/ sábado 6 de noviembre de 2021

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Durante mucho tiempo, en la era post revolucionaria se creó un sentimiento nacionalista en demasía fuerte, que algunos podrían considerarlo chauvinismo auténtico. Con el tiempo, en México se pasó de un extremo a otro. Pasaron las décadas y se fue diluyendo ese innegable amor por lo nacional, también, se perdió la identidad y la ignorancia de lo que se fue alguna vez forjó lo que ahora los mexicanos tienen como identidad.

En poco más de dos siglos, México se ha enfrentado en contra de potencias que desean su riqueza y aunque se perdió más de la mitad del territorio en una guerra que nunca debió suceder, jamás han podido doblegarle, ni siquiera franceses, alemanes, japoneses y clero han intentado, han logrado conseguirlo. Irónicamente, parece que ahora los mexicanos recuerdan poco o menos que nada sobre esas gestas heroicas.

Basta con preguntar en las escuelas, quienes no confunden la fecha del Día de la Independencia con el de la Revolución Mexicana, la confunden con la batalla de Puebla el 5 de mayo. Tampoco se está cuestionando el deplorable nivel educativo que se tiene en el país, donde en ramas como Historia, Civismo, Matemáticas y Español obtienen resultados deprimentes.

Existen quienes usan de argumento dejar a la historia en el pasado, para qué revivirla, pues es mejor concentrarse en el presente. Ese pensamiento ha dejado inmerso a las generaciones mexicanas pasadas en un círculo vicioso que hasta en estos días parece no tener fin. ¿Cómo podrán defenderse los jóvenes y el electorado nuevo de las señales que asemejan la repetición al parecer inminente de la vieja escuela de control y dominación social? Solamente conociendo lo que ya fue, ello les ayudará a entender su presente, pero mejor aún, crear un futuro que incluso sus padres solo pudieron soñar.

Uno de los grandes problemas que tiene el mexicano actual es que su identidad está dispersa, jura que ama, conoce y respeta la cultura porque sube una foto a redes sociales con algún atuendo patrio en septiembre. Compra alguna artesanía en un pueblito mágico, se toma foto con el vendedor y ya con eso cree que reconoce su pasado indígena. Claro que no, en México continúa siendo un insulto decirle a alguien indio, socialmente su población sigue pensando que es sinónimo de ignorante.

En México se continúa usando la riqueza cultural por parte de marcas y gobiernos solo con fines económicos, una de las mejores marcas es la selección mexicana, quien de la mano de las televisoras han sabido explotar el patriotismo que solo se evoca para entretenimiento, pero no para reclamar la situación económico, social y político que se sufre en cada parte del territorio mexicano.

Los mexicanos no tienen identidad definida, desconocen mucho de su pasado, han hecho que repudien y se avergüencen de su procedencia indígena y con ello viene el desapego de su identidad y riqueza. Quien se avergüenza de su proceder, no es capaz de defender la riqueza de su tierra, pues al mejor postor habrá de venderla, por eso es indispensable un reencuentro con el pasado, reconciliarse con él para entender el presente y mejorar el futuro.


Durante mucho tiempo, en la era post revolucionaria se creó un sentimiento nacionalista en demasía fuerte, que algunos podrían considerarlo chauvinismo auténtico. Con el tiempo, en México se pasó de un extremo a otro. Pasaron las décadas y se fue diluyendo ese innegable amor por lo nacional, también, se perdió la identidad y la ignorancia de lo que se fue alguna vez forjó lo que ahora los mexicanos tienen como identidad.

En poco más de dos siglos, México se ha enfrentado en contra de potencias que desean su riqueza y aunque se perdió más de la mitad del territorio en una guerra que nunca debió suceder, jamás han podido doblegarle, ni siquiera franceses, alemanes, japoneses y clero han intentado, han logrado conseguirlo. Irónicamente, parece que ahora los mexicanos recuerdan poco o menos que nada sobre esas gestas heroicas.

Basta con preguntar en las escuelas, quienes no confunden la fecha del Día de la Independencia con el de la Revolución Mexicana, la confunden con la batalla de Puebla el 5 de mayo. Tampoco se está cuestionando el deplorable nivel educativo que se tiene en el país, donde en ramas como Historia, Civismo, Matemáticas y Español obtienen resultados deprimentes.

Existen quienes usan de argumento dejar a la historia en el pasado, para qué revivirla, pues es mejor concentrarse en el presente. Ese pensamiento ha dejado inmerso a las generaciones mexicanas pasadas en un círculo vicioso que hasta en estos días parece no tener fin. ¿Cómo podrán defenderse los jóvenes y el electorado nuevo de las señales que asemejan la repetición al parecer inminente de la vieja escuela de control y dominación social? Solamente conociendo lo que ya fue, ello les ayudará a entender su presente, pero mejor aún, crear un futuro que incluso sus padres solo pudieron soñar.

Uno de los grandes problemas que tiene el mexicano actual es que su identidad está dispersa, jura que ama, conoce y respeta la cultura porque sube una foto a redes sociales con algún atuendo patrio en septiembre. Compra alguna artesanía en un pueblito mágico, se toma foto con el vendedor y ya con eso cree que reconoce su pasado indígena. Claro que no, en México continúa siendo un insulto decirle a alguien indio, socialmente su población sigue pensando que es sinónimo de ignorante.

En México se continúa usando la riqueza cultural por parte de marcas y gobiernos solo con fines económicos, una de las mejores marcas es la selección mexicana, quien de la mano de las televisoras han sabido explotar el patriotismo que solo se evoca para entretenimiento, pero no para reclamar la situación económico, social y político que se sufre en cada parte del territorio mexicano.

Los mexicanos no tienen identidad definida, desconocen mucho de su pasado, han hecho que repudien y se avergüencen de su procedencia indígena y con ello viene el desapego de su identidad y riqueza. Quien se avergüenza de su proceder, no es capaz de defender la riqueza de su tierra, pues al mejor postor habrá de venderla, por eso es indispensable un reencuentro con el pasado, reconciliarse con él para entender el presente y mejorar el futuro.