/ sábado 25 de septiembre de 2021

Nos siguen faltando 43

Serán siete años del presunto crimen de estado orquestado en la administración del copetón Enrique N. Hace siete años un conocido personaje que llamaremos Murillo K, conmocionó al país diciendo “ya me cansé”. Una verdad histórica que se derrumbó previo al sexenio de López, los claroscuros de siempre, así como la ya acostumbrada manipulación de escena del crimen, pérdida de evidencia, entre otros milagritos que presuntamente hacen autoridades mexicanas.

Investigaciones, documentales, reportajes, historias y un sinfín de más material forman parte de la trágica historia de Ayotzinapa. Algo de lo que ya no hablaremos más por cuestión de que el caso toma los tintes de cada tragedia sucedida en México, ya que la única justicia que llegan a conocer las víctimas resulta ser parte de algún documental, entrevista, libro o película. De la manera más respetuosa me dirijo a los padres y amigos de los afectados, quien de todo corazón espera que de verdad sean el primer caso de esa índole donde se hace justicia. Mis bendiciones y respeto para todas las víctimas.

Pasando a otros temas, a tres años del gobierno de López Obrador y no se ha podido o no se ha querido resolver la situación en Michoacán. ¿Qué tienen en común Michoacán, Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Guanajuato? Sus abundantes tierras con enormes recursos naturales valiosos para el mundo, menos claro para las personas que viven ahí. Porque, aunque unos estados son más violentos que otros, todos ellos tienen en común poseer recursos valiosos como oro, plata, titanio, litio, petróleo, gasolina, gas, reservas de agua, uranio, entre otros tesoros que son buscados por las trasnacionales que desean a toda costa poner sus manos sobre esos tesoros.

México cuenta con más de 200 mil soldados, más de 60 mil marinos. Cientos de vehículos tácticos, helicópteros, sus arcaicos pero funcionales aviones F5, fragatas, destructores, en fin, es uno de los ejércitos más poderosos de Latinoamérica. ¿Por qué no puede hacer nada para poder ayudar a la gente de Michoacán que se enfrenta cada día a presuntos miembros del narcotráfico en defensa de su territorio? Es extraño. ¿Por qué las fuerzas armadas mexicanas que tienen un alto nivel de letalidad, buen adiestramiento, equipo, presupuesto infinito en comparación con los grupos delictivos, no pueden hacer nada en contra de ellos?

Sería interesante saber las razones que tiene el presidente y su equipo de seguridad para dejar a su suerte a los michoacanos y autodefensas en contra del crimen organizado. No se desea pensar mal, ni ser fatalista, pero hay quienes piensan que los grupos de presuntos narcodelincuentes son necesarios en la ecuación para realizar el trabajo sucio de poderosos caciques, empresarios y políticos. De esa manera, personas y ejidatarios que se negaron a vender sus tierras son desplazados por grupos armados, quienes terminan vendiendo su propiedad por un precio muy bajo. Lo mismo sucede con activistas y líderes sociales, pues en su mayoría se convierten en víctimas y son silenciados para siempre por defender alguna especie, su entorno, ecosistema o la riqueza de su tierra. La voluntad política vuelve a ser carente.


Serán siete años del presunto crimen de estado orquestado en la administración del copetón Enrique N. Hace siete años un conocido personaje que llamaremos Murillo K, conmocionó al país diciendo “ya me cansé”. Una verdad histórica que se derrumbó previo al sexenio de López, los claroscuros de siempre, así como la ya acostumbrada manipulación de escena del crimen, pérdida de evidencia, entre otros milagritos que presuntamente hacen autoridades mexicanas.

Investigaciones, documentales, reportajes, historias y un sinfín de más material forman parte de la trágica historia de Ayotzinapa. Algo de lo que ya no hablaremos más por cuestión de que el caso toma los tintes de cada tragedia sucedida en México, ya que la única justicia que llegan a conocer las víctimas resulta ser parte de algún documental, entrevista, libro o película. De la manera más respetuosa me dirijo a los padres y amigos de los afectados, quien de todo corazón espera que de verdad sean el primer caso de esa índole donde se hace justicia. Mis bendiciones y respeto para todas las víctimas.

Pasando a otros temas, a tres años del gobierno de López Obrador y no se ha podido o no se ha querido resolver la situación en Michoacán. ¿Qué tienen en común Michoacán, Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Guanajuato? Sus abundantes tierras con enormes recursos naturales valiosos para el mundo, menos claro para las personas que viven ahí. Porque, aunque unos estados son más violentos que otros, todos ellos tienen en común poseer recursos valiosos como oro, plata, titanio, litio, petróleo, gasolina, gas, reservas de agua, uranio, entre otros tesoros que son buscados por las trasnacionales que desean a toda costa poner sus manos sobre esos tesoros.

México cuenta con más de 200 mil soldados, más de 60 mil marinos. Cientos de vehículos tácticos, helicópteros, sus arcaicos pero funcionales aviones F5, fragatas, destructores, en fin, es uno de los ejércitos más poderosos de Latinoamérica. ¿Por qué no puede hacer nada para poder ayudar a la gente de Michoacán que se enfrenta cada día a presuntos miembros del narcotráfico en defensa de su territorio? Es extraño. ¿Por qué las fuerzas armadas mexicanas que tienen un alto nivel de letalidad, buen adiestramiento, equipo, presupuesto infinito en comparación con los grupos delictivos, no pueden hacer nada en contra de ellos?

Sería interesante saber las razones que tiene el presidente y su equipo de seguridad para dejar a su suerte a los michoacanos y autodefensas en contra del crimen organizado. No se desea pensar mal, ni ser fatalista, pero hay quienes piensan que los grupos de presuntos narcodelincuentes son necesarios en la ecuación para realizar el trabajo sucio de poderosos caciques, empresarios y políticos. De esa manera, personas y ejidatarios que se negaron a vender sus tierras son desplazados por grupos armados, quienes terminan vendiendo su propiedad por un precio muy bajo. Lo mismo sucede con activistas y líderes sociales, pues en su mayoría se convierten en víctimas y son silenciados para siempre por defender alguna especie, su entorno, ecosistema o la riqueza de su tierra. La voluntad política vuelve a ser carente.