/ miércoles 15 de enero de 2020

PALCO DE ORO

LA INSEGURIDAD Y LA CUESTIONADA JUSTICIA


Lo que se manifiesta a diario de asesinatos, robos, asaltos, violaciones, corrupción, impunidad, enriquecimiento ilícito, abuso de poder y en general malos gobernantes, estos actos cotidianos parece que nacieron para quedarse. La exagerada delincuencia en todas sus formas, sin duda es producto en el mayor porcentaje de culpas, que se debe al tipo de gobierno desarrollado hasta la fecha, en todos los niveles de gobierno. La delincuencia descontrolada que se padece es causa de la inutilidad de los encargados de aplicar la ley. Sobre este punto es correcto aclarar que no son tan culpables las corporaciones policíacas como se ha acostumbrado inculpar, en mi punto de vista son más culpables los alcaldes, gobernadores y presidentes de la República que han estado a lo largo de estos últimos 80 años pasados. Según se puede apreciar en lo medular, los titulares del gobierno nunca han puesto la atención adecuada al sector o área de seguridad pública, lo han visto como un departamento más y lo más lamentable es que cuando le ponen atención solo es para utilizar la Policía a su servicio para causarle temor a alguien o enemigos políticos, pero la función de seguridad pública siempre ha estado muy atrasada contra la exigencia de la sociedad, prueba de ello es lo que ha crecido el fenómeno de la delincuencia en todas sus formas, destacándose que la mayoría de los delincuentes no le temen ni a la Policía ni a los aplicadores de justicia. Ahora bien, qué podría servir para que las cosas empiecen a cambiar y empecemos a retomar la tranquilidad para vivir. Sin duda lo más adecuado sería tener una Policía más profesional, con conocimientos tecnológicos acordes a la actualidad, pero para ello se les debe de brindar primero más atención a esa corporación, donde los sueldos sean considerando que la función del policía cuando menos es equiparable a un técnico o especialista de algo, que tengan un sitio para vivir con sus familias similar a los militares, que se puedan desplazar a realizar compras debidamente protegidos en grupo, que cuando salgan de su turno sean acompañados hasta su domicilio y que siempre se cuente con guardias en el área o sitio de viviendas, entre otras cosas de otra manera, como quieren que realicen sus actividades deteniendo malhechores o delincuentes, si cualquiera puede ir y matarlos donde solo reciben ya fallecidos, el honor de caer en servicio.

En el caso de los agentes del ministerio público y jueces también deben de contar con protección debido a su trabajo de consignar delincuentes y de sentenciarlos, pero para poder obtener actuaciones de estos más profesionales y apegadas a la ley, se requiere primero que sean considerados para ese cargo mediante reglas de capacidad, honestidad, moralidad y conducta intachable, ya que sus actos están muy relacionados con sancionar a los ciudadanos y según la mayoría actual, castiga más a los ciudadanos comunes que no tienen con qué pagar acusaciones corruptas de muchos, sin que a ninguno le interese investigar la certeza de los delitos que le imputan, sino que por el solo dicho de otro le quieren sacar los ojos al gobernado y a los delincuentes se les procesa desarrollando acciones muy cuestionables, que les permite salir libres de inmediato, de tal suerte que lo que tenemos al día de hoy, son delincuencia mejor organizada que la propia autoridad.

LA INSEGURIDAD Y LA CUESTIONADA JUSTICIA


Lo que se manifiesta a diario de asesinatos, robos, asaltos, violaciones, corrupción, impunidad, enriquecimiento ilícito, abuso de poder y en general malos gobernantes, estos actos cotidianos parece que nacieron para quedarse. La exagerada delincuencia en todas sus formas, sin duda es producto en el mayor porcentaje de culpas, que se debe al tipo de gobierno desarrollado hasta la fecha, en todos los niveles de gobierno. La delincuencia descontrolada que se padece es causa de la inutilidad de los encargados de aplicar la ley. Sobre este punto es correcto aclarar que no son tan culpables las corporaciones policíacas como se ha acostumbrado inculpar, en mi punto de vista son más culpables los alcaldes, gobernadores y presidentes de la República que han estado a lo largo de estos últimos 80 años pasados. Según se puede apreciar en lo medular, los titulares del gobierno nunca han puesto la atención adecuada al sector o área de seguridad pública, lo han visto como un departamento más y lo más lamentable es que cuando le ponen atención solo es para utilizar la Policía a su servicio para causarle temor a alguien o enemigos políticos, pero la función de seguridad pública siempre ha estado muy atrasada contra la exigencia de la sociedad, prueba de ello es lo que ha crecido el fenómeno de la delincuencia en todas sus formas, destacándose que la mayoría de los delincuentes no le temen ni a la Policía ni a los aplicadores de justicia. Ahora bien, qué podría servir para que las cosas empiecen a cambiar y empecemos a retomar la tranquilidad para vivir. Sin duda lo más adecuado sería tener una Policía más profesional, con conocimientos tecnológicos acordes a la actualidad, pero para ello se les debe de brindar primero más atención a esa corporación, donde los sueldos sean considerando que la función del policía cuando menos es equiparable a un técnico o especialista de algo, que tengan un sitio para vivir con sus familias similar a los militares, que se puedan desplazar a realizar compras debidamente protegidos en grupo, que cuando salgan de su turno sean acompañados hasta su domicilio y que siempre se cuente con guardias en el área o sitio de viviendas, entre otras cosas de otra manera, como quieren que realicen sus actividades deteniendo malhechores o delincuentes, si cualquiera puede ir y matarlos donde solo reciben ya fallecidos, el honor de caer en servicio.

En el caso de los agentes del ministerio público y jueces también deben de contar con protección debido a su trabajo de consignar delincuentes y de sentenciarlos, pero para poder obtener actuaciones de estos más profesionales y apegadas a la ley, se requiere primero que sean considerados para ese cargo mediante reglas de capacidad, honestidad, moralidad y conducta intachable, ya que sus actos están muy relacionados con sancionar a los ciudadanos y según la mayoría actual, castiga más a los ciudadanos comunes que no tienen con qué pagar acusaciones corruptas de muchos, sin que a ninguno le interese investigar la certeza de los delitos que le imputan, sino que por el solo dicho de otro le quieren sacar los ojos al gobernado y a los delincuentes se les procesa desarrollando acciones muy cuestionables, que les permite salir libres de inmediato, de tal suerte que lo que tenemos al día de hoy, son delincuencia mejor organizada que la propia autoridad.