/ sábado 21 de noviembre de 2020

Michoacán Somos Todos

Falta líder, joven o de la edad que sea, falta liderazgo que busque algo más allá del poder político. Sin duda, falta un mayor pensamiento crítico, un redescubrimiento histórico y sin duda un nacionalismo renovado que no sea sinónimo de proteccionismo.

Mientras se está a casi nada de empezar los comicios de 2021, existen algunas partes en México donde nada cambia, donde la única paz que conocen es la que si acaso escuchan en misa, si es que la inseguridad los deja asistir a ello.

Pasan presidentes y gobernadores, pero parece que a nadie le interesa lo que sucede en Michoacán, donde siguen abandonados a su suerte, intentando defenderse como pueden de los ataques del crimen organizado.

Los michoacanos no sienten lo duro, sino lo tupido, por alguna extraña razón parece una tierra olvidada por todos, nadie le da importancia y relevancia a lo que sucede, a los enfrentamientos constantes de los mismos pobladores contra narcotraficantes. Antes eran los caballeros templarios contra los michoacanos, ahora al parecer el cártel Jalisco Nueva Generación tiene como principal objetivo las comunidades de Michoacán.

No se entiende por qué continúa sin dársele prioridad para arreglar el asunto de Michoacán, desde los tiempos del médico Mireles, quien junto a otros pobladores se armó de valor para no permitir que las cosas siguieran saliéndose de control. Lo que se vivió en tiempos de Mireles y lo que se vive actualmente es una guerra sin tregua dentro del territorio.

De poco o nada ha servido la Guardia Nacional para hacer frente a lo que sucede y devolver aquella paz que tanto añoran millones de mexicanos y es que la corrupción se ha convertido en un monstruo de mil cabezas que al cortarle una, surgen dos más.

Mientras los gobernadores separatistas, la oposición empedernida se prepara para intentar recuperar el poder perdido en los próximos comicios y algunos morenos se pelean por el poder de manera interna, partes del país se caen a pedazos y no se ponen a abordar los temas de mayor relevancia, como la inseguridad.

Al mexicano, medios de comunicación e incluso la misma comunidad internacional parecen no importarle nada de lo que sucede, mientras se libran batallas campales dignas de una guerra civil, éstos le dan prioridad a otros asuntos.

Pobres michoacanos, pobres de ellos, no parecen existir para nadie más que para ellos mismos, les han olvidado.

Tal vez es momento de aplicar el Plan Cheran, aquella comunidad purépecha que se cansó de no recibir ayuda alguna de las autoridades y gobierno para atender la inseguridad que imperaba y por ello optó por un gobierno de usos y costumbres, expulsó a los partidos políticos e instauró su gobierno, tal vez eso sería lo más conveniente en Michoacán, ya que nadie le hace caso.

De qué sirve una milicia y marina preparadas, una nueva corporación como la Guardia Nacional, si no le hacen frente a los acontecimientos de Michoacán, Sonora, Guerrero, Tamaulipas, Veracruz y Guanajuato, entre otros estados que parecen no tener autoridad y dejan a sus habitantes a la suerte de la delincuencia.


Falta líder, joven o de la edad que sea, falta liderazgo que busque algo más allá del poder político. Sin duda, falta un mayor pensamiento crítico, un redescubrimiento histórico y sin duda un nacionalismo renovado que no sea sinónimo de proteccionismo.

Mientras se está a casi nada de empezar los comicios de 2021, existen algunas partes en México donde nada cambia, donde la única paz que conocen es la que si acaso escuchan en misa, si es que la inseguridad los deja asistir a ello.

Pasan presidentes y gobernadores, pero parece que a nadie le interesa lo que sucede en Michoacán, donde siguen abandonados a su suerte, intentando defenderse como pueden de los ataques del crimen organizado.

Los michoacanos no sienten lo duro, sino lo tupido, por alguna extraña razón parece una tierra olvidada por todos, nadie le da importancia y relevancia a lo que sucede, a los enfrentamientos constantes de los mismos pobladores contra narcotraficantes. Antes eran los caballeros templarios contra los michoacanos, ahora al parecer el cártel Jalisco Nueva Generación tiene como principal objetivo las comunidades de Michoacán.

No se entiende por qué continúa sin dársele prioridad para arreglar el asunto de Michoacán, desde los tiempos del médico Mireles, quien junto a otros pobladores se armó de valor para no permitir que las cosas siguieran saliéndose de control. Lo que se vivió en tiempos de Mireles y lo que se vive actualmente es una guerra sin tregua dentro del territorio.

De poco o nada ha servido la Guardia Nacional para hacer frente a lo que sucede y devolver aquella paz que tanto añoran millones de mexicanos y es que la corrupción se ha convertido en un monstruo de mil cabezas que al cortarle una, surgen dos más.

Mientras los gobernadores separatistas, la oposición empedernida se prepara para intentar recuperar el poder perdido en los próximos comicios y algunos morenos se pelean por el poder de manera interna, partes del país se caen a pedazos y no se ponen a abordar los temas de mayor relevancia, como la inseguridad.

Al mexicano, medios de comunicación e incluso la misma comunidad internacional parecen no importarle nada de lo que sucede, mientras se libran batallas campales dignas de una guerra civil, éstos le dan prioridad a otros asuntos.

Pobres michoacanos, pobres de ellos, no parecen existir para nadie más que para ellos mismos, les han olvidado.

Tal vez es momento de aplicar el Plan Cheran, aquella comunidad purépecha que se cansó de no recibir ayuda alguna de las autoridades y gobierno para atender la inseguridad que imperaba y por ello optó por un gobierno de usos y costumbres, expulsó a los partidos políticos e instauró su gobierno, tal vez eso sería lo más conveniente en Michoacán, ya que nadie le hace caso.

De qué sirve una milicia y marina preparadas, una nueva corporación como la Guardia Nacional, si no le hacen frente a los acontecimientos de Michoacán, Sonora, Guerrero, Tamaulipas, Veracruz y Guanajuato, entre otros estados que parecen no tener autoridad y dejan a sus habitantes a la suerte de la delincuencia.