/ lunes 17 de mayo de 2021

¿Tiempo perdido?

Justo el día de uno de los actores esenciales del proceso educativo se da por terminada la jornada de vacunación contra la Covid del personal educativo de Sonora. A pesar de estar por concluir el ciclo escolar, se abre la posibilidad de un eventual, gradual y voluntario regreso a clases presenciales, para que seguramente en agosto se traten de “normalizar” las clases presenciales.

En este tema lo interesante es analizar es: ¿La educación a distancia o en línea fue tiempo perdido? No existen elementos probatorios para un sí o para un no de forma categórica, lo que nos obliga a repensar sobre lo que queremos realmente de nuestro sistema educativo. Si queremos un sistema educativo mediocre que solo transmita conocimientos (en el mejor de los casos), la respuesta es que no es tiempo perdido porque mal que bien se ofreció “aprendizaje” a los educandos; pero, si lo vemos como una oportunidad para transformar nuestro sistema educativo, verdaderamente sí fue tiempo perdido porque regresaremos al igual que antes a las aulas.

Esta pandemia era el tiempo perfecto para reestructurar nuestro sistema educativo, para que nuestros estudiantes adquieran habilidades y destrezas necesarias en un mundo complejo y desigual. La autonomía de nuestros jóvenes es fundamental en estos tiempos que exigen un continuo aprendizaje, que la escuela te puede ofrecer solo por lapsos, por ello, es necesario que la sociedad, maestros, padres y alumnos entendamos que educar es dotar de herramientas para que se continúe en un constante contacto con el conocimiento, es decir, un aprendizaje durante y para toda la vida.

Por otro lado, como sistema educativo no podemos seguir solo transmitiendo conocimiento de una generación a otra, porque nos estaríamos olvidando de la parte de generar el nuevo conocimiento que es trascendental para la innovación y creatividad. La educación en línea y a distancia favorece la labor de investigación del alumno, que no debe de quedarse esperando la información, sino que cobijado por docentes y padres tiene la responsabilidad de entrar en contacto con la noble tarea de la investigación.

Y son miles de argumentos lo que deberían de estar a debate con el regreso a las clases presenciales, pero los mismos implicarían para la sociedad el despojarse de ataduras al progreso como el considerar a la escuela como una estancia para los jóvenes, como una prisión a la libertad del acto de pensar y como un desfogue social a la tarea de ser padres o tutores.


Justo el día de uno de los actores esenciales del proceso educativo se da por terminada la jornada de vacunación contra la Covid del personal educativo de Sonora. A pesar de estar por concluir el ciclo escolar, se abre la posibilidad de un eventual, gradual y voluntario regreso a clases presenciales, para que seguramente en agosto se traten de “normalizar” las clases presenciales.

En este tema lo interesante es analizar es: ¿La educación a distancia o en línea fue tiempo perdido? No existen elementos probatorios para un sí o para un no de forma categórica, lo que nos obliga a repensar sobre lo que queremos realmente de nuestro sistema educativo. Si queremos un sistema educativo mediocre que solo transmita conocimientos (en el mejor de los casos), la respuesta es que no es tiempo perdido porque mal que bien se ofreció “aprendizaje” a los educandos; pero, si lo vemos como una oportunidad para transformar nuestro sistema educativo, verdaderamente sí fue tiempo perdido porque regresaremos al igual que antes a las aulas.

Esta pandemia era el tiempo perfecto para reestructurar nuestro sistema educativo, para que nuestros estudiantes adquieran habilidades y destrezas necesarias en un mundo complejo y desigual. La autonomía de nuestros jóvenes es fundamental en estos tiempos que exigen un continuo aprendizaje, que la escuela te puede ofrecer solo por lapsos, por ello, es necesario que la sociedad, maestros, padres y alumnos entendamos que educar es dotar de herramientas para que se continúe en un constante contacto con el conocimiento, es decir, un aprendizaje durante y para toda la vida.

Por otro lado, como sistema educativo no podemos seguir solo transmitiendo conocimiento de una generación a otra, porque nos estaríamos olvidando de la parte de generar el nuevo conocimiento que es trascendental para la innovación y creatividad. La educación en línea y a distancia favorece la labor de investigación del alumno, que no debe de quedarse esperando la información, sino que cobijado por docentes y padres tiene la responsabilidad de entrar en contacto con la noble tarea de la investigación.

Y son miles de argumentos lo que deberían de estar a debate con el regreso a las clases presenciales, pero los mismos implicarían para la sociedad el despojarse de ataduras al progreso como el considerar a la escuela como una estancia para los jóvenes, como una prisión a la libertad del acto de pensar y como un desfogue social a la tarea de ser padres o tutores.