/ sábado 13 de febrero de 2021

Lo de siempre

Las elecciones deben ser cada año, eso aseguraría que el funcionario se pusiera las pilas y trabajara o al menos lo intentara, porque si el cargo es de 3 años, descansan 2 y medio chambean 1. Lo mismo sucede con cargos de 6 años, descansan 4, a veces hasta 5 y como que le ponen ganas al final.

Está feo que en 6 años no se pudiera hacer algo para mejorar las carreteras del valle sanluisino y todavía se tenga la osadía de anunciar que no se podrá cumplir el recarpeteo y rescate carretero que tanto se anunció por cuestiones de tiempo, algo que le tocará al gobernador entrante.

El factor pandemia es la excusa perfecta para justificar el retraso de obras públicas importantes. Aunque la pandemia y el confinamiento llevan casi el año, en Sonora parece que llevan de toda la vida, sigue siendo un estado saqueado, abandonado, en donde te prometen uno nuevo o devolver la grandeza del estado, misma que se sigue sin saber cuál es, porque aunque Sonora es un estado rico en recursos naturales, continúa teniendo a la mayoría de sus municipios inmersos en la pobreza. Sonora tiene playas hermosas, riqueza cultural, gastronómica y territorial que ayudaría al desarrollo de su población, pero raramente solo se desarrollan las fortunas de los caciques polacos del estado.

Son ellos quienes se reparten el pastel, en cambio los sonorenses son solo peones de disputas entre las diferentes tribus políticas que buscan el enriquecimiento a costa de los demás, dicen odiarse entre ellos pero tarde o temprano al terminar el proceso electoral terminan comiendo en la misma mesa y a veces del mismo plato.

El estado sigue secuestrado por los caciques de siempre y eso por decir de Sonora, pero es la misma historia en todas las partes del país. Para entrar a la “polaca” en México, solo existen dos caminos, ser apalancado o apadrinado por un familiar que ha heredado el poder a sus descendientes, también aplica ser algún empresario poderoso que aporte económicamente a la causa de cualquier partido, invertir su fortuna, misma que de llegar al poder se incrementaría considerablemente por todas las licitaciones que ganarían sus empresas.

“Vivir fuera del erario es vivir en el error”, decía un conocido personaje mexicano de la “polaca”, pues es raro conocer a algún político pobre, por lo regular todos salieron más ricos que cuando arribaron al poder, eso sí, el municipio y estado igual o más jodidos, a según toque la melodía quien tenga la guitarra en mano.

Ya viene la varita mágica que ofertan para resolver los problemas, por un lado unos te ofrecen una esperanza cuestionable, por otro, quienes siempre tuvieron el poder y solo se enriquecieron a costa tuya, te juran y prometen que ya cambiaron y que ahora sí va en serio.

La única solución es repetir lo de la elección pasada, quitarles el poco poder que les queda para mandar un mensaje a todos los entes políticos y al ganador, que si no hacen bien las cosas, san pueblo puede desaparecerlos del presupuesto.


Las elecciones deben ser cada año, eso aseguraría que el funcionario se pusiera las pilas y trabajara o al menos lo intentara, porque si el cargo es de 3 años, descansan 2 y medio chambean 1. Lo mismo sucede con cargos de 6 años, descansan 4, a veces hasta 5 y como que le ponen ganas al final.

Está feo que en 6 años no se pudiera hacer algo para mejorar las carreteras del valle sanluisino y todavía se tenga la osadía de anunciar que no se podrá cumplir el recarpeteo y rescate carretero que tanto se anunció por cuestiones de tiempo, algo que le tocará al gobernador entrante.

El factor pandemia es la excusa perfecta para justificar el retraso de obras públicas importantes. Aunque la pandemia y el confinamiento llevan casi el año, en Sonora parece que llevan de toda la vida, sigue siendo un estado saqueado, abandonado, en donde te prometen uno nuevo o devolver la grandeza del estado, misma que se sigue sin saber cuál es, porque aunque Sonora es un estado rico en recursos naturales, continúa teniendo a la mayoría de sus municipios inmersos en la pobreza. Sonora tiene playas hermosas, riqueza cultural, gastronómica y territorial que ayudaría al desarrollo de su población, pero raramente solo se desarrollan las fortunas de los caciques polacos del estado.

Son ellos quienes se reparten el pastel, en cambio los sonorenses son solo peones de disputas entre las diferentes tribus políticas que buscan el enriquecimiento a costa de los demás, dicen odiarse entre ellos pero tarde o temprano al terminar el proceso electoral terminan comiendo en la misma mesa y a veces del mismo plato.

El estado sigue secuestrado por los caciques de siempre y eso por decir de Sonora, pero es la misma historia en todas las partes del país. Para entrar a la “polaca” en México, solo existen dos caminos, ser apalancado o apadrinado por un familiar que ha heredado el poder a sus descendientes, también aplica ser algún empresario poderoso que aporte económicamente a la causa de cualquier partido, invertir su fortuna, misma que de llegar al poder se incrementaría considerablemente por todas las licitaciones que ganarían sus empresas.

“Vivir fuera del erario es vivir en el error”, decía un conocido personaje mexicano de la “polaca”, pues es raro conocer a algún político pobre, por lo regular todos salieron más ricos que cuando arribaron al poder, eso sí, el municipio y estado igual o más jodidos, a según toque la melodía quien tenga la guitarra en mano.

Ya viene la varita mágica que ofertan para resolver los problemas, por un lado unos te ofrecen una esperanza cuestionable, por otro, quienes siempre tuvieron el poder y solo se enriquecieron a costa tuya, te juran y prometen que ya cambiaron y que ahora sí va en serio.

La única solución es repetir lo de la elección pasada, quitarles el poco poder que les queda para mandar un mensaje a todos los entes políticos y al ganador, que si no hacen bien las cosas, san pueblo puede desaparecerlos del presupuesto.