/ miércoles 25 de diciembre de 2019

UNA PERSPECTIVA SALUBRISTA

Alimentación y valores


En la actualidad existe suficiente evidencia que demuestra la relación entre la mala alimentación y una larga lista de enfermedades crónicas empezando por el sobrepeso y la obesidad y continuando la diabetes, alta presión arterial y niveles altos de colesterol por citar a algunas.

Resulta poco lógico y creíble pensar que alguien a estas alturas no sabe que el consumo de la “comida chatarra” produce efectos deletéreos en el organismo, resultando en un sinnúmero de padecimientos entre éstos las piedras en la vesícula, varices, canceres, envejecimiento y más.

De la misma manera es histórico el bajo consumo de vegetales y frutas en alimentación diaria, mientras la ingesta de los productos ultraprocesados, de los cuales ya hemos hablado en otras ocasiones, continúa en franco ascenso, contraviniendo la lógica que al estar mejor informados y disponer de mayores elementos mejores decisiones deberíamos estar tomando.

No obstante, hay muchos factores, pero es uno el más importante, tal vez vivir inmersos en un estilo de vida que promueve lo superficial, lo desechable, que invita, paga y nos hace parte del consumismo despojándonos de la autocrítica, el análisis social y la búsqueda de los verdaderos valores de la existencia.

Nos ha tocado vivir en una época en la que se nos enseña que el más tiene, en lo material, es que es el más exitoso; que los artículos que nos prestan servicios se tienen que estar renovando para estar a la última moda olvidando la función esencial que debería cumplir.

Esto por supuesto que tiene relación con la alimentación, puesto que nos han vendido y hemos comprado la idea que consumir productos ya preparados, listos para comer o semipreparados que con el mínimo esfuerzo están listos para consumir. Claro que, en su mayoría, esta clase de oferta proviene de un alto grado de industrialización en que muchos de sus ingredientes no son precisamente nutritivos, muy por lo contrario, hasta resultan ser productos tóxicos que despiertan procesos altamente inflamatorios en el cuerpo.

La gran mayoría desconocemos la composición de lo que consumimos de la misma manera que se ignora cuáles son los requerimientos del organismo y de donde deben provenir. Poco o nada nos tomamos la molestia de investigar o asesorarnos con los profesionales, en quienes depositamos el cuidado de nuestra salud.

La responsabilidad es compartida, sociedad, gobierno, individual; los resultados hablan por sí solos, mayor número de patologías, de enfermos, descomposición social, daño al planeta, etcétera.

Causa tristeza observar cómo a través de todos los medios se promueven productos industriales aptos para el consumo humano, que nada tienen de alimentos, como la gran oferta a aprovechar, ricos en azúcares simples y grasas, cuyo efecto devastador se dará en minutos, no días o semanas.

Corresponde a todos, como citábamos en líneas anteriores, hacer una revisión profunda de la manera cómo estamos viviendo; no sólo señalar sino participar en el medio donde cada quien nos desarrollamos, juntos podemos cambiar el curso de la historia.

Aprovecho la ocasión para desearles que pasen una muy Feliz Navidad en compañía de sus seres queridos y no olvidemos los compromisos que tenemos con nosotros y los demás.

Me reitero a la orden.

Alimentación y valores


En la actualidad existe suficiente evidencia que demuestra la relación entre la mala alimentación y una larga lista de enfermedades crónicas empezando por el sobrepeso y la obesidad y continuando la diabetes, alta presión arterial y niveles altos de colesterol por citar a algunas.

Resulta poco lógico y creíble pensar que alguien a estas alturas no sabe que el consumo de la “comida chatarra” produce efectos deletéreos en el organismo, resultando en un sinnúmero de padecimientos entre éstos las piedras en la vesícula, varices, canceres, envejecimiento y más.

De la misma manera es histórico el bajo consumo de vegetales y frutas en alimentación diaria, mientras la ingesta de los productos ultraprocesados, de los cuales ya hemos hablado en otras ocasiones, continúa en franco ascenso, contraviniendo la lógica que al estar mejor informados y disponer de mayores elementos mejores decisiones deberíamos estar tomando.

No obstante, hay muchos factores, pero es uno el más importante, tal vez vivir inmersos en un estilo de vida que promueve lo superficial, lo desechable, que invita, paga y nos hace parte del consumismo despojándonos de la autocrítica, el análisis social y la búsqueda de los verdaderos valores de la existencia.

Nos ha tocado vivir en una época en la que se nos enseña que el más tiene, en lo material, es que es el más exitoso; que los artículos que nos prestan servicios se tienen que estar renovando para estar a la última moda olvidando la función esencial que debería cumplir.

Esto por supuesto que tiene relación con la alimentación, puesto que nos han vendido y hemos comprado la idea que consumir productos ya preparados, listos para comer o semipreparados que con el mínimo esfuerzo están listos para consumir. Claro que, en su mayoría, esta clase de oferta proviene de un alto grado de industrialización en que muchos de sus ingredientes no son precisamente nutritivos, muy por lo contrario, hasta resultan ser productos tóxicos que despiertan procesos altamente inflamatorios en el cuerpo.

La gran mayoría desconocemos la composición de lo que consumimos de la misma manera que se ignora cuáles son los requerimientos del organismo y de donde deben provenir. Poco o nada nos tomamos la molestia de investigar o asesorarnos con los profesionales, en quienes depositamos el cuidado de nuestra salud.

La responsabilidad es compartida, sociedad, gobierno, individual; los resultados hablan por sí solos, mayor número de patologías, de enfermos, descomposición social, daño al planeta, etcétera.

Causa tristeza observar cómo a través de todos los medios se promueven productos industriales aptos para el consumo humano, que nada tienen de alimentos, como la gran oferta a aprovechar, ricos en azúcares simples y grasas, cuyo efecto devastador se dará en minutos, no días o semanas.

Corresponde a todos, como citábamos en líneas anteriores, hacer una revisión profunda de la manera cómo estamos viviendo; no sólo señalar sino participar en el medio donde cada quien nos desarrollamos, juntos podemos cambiar el curso de la historia.

Aprovecho la ocasión para desearles que pasen una muy Feliz Navidad en compañía de sus seres queridos y no olvidemos los compromisos que tenemos con nosotros y los demás.

Me reitero a la orden.