/ domingo 22 de enero de 2023

La sombra

Según el Psicoanalista Carl Gustav Jung. Los arquetipos son tendencias o predisposiciones heredadas para responder al mundo de forma determinada. Representaciones de las energías instintivas del inconsciente colectivo, por ejemplo el arquetipo materno que comprende no solo la madre real, sino el instinto que nace en cada una de las madres por igual al momento de saber estar embarazada.

Pero hablemos de uno de los arquetipos que este maestro en psicología le llama la sombra, y para él es donde guardamos todos los materiales que han sido reprimidos en la conciencia como: los deseos, recuerdos y las experiencias que son rechazadas, es la parte de la personalidad que nos negamos a reconocer porque contiene todas nuestras cualidades negativas y las tendencias destructivas e inclinaciones perversas como; la agresividad, crueldad, depravación, atrocidad, lujuria, avaricia, brutalidad, es decir todas las cualidades, capacidades y tendencias que NO armonizan con los valores colectivos.

La sombra es un conjunto de aspectos oscuros que todos y cada uno de nosotros cargamos dentro pero que terminamos reprimiendo y lo consideramos como inferior en nuestra personalidad, por ejemplo se dice que mientras dormimos la sombra se manifiesta como un animal, como un enano, un vagabundo o cualquier otra figura de bajo status.

La sombra es antagónico de la conciencia y se torna tanto más peligrosa cuanto menos se le reconoce, si no la detectamos y tratamos de asumirla como un aspecto a trabajar nos dejaremos dominar por la sombra sin percatarnos de ello o tenderemos a proyectar las características no deseadas sobre los demás.

Las imágenes del mal o del diablo son arquetipo de la sombra, entre más conozcamos nuestra sombra (debilidades, inclinaciones, perversiones o rencores) menos será su dominio, pues la sombra forma parte de la naturaleza humana por lo que resulta imposible eliminarla y quien asegura que carece de sombra no es una persona completa sino una caricatura que se obstina en negar la combinación de bien y mal que habita en todos nosotros.

Sin duda podemos hablar que en las personas hay luz y sombra, hay cualidades bondadosas y cualidades malignas, existen actitudes de ternura y actitudes de crueldad, acciones constructivas o acciones destructivas. En la misma Sagrada Escritura libro los Romanos capitulo siete nos dice: ¿Por qué no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero?, y si hago lo que no quiero, ya no lo hago Yo, sino el pecado que mora en mi”.

Este domingo Jesús en el Evangelio comienza su predicación con un grito “Conviértanse”, es la hora de la conversión, hay que abrirse al reino de Dios, no quedarse sentado en las tinieblas sino caminar en la luz. No nos acostumbremos a vivir en la oscuridad o en la sombra, no eclipsemos a Jesucristo con nuestro protagonismo y egoísmo, no convirtamos la fe en algo teórico y muerto, porque nos convertiremos en lo que tanto temía nuestro Señor Jesucristo de ser ciegos que guían a otros ciegos.

Según el Psicoanalista Carl Gustav Jung. Los arquetipos son tendencias o predisposiciones heredadas para responder al mundo de forma determinada. Representaciones de las energías instintivas del inconsciente colectivo, por ejemplo el arquetipo materno que comprende no solo la madre real, sino el instinto que nace en cada una de las madres por igual al momento de saber estar embarazada.

Pero hablemos de uno de los arquetipos que este maestro en psicología le llama la sombra, y para él es donde guardamos todos los materiales que han sido reprimidos en la conciencia como: los deseos, recuerdos y las experiencias que son rechazadas, es la parte de la personalidad que nos negamos a reconocer porque contiene todas nuestras cualidades negativas y las tendencias destructivas e inclinaciones perversas como; la agresividad, crueldad, depravación, atrocidad, lujuria, avaricia, brutalidad, es decir todas las cualidades, capacidades y tendencias que NO armonizan con los valores colectivos.

La sombra es un conjunto de aspectos oscuros que todos y cada uno de nosotros cargamos dentro pero que terminamos reprimiendo y lo consideramos como inferior en nuestra personalidad, por ejemplo se dice que mientras dormimos la sombra se manifiesta como un animal, como un enano, un vagabundo o cualquier otra figura de bajo status.

La sombra es antagónico de la conciencia y se torna tanto más peligrosa cuanto menos se le reconoce, si no la detectamos y tratamos de asumirla como un aspecto a trabajar nos dejaremos dominar por la sombra sin percatarnos de ello o tenderemos a proyectar las características no deseadas sobre los demás.

Las imágenes del mal o del diablo son arquetipo de la sombra, entre más conozcamos nuestra sombra (debilidades, inclinaciones, perversiones o rencores) menos será su dominio, pues la sombra forma parte de la naturaleza humana por lo que resulta imposible eliminarla y quien asegura que carece de sombra no es una persona completa sino una caricatura que se obstina en negar la combinación de bien y mal que habita en todos nosotros.

Sin duda podemos hablar que en las personas hay luz y sombra, hay cualidades bondadosas y cualidades malignas, existen actitudes de ternura y actitudes de crueldad, acciones constructivas o acciones destructivas. En la misma Sagrada Escritura libro los Romanos capitulo siete nos dice: ¿Por qué no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero?, y si hago lo que no quiero, ya no lo hago Yo, sino el pecado que mora en mi”.

Este domingo Jesús en el Evangelio comienza su predicación con un grito “Conviértanse”, es la hora de la conversión, hay que abrirse al reino de Dios, no quedarse sentado en las tinieblas sino caminar en la luz. No nos acostumbremos a vivir en la oscuridad o en la sombra, no eclipsemos a Jesucristo con nuestro protagonismo y egoísmo, no convirtamos la fe en algo teórico y muerto, porque nos convertiremos en lo que tanto temía nuestro Señor Jesucristo de ser ciegos que guían a otros ciegos.

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