/ domingo 11 de diciembre de 2022

Virgen de Guadalupe

¿Qué hay hijo mío el más pequeño? ¿Qué entristece tu corazón?, ¿acaso no soy tu madre? ¿No estoy aquí? No te dejes vencer por tus dolores, por tus tristezas, Mira que te llevo en mi regazo.

Es importante mencionar que las principales deidades indígenas surgen de Cuatlicue o Tonantzin (madre de la tierra) madre del Sol (dios Huitzilopochtli), madre de la luna (Coyolxauhqui) madre de las estrellas (Centzon Huitznáhuac).

El 12 de diciembre de 1531 diez años después de la derrota de Moctezuma y la caída de Tenochtitlan, se aparece la Santísima Virgen María a Juan Diego Cuautlatoatzin un indígena chichimeca nacido en Cuautitlán y que frecuentaba la catequesis en Tlatelolco, La Santísima Virgen se aparece con un rostro mestizo símbolo del encuentro entre españoles e indígenas y no hablaba español sino Náhuatl, el idioma de los aztecas. Aparece uniendo lo masculino (el sol) con lo femenino (la luna y las estrellas) como lo hacían los aztecas, el manto azul y verde símbolo de los colores de la divinidad del cielo (azul) y de la tierra fértil (verde), sólo el rey y la divinidad, según los aztecas, podían llevar juntos ambos colores.

María de Guadalupe aparece, además en estado de embarazo, con los símbolos que las mujeres aztecas llevaban en el vientre: dos cintas negras caídas a lo largo del cuerpo y junto a ellas aparece una pequeña cruz indígena (quincunce), especie de rosa con cuatro pétalos representa el camino de los hombres y se encuentra dentro de un círculo central que era el camino de los dioses. Este símbolo fundamental en la cultura azteca aparece sobre el vientre de María, interpretado que lo que ella está gestando y habrá de nacer, es el encuentro entre Dios y los hombres.

En un periodo todavía de conquista se trataba muy duramente a los indígenas y Juan Diego había asimilado la imagen negativa que se había creado de los indígenas, se reconoce como pobre indito, hombre de campo, despreciable, hoja caída del árbol (soy Mecapal, soy parihuela, soy cola...), pero María llama a Juan Diego por su nombre y no obstante lo llama como el más pequeño de sus hijos.

México desde su origen ha tenido una larga y dolorosa historia, desde la conquista hasta su independencia cargada de violencia y violaciones de los derechos humanos, desde la revolución hasta la historia presente con sus desgarradoras convulsiones sociales. Y en medio de todos esos momentos el regazo de la siempre virgen María de Guadalupe que reconcilia el pasado frecuentemente marcado por la soledad, el aislamiento y la marginación.

En el rostro de la virgen de Guadalupe, se percibe una mirada de ternura capaz de reflejar la ternura de Dios, una mirada de singular delicadeza para los pueblos indígenas que aún esperan se les reconozca efectivamente la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia, Una mirada de ternura para aquellos que la contemplan como un signo de Esperanza y del amor de

Dios ante la pérdida de seres queridos. Pueblo de México, no tengas miedo la virgen morena nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón del hombre es la ternura de Dios. Y lo que estés viviendo, sea tu dolor, tu problema, tu soledad, tu depresión, tu divorcio, no dudes y confía en ella es la madre del Dios por quien se vive.

491 años después y sigue viviendo en nuestros corazones.

¿Qué hay hijo mío el más pequeño? ¿Qué entristece tu corazón?, ¿acaso no soy tu madre? ¿No estoy aquí? No te dejes vencer por tus dolores, por tus tristezas, Mira que te llevo en mi regazo.

Es importante mencionar que las principales deidades indígenas surgen de Cuatlicue o Tonantzin (madre de la tierra) madre del Sol (dios Huitzilopochtli), madre de la luna (Coyolxauhqui) madre de las estrellas (Centzon Huitznáhuac).

El 12 de diciembre de 1531 diez años después de la derrota de Moctezuma y la caída de Tenochtitlan, se aparece la Santísima Virgen María a Juan Diego Cuautlatoatzin un indígena chichimeca nacido en Cuautitlán y que frecuentaba la catequesis en Tlatelolco, La Santísima Virgen se aparece con un rostro mestizo símbolo del encuentro entre españoles e indígenas y no hablaba español sino Náhuatl, el idioma de los aztecas. Aparece uniendo lo masculino (el sol) con lo femenino (la luna y las estrellas) como lo hacían los aztecas, el manto azul y verde símbolo de los colores de la divinidad del cielo (azul) y de la tierra fértil (verde), sólo el rey y la divinidad, según los aztecas, podían llevar juntos ambos colores.

María de Guadalupe aparece, además en estado de embarazo, con los símbolos que las mujeres aztecas llevaban en el vientre: dos cintas negras caídas a lo largo del cuerpo y junto a ellas aparece una pequeña cruz indígena (quincunce), especie de rosa con cuatro pétalos representa el camino de los hombres y se encuentra dentro de un círculo central que era el camino de los dioses. Este símbolo fundamental en la cultura azteca aparece sobre el vientre de María, interpretado que lo que ella está gestando y habrá de nacer, es el encuentro entre Dios y los hombres.

En un periodo todavía de conquista se trataba muy duramente a los indígenas y Juan Diego había asimilado la imagen negativa que se había creado de los indígenas, se reconoce como pobre indito, hombre de campo, despreciable, hoja caída del árbol (soy Mecapal, soy parihuela, soy cola...), pero María llama a Juan Diego por su nombre y no obstante lo llama como el más pequeño de sus hijos.

México desde su origen ha tenido una larga y dolorosa historia, desde la conquista hasta su independencia cargada de violencia y violaciones de los derechos humanos, desde la revolución hasta la historia presente con sus desgarradoras convulsiones sociales. Y en medio de todos esos momentos el regazo de la siempre virgen María de Guadalupe que reconcilia el pasado frecuentemente marcado por la soledad, el aislamiento y la marginación.

En el rostro de la virgen de Guadalupe, se percibe una mirada de ternura capaz de reflejar la ternura de Dios, una mirada de singular delicadeza para los pueblos indígenas que aún esperan se les reconozca efectivamente la riqueza de su contribución y la fecundidad de su presencia, Una mirada de ternura para aquellos que la contemplan como un signo de Esperanza y del amor de

Dios ante la pérdida de seres queridos. Pueblo de México, no tengas miedo la virgen morena nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón del hombre es la ternura de Dios. Y lo que estés viviendo, sea tu dolor, tu problema, tu soledad, tu depresión, tu divorcio, no dudes y confía en ella es la madre del Dios por quien se vive.

491 años después y sigue viviendo en nuestros corazones.