/ martes 26 de octubre de 2021

La educación la hacemos todos

La educación es un labor de todos, la familia, la escuela, la comunidad, etc.; en tiempos de pandemia nos toca ser los ayudantes, soportes y apoyos de nuestros hijos, maestros y planteles si eres padre o madre de familia, pero si eres docente te toca la misma parte pero no sólo como docente, sino como amigo, como guía, como psicólogo, doctor, etc.

Para muchas familias han sido complicadas las clases virtuales porque tienen que dejar solos a sus hijos para irse al trabajo y dejarlo bajo la supervisión de alguien más en ocasiones no resuelve.

Hemos sabido de casos donde la impotencia de los estudiantes ha llegado hasta las lágrimas por no poder resolver una resta, una suma, una división, por no saber leer o no saberse el abecedario.

Los estudiantes de primaria y aún los de secundaria necesitan la supervisión y el apoyo de un adulto que le oriente o bien que le diga cómo enviar sus actividades, porque pese a las instrucciones de los docentes, en ocasiones los estudiantes hacen como que realizan las actividades por estar todo el día en la computadora o en el celular, pero en realidad están realizando otras actividades menos las escolares.

En las clases presenciales es más fácil atender las dudas de los estudiantes, porque al estar presentes uno puede apreciar sus rostros de que entendió o aún sigue con dudas.

Y no es que lo virtual no se pueda hacer lo mismo, pero las circunstancias son diferentes para cada uno, en lo económico, lo social, las distancias, hasta en lo laboral.

Los estudiantes por vergüenza o el qué dirán, cuando se les cuestiona entendieron a todo dicen que sí; pero no quieren ni prender las cámaras porque están acostados en la comodidad de su hogar.

Vaya, no tienen en ocasiones un espacio para trabajar y mantener la cámara encendida durante toda la clase, porque como están en sus hogares, apagan la cámara y quizás ni estén donde deberían de estar como ha pasado cuando se dirige uno a algún alumno y nunca contesta porque simplemente dejó la clase, por irse a hacer otras cosas.

Pero todo esto podría cambiar el próximo mes de noviembre, donde ya se rumora que todos los alumnos tendrán que tomar clases presenciales en los planteles educativos que les corresponde si así lo autoriza la Secretaría de Salud en coordinación con la Secretaría de Educación Pública.

Pero no hay por qué alarmarse, las clases presenciales continuarían con determinados números de alumnos, dos días a la semana y la otra mitad, los otros dos días restantes, para concluir los días viernes con los estudiantes que ocupen más apoyo en las diversas materias, pero como dije, eso dependerá de las autoridades.

La educación es un labor de todos, la familia, la escuela, la comunidad, etc.; en tiempos de pandemia nos toca ser los ayudantes, soportes y apoyos de nuestros hijos, maestros y planteles si eres padre o madre de familia, pero si eres docente te toca la misma parte pero no sólo como docente, sino como amigo, como guía, como psicólogo, doctor, etc.

Para muchas familias han sido complicadas las clases virtuales porque tienen que dejar solos a sus hijos para irse al trabajo y dejarlo bajo la supervisión de alguien más en ocasiones no resuelve.

Hemos sabido de casos donde la impotencia de los estudiantes ha llegado hasta las lágrimas por no poder resolver una resta, una suma, una división, por no saber leer o no saberse el abecedario.

Los estudiantes de primaria y aún los de secundaria necesitan la supervisión y el apoyo de un adulto que le oriente o bien que le diga cómo enviar sus actividades, porque pese a las instrucciones de los docentes, en ocasiones los estudiantes hacen como que realizan las actividades por estar todo el día en la computadora o en el celular, pero en realidad están realizando otras actividades menos las escolares.

En las clases presenciales es más fácil atender las dudas de los estudiantes, porque al estar presentes uno puede apreciar sus rostros de que entendió o aún sigue con dudas.

Y no es que lo virtual no se pueda hacer lo mismo, pero las circunstancias son diferentes para cada uno, en lo económico, lo social, las distancias, hasta en lo laboral.

Los estudiantes por vergüenza o el qué dirán, cuando se les cuestiona entendieron a todo dicen que sí; pero no quieren ni prender las cámaras porque están acostados en la comodidad de su hogar.

Vaya, no tienen en ocasiones un espacio para trabajar y mantener la cámara encendida durante toda la clase, porque como están en sus hogares, apagan la cámara y quizás ni estén donde deberían de estar como ha pasado cuando se dirige uno a algún alumno y nunca contesta porque simplemente dejó la clase, por irse a hacer otras cosas.

Pero todo esto podría cambiar el próximo mes de noviembre, donde ya se rumora que todos los alumnos tendrán que tomar clases presenciales en los planteles educativos que les corresponde si así lo autoriza la Secretaría de Salud en coordinación con la Secretaría de Educación Pública.

Pero no hay por qué alarmarse, las clases presenciales continuarían con determinados números de alumnos, dos días a la semana y la otra mitad, los otros dos días restantes, para concluir los días viernes con los estudiantes que ocupen más apoyo en las diversas materias, pero como dije, eso dependerá de las autoridades.

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