Aunque pareciera no ser un problema en la mayoría de los casos, un “hijo parásito” es un personaje muy común dentro de las familias mexicanas, principalmente debido a las dificultades que estos podrían enfrentar ante la sociedad en cuanto a empleo, vivienda, economía y procreación, siendo estos algunos temas que buscan evadir, directa o indirectamente, con el respaldo de los padres.
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Sin haber un número preciso de estos casos, el psicólogo especialista en Terapia Infantil y Educación, Juan José Díaz Núñez, mencionó que esto tiene mucha presencia debido a la cultura de este país, en la que se permiten sinfín de comportamientos y acciones, aunque sean dañinos para unos.
“En otros países como Estados Unidos, normalmente el hijo cumple 18 años y vela por su educación universitaria, se va a estudiar lejos a otra casa, pero en México, regularmente, buscan irse del núcleo familiar hasta los 28 o 30 años. De hecho, hay quienes aún tienen 40 años y siguen viviendo de lo que le dan los papás”, explicó y agregó que identificarlos podría resultar fácil, pero darles seguimiento con apoyo emocional y terapia suele ser lo más difícil.
En ese sentido, el también coordinador académico general de Universidad Vizcaya de las Américas explicó que un “hijo parásito” podría tener dificultad para conseguir o mantener un empleo, no sigue las reglas y no son responsables de sí mismos en cuanto al aspecto o higiene; no obstante, son exigentes y creen tener el derecho de pedirle sustento económico o alimenticio a sus progenitores.
Otros casos son estudiantes universitarios de licenciatura o posgrados que, debido a las facilidades que su entorno le presta, decide no salirse del primer hogar.
“Muchos se escudan en eso y con tal de no salirse para que sus padres sigan manteniéndolo se meten a estudiar. El problema llega cuando no aportan a la casa o gastos familiares; es una cultura muy bonita ser tan apegados a los padres, pero es una línea muy delgada”, expresó el entrevistado.
¿CÓMO AYUDARLOS?
Debido a que dicho comportamiento surge por la falta de motivación o propósitos, el terapeuta recomienda a los padres de familia a acercarse a sus hijos para repartir responsabilidades e invitarlos a realizar una vida independiente ya sea en pareja o solos.
“Apoyarlos no es mantenerlos, es muy distinto. Los papás tienen que brindarle al hijo una ayuda emocional. No les den dinero, mejor motívenlos a iniciar proyectos y, sobre todo, a que busquen terapia psicológica para encontrar un punto de inicio para una nueva etapa productiva y en la que puedan sobresalir”, dijo y agregó que los errores en familia son para aprender a ser mejores y que tanto hijos como padres no deben avergonzarse.