/ domingo 18 de abril de 2021

LIBRE PENSAMIENTO

La invasión que se aproxima



“Por el momento, aquellos países (las colonias de España en América) se encuentran en las mejores manos, sólo temo que éstas resulten demasiado débiles para mantenerlos sujetos hasta que nuestra población progrese lo suficiente para ir arrebatándoselos, parte por parte”: Thomas Jefferson, tercer presidente de Estados Unidos.

Hace unos días el gobernador de Texas solicitó al presidente de Estados Unidos elevar a los cárteles mexicanos al grado de Terroristas, con ello, de manera “justificada” Estados Unidos espera tener mayor penetración en el país, sobrepasando la endeble soberanía que aún conserva México.

Por años se le ha vendido al mexicano la idea de que los cárteles son ingobernables que incluso una “ayuda” estadounidense e instalación de bases militares en el país no les parece una idea mala del todo.

Cuando el expresidente Felipe “El Cubas” llegó al poder y desató una guerra frontal en contra de los cárteles, sentó las bases de lo que al parecer el vecino y “amigo” del Norte requería para en unos años, de manera “humanitaria y altruista”, orquestar una intromisión justificada en los asuntos nacionales.

Se entregaron minería, ferrocarriles, buena parte del sector energético, se entregó gran parte de la rectoría del estado a capitales privados y extranjeros, pero la estocada final, el tiro de gracia, es la pérdida total de la endémica soberanía nacional que queda.

Durante el calderonismo, peñismo, se vendió la idea de que combatir fuego con fuego era lo ideal, hasta la fecha hay gente que les compró la idea e incluso la defiende. La Iniciativa Mérida era parte vital de ese plan estadounidense para llevar a México al urgente estado de necesitar y/o permitir “la ayuda militar pacificadora” estadounidense.

El intento de López por darle revés y sentar las bases e intentar detener lo que parece una inminente intromisión estadounidense a territorio mexicano para “pacificar” al país causa cólera en gran parte de los mexicanos vendepatrias, quienes impacientes quieren una solución rápida contra la inseguridad, juran y perjuran que con mayores armas y policías esto se detendrá, pero se sabe que no es así. Fueron 12 sangrientos años de una estrategia frontal contra los delincuentes que no funcionó, por la sencilla razón que no se atacó la descomposición social, sino los resultados de ésta.

Corta una cabeza y dos más la reemplazarán, ésa fue la estrategia de seguridad nacional de hace dos sexenios. A la presente administración le falta mucho, pero ha estado intentando mezclar un poco el fuego y la atención ciudadana.

Las calles siguen militarizadas, se creó una Guardia Nacional que intenta reemplazar a los militares de las calles, pero el logro más importante, digno de admirar de la administración de López, es el apoyo a los sectores vulnerables del país, el no abandono a los jóvenes, quienes representan un fuerte número de reclutados anuales para los cárteles mexicanos.

Estados Unidos pone las armas para ambos bandos y espera pacientemente el momento en que la situación sea tan caótica para que los mexicanos imploren su ayuda y entrada al país para apropiarse del territorio y las riquezas de éste.

La invasión que se aproxima



“Por el momento, aquellos países (las colonias de España en América) se encuentran en las mejores manos, sólo temo que éstas resulten demasiado débiles para mantenerlos sujetos hasta que nuestra población progrese lo suficiente para ir arrebatándoselos, parte por parte”: Thomas Jefferson, tercer presidente de Estados Unidos.

Hace unos días el gobernador de Texas solicitó al presidente de Estados Unidos elevar a los cárteles mexicanos al grado de Terroristas, con ello, de manera “justificada” Estados Unidos espera tener mayor penetración en el país, sobrepasando la endeble soberanía que aún conserva México.

Por años se le ha vendido al mexicano la idea de que los cárteles son ingobernables que incluso una “ayuda” estadounidense e instalación de bases militares en el país no les parece una idea mala del todo.

Cuando el expresidente Felipe “El Cubas” llegó al poder y desató una guerra frontal en contra de los cárteles, sentó las bases de lo que al parecer el vecino y “amigo” del Norte requería para en unos años, de manera “humanitaria y altruista”, orquestar una intromisión justificada en los asuntos nacionales.

Se entregaron minería, ferrocarriles, buena parte del sector energético, se entregó gran parte de la rectoría del estado a capitales privados y extranjeros, pero la estocada final, el tiro de gracia, es la pérdida total de la endémica soberanía nacional que queda.

Durante el calderonismo, peñismo, se vendió la idea de que combatir fuego con fuego era lo ideal, hasta la fecha hay gente que les compró la idea e incluso la defiende. La Iniciativa Mérida era parte vital de ese plan estadounidense para llevar a México al urgente estado de necesitar y/o permitir “la ayuda militar pacificadora” estadounidense.

El intento de López por darle revés y sentar las bases e intentar detener lo que parece una inminente intromisión estadounidense a territorio mexicano para “pacificar” al país causa cólera en gran parte de los mexicanos vendepatrias, quienes impacientes quieren una solución rápida contra la inseguridad, juran y perjuran que con mayores armas y policías esto se detendrá, pero se sabe que no es así. Fueron 12 sangrientos años de una estrategia frontal contra los delincuentes que no funcionó, por la sencilla razón que no se atacó la descomposición social, sino los resultados de ésta.

Corta una cabeza y dos más la reemplazarán, ésa fue la estrategia de seguridad nacional de hace dos sexenios. A la presente administración le falta mucho, pero ha estado intentando mezclar un poco el fuego y la atención ciudadana.

Las calles siguen militarizadas, se creó una Guardia Nacional que intenta reemplazar a los militares de las calles, pero el logro más importante, digno de admirar de la administración de López, es el apoyo a los sectores vulnerables del país, el no abandono a los jóvenes, quienes representan un fuerte número de reclutados anuales para los cárteles mexicanos.

Estados Unidos pone las armas para ambos bandos y espera pacientemente el momento en que la situación sea tan caótica para que los mexicanos imploren su ayuda y entrada al país para apropiarse del territorio y las riquezas de éste.