/ sábado 15 de enero de 2022

Ómicron: Regalo de reyes

En la recta final del maratón Guadalupe-Reyes, aquella icónica festividad que comienza cada 12 de diciembre y termina con la llegada de los Reyes Magos, quienes traen juguetes a los niños bien portados o carbón a quienes fueron malos con papá y mamá. Pero este año hubo una excepción, pues al arribo de los Reyes Magos se coló el “Ómicron” o la Covid, sin duda buena parte de San Luis entró muy positivo el 2022.

En plenas festividades decembrinas a la mayoría de los sanluisinos le valió una pura y dos con sal las recomendaciones sanitarias que repiten día tras día las autoridades de salud. Pues entre las posadas, juntadas, reuniones familiares donde se comían exquisitos platillos de la abuela o la jefecita. Tamales, menudo, champurrado, pavo, pozole, chocolate y demás platillos adornados con las restricciones sanitarias, pues, aunque era época de estar con la familia, también debía pensarse en cuidar a la familia.

Con el paso del tiempo, el miedo se perdió, a la mayoría de los mexicanos se le olvidó que había un virus llamado Covid y entre tamales, música, fuegos artificiales y uno que otro disparo al aire se llevaron a cabo las celebraciones navideñas y de Año Nuevo. Todo era fiesta, algarabía, felicidad hasta que días después, papas Adelina, que empiezan los síntomas por aquí y por allá. Fiebre, tos, resequedad en garganta, pérdida de olfato y sentido del gusto. Pronto aquellos ricos tamales, pozole y menudo fueron insípidos e inodoros.

Las farmacias de conocido doctor bailarín no se dieron abasto, pareciera que los únicos que no sintieron la “cuesta de enero” fueron ellos y por supuesto los laboratorios que hacían pruebas de Covid a diestra y siniestra. Por otro lado, los remedios de la abuela, de la tía, del amigo, del primo, de la naturista se apoderaron de los presuntos contagiados. Un servidor probó por vez primera un extraño aceite que omitirá mencionar por aquello de no hacer recomendaciones médicas de sustancias que podrían caerle mal a quien consuma.

Rápidamente las filas y quejas de personas que asistían a nosocomios públicos comenzaron a inundar las redes sociales, medios digitales e impresos cuestionaban el sistema de salud tipo “Dinamarca” que tendría México, haciendo al gobierno el principal responsable de saturación y casos positivos. Y es que como el gobierno no tendrá la culpa de lo que pasa, pues no pudieron poner un oficial en cada hogar y para cada familia que los vigilara para que siguieran las recomendaciones sanitarias (sarcasmo).

Mientras algunos medios de comunicación continúen consintiendo y eximiendo de responsabilidad al ciudadano, de poco o nada servirán servicios médicos como en Dinamarca, porque los mexicanos no somos daneses, somos un pueblo que nos encanta la pachanga, festejo, fiesta pero que tristemente siempre buscamos a un culpable cuando el problema nos explota en la cara. Si usted es de los que no salió en casa pero de igual forma se enfermó, agradezca a quienes no tuvieron empatía por los demás y esparcieron el virus.

En la recta final del maratón Guadalupe-Reyes, aquella icónica festividad que comienza cada 12 de diciembre y termina con la llegada de los Reyes Magos, quienes traen juguetes a los niños bien portados o carbón a quienes fueron malos con papá y mamá. Pero este año hubo una excepción, pues al arribo de los Reyes Magos se coló el “Ómicron” o la Covid, sin duda buena parte de San Luis entró muy positivo el 2022.

En plenas festividades decembrinas a la mayoría de los sanluisinos le valió una pura y dos con sal las recomendaciones sanitarias que repiten día tras día las autoridades de salud. Pues entre las posadas, juntadas, reuniones familiares donde se comían exquisitos platillos de la abuela o la jefecita. Tamales, menudo, champurrado, pavo, pozole, chocolate y demás platillos adornados con las restricciones sanitarias, pues, aunque era época de estar con la familia, también debía pensarse en cuidar a la familia.

Con el paso del tiempo, el miedo se perdió, a la mayoría de los mexicanos se le olvidó que había un virus llamado Covid y entre tamales, música, fuegos artificiales y uno que otro disparo al aire se llevaron a cabo las celebraciones navideñas y de Año Nuevo. Todo era fiesta, algarabía, felicidad hasta que días después, papas Adelina, que empiezan los síntomas por aquí y por allá. Fiebre, tos, resequedad en garganta, pérdida de olfato y sentido del gusto. Pronto aquellos ricos tamales, pozole y menudo fueron insípidos e inodoros.

Las farmacias de conocido doctor bailarín no se dieron abasto, pareciera que los únicos que no sintieron la “cuesta de enero” fueron ellos y por supuesto los laboratorios que hacían pruebas de Covid a diestra y siniestra. Por otro lado, los remedios de la abuela, de la tía, del amigo, del primo, de la naturista se apoderaron de los presuntos contagiados. Un servidor probó por vez primera un extraño aceite que omitirá mencionar por aquello de no hacer recomendaciones médicas de sustancias que podrían caerle mal a quien consuma.

Rápidamente las filas y quejas de personas que asistían a nosocomios públicos comenzaron a inundar las redes sociales, medios digitales e impresos cuestionaban el sistema de salud tipo “Dinamarca” que tendría México, haciendo al gobierno el principal responsable de saturación y casos positivos. Y es que como el gobierno no tendrá la culpa de lo que pasa, pues no pudieron poner un oficial en cada hogar y para cada familia que los vigilara para que siguieran las recomendaciones sanitarias (sarcasmo).

Mientras algunos medios de comunicación continúen consintiendo y eximiendo de responsabilidad al ciudadano, de poco o nada servirán servicios médicos como en Dinamarca, porque los mexicanos no somos daneses, somos un pueblo que nos encanta la pachanga, festejo, fiesta pero que tristemente siempre buscamos a un culpable cuando el problema nos explota en la cara. Si usted es de los que no salió en casa pero de igual forma se enfermó, agradezca a quienes no tuvieron empatía por los demás y esparcieron el virus.