidente López Obrador, Jesús Ramírez Cuevas exhibió un documento que -aseguró- llegó a la oficina de la Presidencia de forma anónima, llamado “Rescatemos a México, proyecto BOA” y elaborado por un supuesto grupo opositor autodenominado Bloque Opositor Amplio.

Según el vocero presidencial, el documento define la estrategia de este grupo integrado por expresidentes, gobernadores, alcaldes, partidos políticos, grupos empresariales, medios de comunicación y hasta integrantes de autoridades electorales, con el objetivo de quitarle a Morena la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021 y hacer efectiva la revocación de mandato de López Obrador en 2022.

Sorprendidos, rápidamente varios de los aludidos se desmarcaron de sus vínculos con dicha agrupación y con el documento señalado, el cual, entre sus propuestas destaca que PAN, PRI, Movimiento Ciudadano y PRD acordarán postular candidatos únicos en los principales distritos electorales federales y locales y buscarán el apoyo de influenciadores de redes sociales, así como de las cámaras empresariales locales para fortalecer a sus candidatos con dinero, movilización y propaganda.

Incluso, en el texto se describe que recurrirán al apoyo de la Casa Blanca y del Capitolio estadounidense mediante la exposición de los aparentes daños que la actual política económica de México provocaría en las inversiones de Estados Unidos y los riesgos de una insostenible migración de mexicanos.

No sorprende la aparición de proyectos golpistas en contra de la Cuarta Transformación como el suscrito por el famoso BOA. Desde los inicios del obradorismo, ha habido actores políticos y empresariales con mucho poder que se han opuesto violentamente a que prospere la renovación del régimen político. Ejemplos hay muchos.

El proceso de desafuero del 2005 contra el presidente López Obrador cuando todavía se desempeñaba como jefe de gobierno del Distrito Federal. La elección tonada del 2006 que impuso a Felipe Calderón en la presidencia de la República, sin olvidar la campaña negra “AMLO, un peligro para México”.

La campaña desde el poder político de entonces y los medios de comunicación para denostar el plantón tras la elección del 2006, la presidencia legítima que simbolizó nuestra lucha por el rescate de las instituciones y las críticas discriminatorias hacia la conformación de un movimiento popular de izquierda, que más tarde tomaría forma en el Movimiento de Regeneración Nacional.

Sin olvidar la “Operación Berlín” rumbo a la elección 2018, con la que se intentó dañar la reputación del entonces candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, intentando identificarlo como un líder populista y autoritario, vinculándolo con los gobiernos de Rusia, Venezuela y Cuba a través de la viralización de mensajes en redes sociales.

En los últimos meses han salido manifestaciones formales e informales como la del grupo de gobernadores -varios de ellos con intereses políticos hacia 2024- que han amenazado con salirse del pacto fiscal en caso que el gobierno federal no acepte su exigencia de otorgarles más recursos. Recientemente la falsa acusación del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien responsabilizó al gobierno de México y a Morena de estar detrás de las manifestaciones en Guadalajara por el asesinato de Giovanni López.

Y la movilización de agrupaciones como FRENA -distinguida por sus manifestaciones en carros de lujo- y el ya mencionado Bloque Opositor Amplio. Desde luego, las olas de fake news y mensajes de desprestigio contra el presidente y quienes formamos parte de la 4T, llevadas a cabo en redes sociales con apoyo de actores políticos y líderes de opinión, además de granjas de bots cuyos patrocinadores tienen nombre y apellido.

Desde varios flancos los opositores al proyecto obradorista han buscado dinamitar la decisión que más de 30 millones de mexicanas y mexicanos tomamos en el 2018. Dirigentes políticos, gobernadores, alcaldes, legisladores, empresarios -como el Diablo FEMSA, quien prometió que pagará el doble de lo que la compañía debía de impuestos para la revocación de mandato-, medios de comunicación, líderes de opinión y sus intelectuales orgánicos han fraguado una ofensiva contra la voluntad popular.

En tiempos de la pandemia por el Covid-19, donde la salud y la economía están en alerta roja por el número de personas fallecidas y de empleos perdidos a causa de la paralización de las actividades productivas, esos grupos que se asumen dueños del país y están enojados porque el nuevo gobierno no se endeudó para rescatarlos (ir a mi columna “La pirámide se invirtió”) y deshizo sus contratos corruptos, han reactivado su estrategia golpista.

El proyecto que encabeza el presidente López Obrador no se debe a los favores de los dueños del dinero ni de los medios de comunicación. Se debe a algo más importante y actualmente no posee ningún otro liderazgo nacional o fuerza política: El respaldo de millones de mexicanas y mexicanos que no permitiremos un atropello más al poder del pueblo.


*Diputada Federal por Morena

www.loreniavalles.mx

@LoreniaValles

Hay una frase popular en los círculos políticos que dice que: “En política no hay sorpresas, sino sorprendidos”. Como quien descubre al que trama algo, el martes pasado, durante la conferencia matutina del presidente López Obrador, Jesús Ramírez Cuevas exhibió un documento que -aseguró- llegó a la oficina de la Presidencia de forma anónima, llamado “Rescatemos a México, proyecto BOA” y elaborado por un supuesto grupo opositor autodenominado Bloque Opositor Amplio.

Según el vocero presidencial, el documento define la estrategia de este grupo integrado por expresidentes, gobernadores, alcaldes, partidos políticos, grupos empresariales, medios de comunicación y hasta integrantes de autoridades electorales, con el objetivo de quitarle a Morena la mayoría en la Cámara de Diputados en 2021 y hacer efectiva la revocación de mandato de López Obrador en 2022.

Sorprendidos, rápidamente varios de los aludidos se desmarcaron de sus vínculos con dicha agrupación y con el documento señalado, el cual, entre sus propuestas destaca que PAN, PRI, Movimiento Ciudadano y PRD acordarán postular candidatos únicos en los principales distritos electorales federales y locales y buscarán el apoyo de influenciadores de redes sociales, así como de las cámaras empresariales locales para fortalecer a sus candidatos con dinero, movilización y propaganda.

Incluso, en el texto se describe que recurrirán al apoyo de la Casa Blanca y del Capitolio estadounidense mediante la exposición de los aparentes daños que la actual política económica de México provocaría en las inversiones de Estados Unidos y los riesgos de una insostenible migración de mexicanos.

No sorprende la aparición de proyectos golpistas en contra de la Cuarta Transformación como el suscrito por el famoso BOA. Desde los inicios del obradorismo, ha habido actores políticos y empresariales con mucho poder que se han opuesto violentamente a que prospere la renovación del régimen político. Ejemplos hay muchos.

El proceso de desafuero del 2005 contra el presidente López Obrador cuando todavía se desempeñaba como jefe de gobierno del Distrito Federal. La elección tonada del 2006 que impuso a Felipe Calderón en la presidencia de la República, sin olvidar la campaña negra “AMLO, un peligro para México”.

La campaña desde el poder político de entonces y los medios de comunicación para denostar el plantón tras la elección del 2006, la presidencia legítima que simbolizó nuestra lucha por el rescate de las instituciones y las críticas discriminatorias hacia la conformación de un movimiento popular de izquierda, que más tarde tomaría forma en el Movimiento de Regeneración Nacional.

Sin olvidar la “Operación Berlín” rumbo a la elección 2018, con la que se intentó dañar la reputación del entonces candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, intentando identificarlo como un líder populista y autoritario, vinculándolo con los gobiernos de Rusia, Venezuela y Cuba a través de la viralización de mensajes en redes sociales.

En los últimos meses han salido manifestaciones formales e informales como la del grupo de gobernadores -varios de ellos con intereses políticos hacia 2024- que han amenazado con salirse del pacto fiscal en caso que el gobierno federal no acepte su exigencia de otorgarles más recursos. Recientemente la falsa acusación del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien responsabilizó al gobierno de México y a Morena de estar detrás de las manifestaciones en Guadalajara por el asesinato de Giovanni López.

Y la movilización de agrupaciones como FRENA -distinguida por sus manifestaciones en carros de lujo- y el ya mencionado Bloque Opositor Amplio. Desde luego, las olas de fake news y mensajes de desprestigio contra el presidente y quienes formamos parte de la 4T, llevadas a cabo en redes sociales con apoyo de actores políticos y líderes de opinión, además de granjas de bots cuyos patrocinadores tienen nombre y apellido.

Desde varios flancos los opositores al proyecto obradorista han buscado dinamitar la decisión que más de 30 millones de mexicanas y mexicanos tomamos en el 2018. Dirigentes políticos, gobernadores, alcaldes, legisladores, empresarios -como el Diablo FEMSA, quien prometió que pagará el doble de lo que la compañía debía de impuestos para la revocación de mandato-, medios de comunicación, líderes de opinión y sus intelectuales orgánicos han fraguado una ofensiva contra la voluntad popular.

En tiempos de la pandemia por el Covid-19, donde la salud y la economía están en alerta roja por el número de personas fallecidas y de empleos perdidos a causa de la paralización de las actividades productivas, esos grupos que se asumen dueños del país y están enojados porque el nuevo gobierno no se endeudó para rescatarlos (ir a mi columna “La pirámide se invirtió”) y deshizo sus contratos corruptos, han reactivado su estrategia golpista.

El proyecto que encabeza el presidente López Obrador no se debe a los favores de los dueños del dinero ni de los medios de comunicación. Se debe a algo más importante y actualmente no posee ningún otro liderazgo nacional o fuerza política: El respaldo de millones de mexicanas y mexicanos que no permitiremos un atropello más al poder del pueblo.


*Diputada Federal por Morena

www.loreniavalles.mx

@LoreniaValles