/ miércoles 17 de abril de 2019

¡Realidad supera a la ficción! Reviven células en el cerebro de un cerdo muerto

Un grupo de científicos ha logrado restaurar actividad celular y circulatoria en el cerebro de un cerdo que llevaba cuatro horas muerto

Un grupo de científicos ha logrado restaurar actividad celular y circulatoria en el cerebro de un cerdo que llevaba cuatro horas muerto, un hallazgo que podría contribuir al tratamiento de enfermedades cerebrales, según un estudio publicado este miércoles en Nature.

Los expertos de la Universidad de Yale (E.U.) utilizaron el cerebro de un cerdo muerto extraído de una fábrica de envasado de carnes y observaron cómo al aislarlo y emplear una solución química específica, detectaban muchas funciones celulares básicas.

Previamente se creía que esas actividades terminaban segundos o minutos después de cesar el flujo sanguíneo y de oxígeno.

"El cerebro intacto de un mamífero grande retiene una capacidad -previamente no apreciada- de restauración de la circulación y ciertas actividades moleculares y celulares, múltiples horas después de la parada circulatoria", resaltó Nenad Sestan, profesor de Neurociencia, Medicina Comparativa, Genética y Psiquiatría.

Foto: @NatureNews



Si embargo, en la investigación se detectó también que el cerebro analizado carecía de cualquier señal eléctrica global reconocible asociada a la función cerebral normal.

"En ningún momento observamos el tipo de actividad eléctrica organizada, asociada a la percepción o consciencia", apuntó Avonimir Vrselja, experto en neurociencia.


Vrselja matizó que "clínicamente, esto no es un cerebro vivo, pero es un cerebro celularmente activo".

Normalmente, la muerte celular dentro del cerebro se considera un proceso irreversible, pues al ser privada de oxígeno y suministro sanguíneo la actividad eléctrica cerebral y las señales de consciencia desaparecen en cuestión de segundos, mientras que las reservas energéticas se agotan en cuestión de minutos.

Sin embargo, los expertos del laboratorio de Sestan, que se centran en investigación del desarrollo y evolución cerebral, observaron aquí que muestras de pequeños tejidos con los que trabajaban de manera rutinaria sí reflejaron señales de viabilidad celular, incluso cuando el tejido llevaba varias horas muerto.

En el órgano del cerdo sometido a análisis que llevaba cuatro horas muerto, este equipo científico halló preservada integridad celular neural y restauró cierta funcionalidad de las células vasculares y neuronales.

Foto: Yale School of Medicine



Los expertos creen que este hallazgo podría resolver un problema complejo: la incapacidad para aplicar ciertas técnicas al estudio de la estructura y función del cerebro intacto de un mamífero grande.

"Previamente, solo hemos podido estudiar células en cerebros de grandes mamíferos bajo condiciones estáticas o mayoritariamente bidimensionales, empleando pequeñas muestras de tejido fuera de su entorno nativo", observó el científico Stefano G. Daniele, que formó parte de este estudio.

Daniele agregó que ahora, por primera vez, se puede "investigar el cerebro grande en tres dimensiones, lo que incrementa la "capacidad de estudiar interacciones celulares complejas y su conectividad".

Si bien este avance no tendrá una aplicación clínica inmediata, sí representa una nueva plataforma que podría, en el futuro, ayudar a los médicos a encontrar maneras con las que rescatar funciones cerebrales en pacientes de apoplejías, o probar la eficacia de nuevas terapias.

Un grupo de científicos ha logrado restaurar actividad celular y circulatoria en el cerebro de un cerdo que llevaba cuatro horas muerto, un hallazgo que podría contribuir al tratamiento de enfermedades cerebrales, según un estudio publicado este miércoles en Nature.

Los expertos de la Universidad de Yale (E.U.) utilizaron el cerebro de un cerdo muerto extraído de una fábrica de envasado de carnes y observaron cómo al aislarlo y emplear una solución química específica, detectaban muchas funciones celulares básicas.

Previamente se creía que esas actividades terminaban segundos o minutos después de cesar el flujo sanguíneo y de oxígeno.

"El cerebro intacto de un mamífero grande retiene una capacidad -previamente no apreciada- de restauración de la circulación y ciertas actividades moleculares y celulares, múltiples horas después de la parada circulatoria", resaltó Nenad Sestan, profesor de Neurociencia, Medicina Comparativa, Genética y Psiquiatría.

Foto: @NatureNews



Si embargo, en la investigación se detectó también que el cerebro analizado carecía de cualquier señal eléctrica global reconocible asociada a la función cerebral normal.

"En ningún momento observamos el tipo de actividad eléctrica organizada, asociada a la percepción o consciencia", apuntó Avonimir Vrselja, experto en neurociencia.


Vrselja matizó que "clínicamente, esto no es un cerebro vivo, pero es un cerebro celularmente activo".

Normalmente, la muerte celular dentro del cerebro se considera un proceso irreversible, pues al ser privada de oxígeno y suministro sanguíneo la actividad eléctrica cerebral y las señales de consciencia desaparecen en cuestión de segundos, mientras que las reservas energéticas se agotan en cuestión de minutos.

Sin embargo, los expertos del laboratorio de Sestan, que se centran en investigación del desarrollo y evolución cerebral, observaron aquí que muestras de pequeños tejidos con los que trabajaban de manera rutinaria sí reflejaron señales de viabilidad celular, incluso cuando el tejido llevaba varias horas muerto.

En el órgano del cerdo sometido a análisis que llevaba cuatro horas muerto, este equipo científico halló preservada integridad celular neural y restauró cierta funcionalidad de las células vasculares y neuronales.

Foto: Yale School of Medicine



Los expertos creen que este hallazgo podría resolver un problema complejo: la incapacidad para aplicar ciertas técnicas al estudio de la estructura y función del cerebro intacto de un mamífero grande.

"Previamente, solo hemos podido estudiar células en cerebros de grandes mamíferos bajo condiciones estáticas o mayoritariamente bidimensionales, empleando pequeñas muestras de tejido fuera de su entorno nativo", observó el científico Stefano G. Daniele, que formó parte de este estudio.

Daniele agregó que ahora, por primera vez, se puede "investigar el cerebro grande en tres dimensiones, lo que incrementa la "capacidad de estudiar interacciones celulares complejas y su conectividad".

Si bien este avance no tendrá una aplicación clínica inmediata, sí representa una nueva plataforma que podría, en el futuro, ayudar a los médicos a encontrar maneras con las que rescatar funciones cerebrales en pacientes de apoplejías, o probar la eficacia de nuevas terapias.

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