/ miércoles 21 de octubre de 2020

Lo que importa es la Cuarta Transformación

Nadie duda del apoyo popular que ostenta el presidente Andrés Manuel López Obrador. Aquel histórico 1 de julio del 2018, más de 30 millones de mexicanas y mexicanos votaron a favor del proyecto de transformación que puso sobre la mesa la urgencia de acabar con la corrupción, reivindicar la vida pública y dar justicia a los más pobres.

Ningún partido político cuenta con un número de afiliados que se acerque siquiera a una décima parte de los 30 millones de ciudadanas y ciudadanos que dieron su voto de confianza al presidente López Obrador. Esto demuestra que la base de apoyo del Presidente de la República va más allá de los militantes y simpatizantes de Morena y de los otros partidos que integran la coalición “Juntos Haremos Historia”.

Desde que asumió el cargo, el presidente ha puesto una barrera entre el ejercicio de gobierno y la vida partidista, tomando una sana distancia de los asuntos internos de Morena, aun cuando es referencia obligada para expresar su opinión sobre el partido. Ha dejado claro que una cosa es gobernar al país y otra es Morena; también ha dicho que la Cuarta Transformación no le pertenece a ningún partido, sino al pueblo de México.

Morena es una organización joven. Apenas en el 2014 obtuvo el registro como partido político, aunque en pocos años se convirtió en la principal fuerza electoral del país y asumió la mayoría de los cargos de elección popular a nivel federal, estatal y municipal, modificando drásticamente la geográfica electoral ante un sistema de partidos afectado por la desconfianza ciudadana.

Pero la historia de Morena no inició cuando logró el registro como partido político. Detrás de Morena están las luchas de la izquierda mexicana (institucional y no institucional), así como los movimientos sociales emergentes a favor de la justicia y la dignidad de los pueblos.

Detrás de Morena están los hechos que obligaron al pueblo a levantar la voz, como las mal llamadas “Reforma Energética” y “Reforma Educativa” de Peña Nieto; el hartazgo por la corrupción sistemática, de la cual ahora sabemos que llegó al ámbito militar; la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, las víctimas de la Guardería ABC en Sonora, así como las víctimas de la guerra contra el narcotráfico.

Detrás de Morena están las movilizaciones contra el proceso de desafuero a Andrés Manuel López Obrador en el 2005; además del plantón en la avenida Reforma de la Ciudad de México y la toma de protesta de la presidencia legítima, tras el fraude electoral del 2006.

Muchos de los liderazgos visibles en el nuevo gobierno desde entonces estuvieron al pie del cañón con Andrés Manuel López Obrador. Otros liderazgos se sumaron con la fundación de Morena. Incluso, otros más se integraron en el marco de la elección del 2018. Yo inicié mi vida política alzando la voz contra el desafuero.

El presidente López Obrador recorrió todo el país para promover un proyecto alternativo de nación, organizando al pueblo desde abajo, asumiendo que éste es el que verdaderamente manda, gobierna y transforma. Así nació Morena: Con el pueblo organizado para transformar y con un líder que ha hecho suyos los principios de: “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

Es por esto que la falta de conciliación en Morena resulta grave, como partido político estamos obligados a reflexionar qué estamos haciendo y asumir la responsabilidad que el pueblo nos delegó. Los nuevos tiempos exigen de Morena estar a la altura del pueblo de México.

El presidente López Obrador requiere un liderazgo convencido de la transformación que estamos viviendo y defienda el programa de gobierno. Hasta ahora, Mario Delgado es el único aspirante a la presidencia nacional de Morena que ha llamado a la unidad; convocatoria a la que ya se sumaron líderes como Gibrán Ramírez y Antonio Attolini.

*Diputada federal por Morena.

@LoreniaValles

Nadie duda del apoyo popular que ostenta el presidente Andrés Manuel López Obrador. Aquel histórico 1 de julio del 2018, más de 30 millones de mexicanas y mexicanos votaron a favor del proyecto de transformación que puso sobre la mesa la urgencia de acabar con la corrupción, reivindicar la vida pública y dar justicia a los más pobres.

Ningún partido político cuenta con un número de afiliados que se acerque siquiera a una décima parte de los 30 millones de ciudadanas y ciudadanos que dieron su voto de confianza al presidente López Obrador. Esto demuestra que la base de apoyo del Presidente de la República va más allá de los militantes y simpatizantes de Morena y de los otros partidos que integran la coalición “Juntos Haremos Historia”.

Desde que asumió el cargo, el presidente ha puesto una barrera entre el ejercicio de gobierno y la vida partidista, tomando una sana distancia de los asuntos internos de Morena, aun cuando es referencia obligada para expresar su opinión sobre el partido. Ha dejado claro que una cosa es gobernar al país y otra es Morena; también ha dicho que la Cuarta Transformación no le pertenece a ningún partido, sino al pueblo de México.

Morena es una organización joven. Apenas en el 2014 obtuvo el registro como partido político, aunque en pocos años se convirtió en la principal fuerza electoral del país y asumió la mayoría de los cargos de elección popular a nivel federal, estatal y municipal, modificando drásticamente la geográfica electoral ante un sistema de partidos afectado por la desconfianza ciudadana.

Pero la historia de Morena no inició cuando logró el registro como partido político. Detrás de Morena están las luchas de la izquierda mexicana (institucional y no institucional), así como los movimientos sociales emergentes a favor de la justicia y la dignidad de los pueblos.

Detrás de Morena están los hechos que obligaron al pueblo a levantar la voz, como las mal llamadas “Reforma Energética” y “Reforma Educativa” de Peña Nieto; el hartazgo por la corrupción sistemática, de la cual ahora sabemos que llegó al ámbito militar; la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, las víctimas de la Guardería ABC en Sonora, así como las víctimas de la guerra contra el narcotráfico.

Detrás de Morena están las movilizaciones contra el proceso de desafuero a Andrés Manuel López Obrador en el 2005; además del plantón en la avenida Reforma de la Ciudad de México y la toma de protesta de la presidencia legítima, tras el fraude electoral del 2006.

Muchos de los liderazgos visibles en el nuevo gobierno desde entonces estuvieron al pie del cañón con Andrés Manuel López Obrador. Otros liderazgos se sumaron con la fundación de Morena. Incluso, otros más se integraron en el marco de la elección del 2018. Yo inicié mi vida política alzando la voz contra el desafuero.

El presidente López Obrador recorrió todo el país para promover un proyecto alternativo de nación, organizando al pueblo desde abajo, asumiendo que éste es el que verdaderamente manda, gobierna y transforma. Así nació Morena: Con el pueblo organizado para transformar y con un líder que ha hecho suyos los principios de: “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

Es por esto que la falta de conciliación en Morena resulta grave, como partido político estamos obligados a reflexionar qué estamos haciendo y asumir la responsabilidad que el pueblo nos delegó. Los nuevos tiempos exigen de Morena estar a la altura del pueblo de México.

El presidente López Obrador requiere un liderazgo convencido de la transformación que estamos viviendo y defienda el programa de gobierno. Hasta ahora, Mario Delgado es el único aspirante a la presidencia nacional de Morena que ha llamado a la unidad; convocatoria a la que ya se sumaron líderes como Gibrán Ramírez y Antonio Attolini.

*Diputada federal por Morena.

@LoreniaValles