/ domingo 1 de diciembre de 2019

LIBRE PENSAMIENTO

¿Operación Cóndor 2.0?


Senador estadounidense, Tom Cotton, dijo: “Si el gobierno mexicano no puede proteger a los ciudadanos estadounidenses en México, en Estados Unidos tal vez tengamos que tomar las cosas en nuestras manos”. Para el legislador por Arkansas, la estrategia del presidente López Obrador “tal vez funcione en un cuento de hadas para niños”. Agregó que: “Lo único que puede contrarrestar las balas son más balas y más grandes”.

Para quienes han olvidado el pasado tormentoso y nada amigable de México con Estados Unidos nuevamente hay que recordar la venta obligada de más de la mitad del territorio mexicano firmada aquel trágico 2 de febrero, el infame Tratado de Guadalupe Hidalgo, Operación Cóndor en Sinaloa, el fracaso de apropiarse de los pozos petroleros en 1926 descubierto por el agente secreto mexicano 10-B, la intromisión del embajador Henry Lane Wilson y su influencia para derrocar a Madero en los tiempos del cuartelazo y la decena trágica, entre otras cosas.

Estará el pueblo de México muy dormido si permite que hombres de otras naciones decidan por cuenta propia violentar lo único que no han podido terminar de vender los gobiernos anteriores, la soberanía nacional.

La tragedia de la familia Le Baron es la excusa perfecta para justificar una invasión extranjera en suelo mexicano, elevar a los grupos de narcotráfico a nivel de terroristas creen que les dará motivo y razón necesaria para intervenir en nuestro país, pero… ¿con el permiso de quién?

Desgraciadamente la situación de seguridad en México no mejora, eso no es un secreto, pero dejar que una potencia extranjera haga y deshaga a su antojo y peor aún una guerra contra los narcos en nuestro territorio sería peor que la actual guerra frontal.

Quienes prometen seguridad no lo hacen de manera gratuita, son años y años de intentos fallidos por Estados Unidos para realizar una intervención militar en México.

Para quien le parece buena idea solo vea cómo están los países que aceptaron la ayuda “humanitaria”.

No queremos una guerra en las calles, si subes el nivel de fuerza empleado con delincuentes, ellos subirán el nivel de violencia y represión o de plano no se ha entendido que haber metido al Ejército Mexicano a las calles no resolvió nada, menos uno extranjero.

Si Estados Unidos quiere ayudar a México, debe endurecer su política de armas para que no puedas ir a cualquier tienda y comprar una, atacar el tráfico de armas a México, porque muchas de las utilizadas por la delincuencia provienen de allá.

La ayuda de Estados Unidos se acepta, pero cada quien, en su terreno, que ellos desde su territorio confisquen cuentas bancarias, propiedades, cargamentos de droga y detengan el flujo de armas al país, que se reitera no se detiene, así como campañas contra las adicciones para intentar mitigar el uso de drogas, se agradece su “buena disposición”, pero se debe desistir de ello, la seguridad de los mexicanos le corresponde solo a México.

Sangre y vidas fueron el pago para conseguir la soberanía nacional que se está dispuesta a perder por una falsa seguridad fabricada.

¿Operación Cóndor 2.0?


Senador estadounidense, Tom Cotton, dijo: “Si el gobierno mexicano no puede proteger a los ciudadanos estadounidenses en México, en Estados Unidos tal vez tengamos que tomar las cosas en nuestras manos”. Para el legislador por Arkansas, la estrategia del presidente López Obrador “tal vez funcione en un cuento de hadas para niños”. Agregó que: “Lo único que puede contrarrestar las balas son más balas y más grandes”.

Para quienes han olvidado el pasado tormentoso y nada amigable de México con Estados Unidos nuevamente hay que recordar la venta obligada de más de la mitad del territorio mexicano firmada aquel trágico 2 de febrero, el infame Tratado de Guadalupe Hidalgo, Operación Cóndor en Sinaloa, el fracaso de apropiarse de los pozos petroleros en 1926 descubierto por el agente secreto mexicano 10-B, la intromisión del embajador Henry Lane Wilson y su influencia para derrocar a Madero en los tiempos del cuartelazo y la decena trágica, entre otras cosas.

Estará el pueblo de México muy dormido si permite que hombres de otras naciones decidan por cuenta propia violentar lo único que no han podido terminar de vender los gobiernos anteriores, la soberanía nacional.

La tragedia de la familia Le Baron es la excusa perfecta para justificar una invasión extranjera en suelo mexicano, elevar a los grupos de narcotráfico a nivel de terroristas creen que les dará motivo y razón necesaria para intervenir en nuestro país, pero… ¿con el permiso de quién?

Desgraciadamente la situación de seguridad en México no mejora, eso no es un secreto, pero dejar que una potencia extranjera haga y deshaga a su antojo y peor aún una guerra contra los narcos en nuestro territorio sería peor que la actual guerra frontal.

Quienes prometen seguridad no lo hacen de manera gratuita, son años y años de intentos fallidos por Estados Unidos para realizar una intervención militar en México.

Para quien le parece buena idea solo vea cómo están los países que aceptaron la ayuda “humanitaria”.

No queremos una guerra en las calles, si subes el nivel de fuerza empleado con delincuentes, ellos subirán el nivel de violencia y represión o de plano no se ha entendido que haber metido al Ejército Mexicano a las calles no resolvió nada, menos uno extranjero.

Si Estados Unidos quiere ayudar a México, debe endurecer su política de armas para que no puedas ir a cualquier tienda y comprar una, atacar el tráfico de armas a México, porque muchas de las utilizadas por la delincuencia provienen de allá.

La ayuda de Estados Unidos se acepta, pero cada quien, en su terreno, que ellos desde su territorio confisquen cuentas bancarias, propiedades, cargamentos de droga y detengan el flujo de armas al país, que se reitera no se detiene, así como campañas contra las adicciones para intentar mitigar el uso de drogas, se agradece su “buena disposición”, pero se debe desistir de ello, la seguridad de los mexicanos le corresponde solo a México.

Sangre y vidas fueron el pago para conseguir la soberanía nacional que se está dispuesta a perder por una falsa seguridad fabricada.